martes, noviembre 10, 2015

EL HERMANO PEQUEÑO, FRAN




AL HERMANO PEQUEÑO

Fran, el hermano pequeño,

el amigo en fuga, 

el apasionado impenitente.

Regresos y mas regresos

nos hacen nomadas

y guardada por la ceniza

nos precede la lumbre.

Y así crece y crece

la ALDEA DEL CORAZÓN, 

imparable y rica, 

bajo la eternidad instantánea, 

que el recuerdo y el olvido, 

incapaces sucumben,

a la intachable ausencia.

(Un abrazo imposible que las últimas palabras tejen
 infinitamente).

sábado, noviembre 07, 2015

NASA | SDO: Year 5







Ultra-HD, duas veces a resolución  de alta definición. O vídeo mostra a actividade solar, a combustión, as labaradas e os seus campos magnéticos expide a estrela. As imaxes apañadas polo telescopio do Observatorio Solar Dinámico (OSD), foron tratadas con cores. Malia a cor non ser real, a plasticidade artísca do video permitelle aos científicos facer visibel o que non se pode aprezar coa vista.



A temperatura da superficia solar é por volta dos 5.500 graus; no núcleo, onde se producen permanentes reaccións nucleares, a temperatura acada os s 15 milóns de graus. A enerxía liberada ten as proporcions do univeso, o equivalente a 100.000 millóns de toneladas de dinamita por segundo, nunha composición de hidróxeno e helio, e en menos cantidade, de nitróxeno, ferro, silice, oxíxeno,  neón e magnesio.



http://ollaparo.gal/2015/11/07/a-nasa-publica-un-video-da-actividade-do-sol-filmado-en-ultra-hd/

domingo, octubre 25, 2015

60 SEMINCI / El pintor Félix Cuadrado Lomas en una película de Arturo Dueñas

60 SEMINCI / El pintor Félix Cuadrado Lomas en una película de Arturo Dueñas | Tam-Tam Press

60 SEMINCI / El pintor Félix Cuadrado Lomas en una película de Arturo Dueñas

Félix Cuadrado Lomas, en su estudio de Simancas. © Fotografía: Arturo Dueñas.
Félix Cuadrado Lomas, en su estudio de Simancas. © Fotografía: Arturo Dueñas.
Dueñas estrena en la Semana de Cine de Valladolid el documental “Tierras construidas”, en el que rinde homenaje al pintor vallisoletano. La proyección se realizará el viernes 30 de octubre en el LAVAy contará con la presencia tanto del equipo de rodaje como del artista.
Por LAURA FRAILE
últimoCero
Hace un año, Arturo Dueñas estaba visitando una exposición dedicada a Félix Cuadrado Lomas en la sala municipal de exposiciones de Las Francesas (Valladolid). La casualidad quiso que este pintor y este cineasta coincidieran en la sala, lo que dio origen a una conversación en la que Arturo acabó formulándole una pregunta: “¿Quieres ser el protagonista de mi próxima película?” La respuesta de Félix fue: “Pues venga”. Éste es el punto de partida de `Tierras construidas´, un documental dedicado a la vida y obra de este artista vallisoletano que se estrenará en el LAVA el 30 de octubre a las 20 horas de la tarde (éste será el único pase).
Arturo Dueñas empezó el rodaje a las tres semanas de haber mantenido esa conversación. “Me fijé el objetivo de rodar durante un año, de otoño a otoño. Mi interés se focalizó en tres aspectos. Uno de ellos era el de Félix como personaje, lo que me ofreció la oportunidad de reflejar su vida desde su nacimiento en 1930 hasta la actualidad así como su participación en el grupo Simancas y en las tertulias que se organizaban en torno a la librería Relieve. El otro punto de interés era su obra, desde la más conocida como pueden ser sus paisajes a la menos conocida, como son los desnudos. El tercer elemento de interés era el paisaje castellano, que acabó convirtiéndose en la pieza fundamental que articula el documental”, explica Arturo Dueñas, quien indica que el rodaje se realizó en lugares como los montes Torozos, el Valle del Esgueva o el Cerrato.
Durante el rodaje, Arturo y el resto del equipo (en el que se encontraban personas como Álvaro Sanz PascualVíctor Alonso o Miguel Sánchez González) se trasladaron una vez al mes a Simancas, localidad en la que vive Félix Cuadrado Lomas. “Todas las entrevistas que le hicimos se realizaron en su estudio, que tiene unos 20 m²”, comenta Arturo Dueñas. Según reconoce este cineasta, a la hora de preparar las entrevistas contó con un apoyo fundamental: `Vida y Pintura: Una conversación con Félix Cuadrado Lomas´, una obra escrita por Pablo Torío y publicada por la editorial Fuente de la Fama en la que a lo largo de 300 páginas este autor recoge la vida de este artista.
El paisaje castellano articula todo el documental. © Fotografía: Arturo Dueñas.
El paisaje castellano articula todo el documental. © Fotografía: Arturo Dueñas.
Para poder financiar `Tierras construidas´, Arturo Dueñas ha contado con una ayuda de la Junta de Castilla y León. “Nos ha servido para financiar una cuarta parte de la película. El resto proviene de fondos propios”, reconoce este cineasta, quien adelanta que después de la proyección del día 30 quiere exhibirla en pueblos de Valladolid y Palencia, colegios e institutos, así como en festivales de cine de carácter nacional e internacional.
Arturo Dueñas ya había presentado en la Seminci otros dos documentales y una película. El año pasado estrenó `Misión: Sáhara´, un largometraje protagonizado por un grupo de jóvenes españoles, integrantes todos ellos del Movimiento de Solidaridad Brigadista, en el que éstos mostraban la situación de los territorios ocupados del Sáhara Occidental a través de entrevistas realizadas a estudiantes, sindicalistas y organizaciones de mujeres. Un año antes había estrenado `Corsarios´, un documental en el que rendía homenaje a esta compañía teatral a través de entrevistas realizadas a sus actores, a críticos teatrales y profesores de Universidad. En el 2009, año en el que se presentó por primera vez a la Seminci, estrenó `Aficionados´, una película que fue el resultado de un proceso de creación colectiva en el que participó un grupo de alumnos del Centro de Investigación Actoral Espacio Abierto de Valladolid.
El documental `Misión: Sáhara´ ha sido incluido en la programación de la X Muestra de Cine Europeo de Segovia, que se celebrará del 18 al 24 de noviembre (su largometraje se proyectará el día 22 a las 18 horas de la tarde en Caja Segovia). Después tiene intención de proyectarlo en Burdeos, probablemente a principios de diciembre. Por otro lado, Arturo acaba de presentar `Corsarios´ al premio cinematográfico José María Forqué y a los premios Goya.
En los próximos meses este cineasta tiene previsto finalizar el cortometraje `La promesa´, en el que ha contado con la colaboración de tres actores de la compañía Teatro Corsario: Julio Lázaro, Carlos Pinedo y Olga Mansilla. “El rodaje lo finalizamos el año pasado, ahora está pendiente del montaje. El corto está basado en la anagnórisis, que es un recurso narrativo. Quiero estrenarlo a principios de 2016”, adelanta este cineasta.
Félix Cuadrado Lomas junto a dos de las personas del equipo de rodaje. © Fotografía: José Luis Medina
Félix Cuadrado Lomas junto a dos de las personas del equipo de rodaje. © Fotografía: José Luis Medina
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miércoles, octubre 14, 2015

Manuel Jular llega con su pintura más fresca y un “calendario Antelami” a la galería Ármaga

Manuel Jular llega con su pintura más fresca y un “calendario Antelami” a la galería Ármaga | Tam-Tam Press





Regresa el pintor Manuel Jular a la galería leonesa Ármaga con una doble exposición —una selección de sus últimas obras de pintura digital y un calendario “Antelami” 2016 inspirado en el escultor italiano— compuesta por más de treinta cuadros. La inauguración —y la presentación del calendario en formato papel— tendrá lugar el próximo viernes 16 de octubre, a las ocho de la tarde, y la muestra se podrá visitar hasta mediados de noviembre.
Reproducimos los cinco textos incluidos en el catálogo-calendario de la exposición.

“ARTIJULAR”

“Este otoño me “toca” exponer en Ármaga. Voy “penultimando” detalles e imágenes para la expo, que creo que tendrá dos frentes más/menos figurativos…” .
Por ELOÍSA OTERO
El pintor que hace quince años cambió las brochas por el ratón de un Mac no quiere hacer exposiciones retrospectivas ni antológicas. Nada de cuadros rugosos, ni de piezas del siglo pasado. Su última obra es digital y en su disco duro almacena más de mil tiffs, susceptibles de reproducción e impresión, con las circunvoluciones de su pensamiento técnico-pictórico. Solo hay que hacer una selección y encargar la impresión.
Más de mil tiff’s (en formato digital) = Mas de mil cuadros.
Parecen muchos y son muchos. Archivados en carpetas, algunas de ellas —como la serie dedicada a las “espirales”— nunca han visto la luz sobre un lienzo. Otras, en cambio, ya se pudieron ver en parte en la gran exposición que, en marzo de 2012, ocupó las salas temporales del Museo de León con el título deDescensus ad inferos’.
Después de aquello, Jular ha vuelto a hacer “semi-abstracto”. De ahí, de esta última etapa, ha salido elcalendario Antelami que se podrá ver este otoño en Ármaga, un trabajo que muestra cómo el artista continúa en su línea de mezclar la invocación de iconos consagrados de la historia de arte con la especulación y el collage digital.
Si le hiciera caso al pintor, este calendario se podría definir como “una julariana mistificación sobre las imágenes proyectadas por el arquitecto y artista italiano Benedetto Antelami, a finales del siglo XII, para la catedral de Parma”. Un calendario de tareas y oficios campesinos relacionados con los meses del año. Pero hay algo más aquí, algo más que un calendario y un zodíaco, que yo no me atrevo a descifrar, y que el propio artista apunta cuando se explaya.
El segundo “frente” que muestra Jular en Ármaga está formado por una selección de sus últimas obras, a partir de las cuales surge la gran pregunta: ¿Qué es la pintura para Jular? “Una manera de divertirme, o de seguir vivo”, dice él. Algo que le motiva cada mañana. O la única forma de vivir. “Pintar por pintar. Porque sí”. Porque, como reconoce él mismo, “vender… no se vende”. Y quizá no tenga mucho sentido seguir pintando. O sí.
“No sé para qué hago esto”, suspira Jular. “Aunque supongo que algo de instinto hay en ello”, se responde a sí mismo. Quizá, como Antonio Gamoneda (maestro de la reescritura), Jular ahora “repinta”. Aunque por otra parte también ha llegado a ciertas formas de automatismo, entre el caos y la creación, con las que se lo pasa muy bien.
Observamos que el pintor a veces cuelga en Facebook alguno de sus tiff’s, que reciben comentarios como éstos: “Ahí dentro estás tú mismo, Manuel”, “Hermoso caleidoscopio”, “Fiesta de cromatismos, puro arte, Manolo en carne viva”, “Joder, que emocionante y poético despliegue”…
¿Qué podría decir yo de la pintura de Jular? Bien poca cosa, cierto es. Le conozco desde hace más de treinta años, y hay cariño. Al margen de eso le reconozco en sus obras, de alguna forma he asistido a su evolución a lo largo del tiempo, me gustan muchos de sus cuadros antiguos y modernos, y no puedo decirle que no cuando me pide un texto, aunque yo no sepa hablar de pintura. Jular es Jular y un Jular es un Jular. Y eso vale para la brocha y para el ratón. Y para el relato de la historia vivida.
Debajo, encima o en el medio de cada uno de sus “collages” puede haber unos mejillones, una partitura deSchönberg, una flor, un Kline, un Klimt, una elipsis, un juego con Miró, o con Poliakoff, un guiño mitológico, una radiografía, una foto de Juan Luis García o un poema de Rimbaud… Con todo juega Mac-Jota mientras su ratón se entretiene en una espiral, en algo que parece un fractal, en un símbolo o simplemente en manchas, porque en eso consiste la pintura, en “manchar”, mientras lo figurativo juega al viceversa con el expresionismo abstracto, confundiéndose en un más allá de las imágenes. Piel y símbolos. Pintura y realidad.
Creo que Jular sigue “especulando” como en los años 60, cuando empezó a indagar en los caminos del arte, aunque con otras armas o herramientas y con medio siglo más de trayectoria y pensamiento plástico-pictórico en su cabeza. Sigue jugando a “contar” y a “epatar”, sea con elementos reales o con elementos “secuestrados”. Jugando a desarticular y articular, a ver qué pasa… Jugar/Jular. Articular/Artijular…
Como decía Sábato, “la vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”. Pero de eso se trata y en eso consiste vivir. “Mi escritura es el relato de cómo avanzo hacia la muerte”, ha dicho Gamoneda. Quizá, como señaló Wallace Stevens, la función de la poesía, y del arte por extensión, sea “ayudarnos a vivir nuestras vidas,” o, como puntualiza Harold Bloom, ayudarnos a “aprender a soportar la mortalidad”. Quizá solo en eso consista la cosa: en conseguir articular, cada uno a su manera, ese relato que nos cuenta.
Jular lleva más de sesenta años pintando sin dejar de investigar y aprender, sin dejar de ser testigo de su tiempo, para llegar a esto. Si en 1961 inauguró con Alejandro Vargas la primera exposición de arte abstracto que hubo en León, revolucionando el panorama creativo de la ciudad, ahora mismo, a sus 76 años, sigue indagando en la magia daimónica del arte. Poco importa el formato cuando todo es pintura (imagen, mirada, retina). Y puede que, llegados a este punto, sobren las palabras. Porque, mucho mejor que un texto, las imágenes de esta exposición hablan por sí solas. Así que déjense llevar… miren… observen… y escuchen al daimón que se esconde en cada uno de estos cuadros.
“Piscis”. Uno de los cuadros de la exposición y una de las imágenes del “Calendario Antelami”. © Manuel Jular.
“Piscis”. Uno de los cuadros de la exposición y una de las imágenes del “Calendario Antelami”. © Manuel Jular.

“Fotosop And Me”

Por MANUEL JULAR
Sin empastes, la piel del cuadro sin trampantojos. Todo en primera línea de la imagen. Volátil como un papel, vivo como los colores de la naturaleza. Y desde luego sin osadía. Porque la osadía del pincel digital y los filtros de ordenador han desaparecido ya, convertidos en uso casi común.
Así pues hemos dejado las sorpresas de la rugosa piel de los cuadros y la confortable textura de las superficies para imprimir, plotear, monotipar… O lo que ustedes prefieran.
Parece que, no tanto al espectador sino al espectador cliente, le desasosiega un poco el carácter de
obra gráfica de estas realizaciones. El que sean transportadas al papel, o a la tela, desde una máquina. O sea: reproducidas.
Estas naturalezas muertas, o “abstractos” según viejas clasificaciones, han sido realizadas desde los programas de diseño con una intención y sentido precisos: Replantear la relación entre fabricación y pensamiento.
Pero lo sustancial en pintura (al menos yo lo pretendo así) es la idea–forma y la “magia” de todo un inexplicable mundo de superposiciones visuales que se dan en la mente del artista plástico y deben aparecer en el cuadro.
Cuando la mano se arrastra sobre la tela, porte la herramienta que porte –pincel, espátula, rascador, etc…–, los trazos nuevos deshacen los antiguos. Cada elección borra la anterior y va fijando un camino que no tiene vuelta atrás. Tiene la “grandeza” de lo irrepetible. Pero es mayor su
miseria, porque imposibilita el retorno a momentos brillantes (o firmes, o seguros, o…) anteriores.
Bien. El ordenador y sus programas tienen mejor memoria. Los diferentes formantes por los que discurre la idea, sean dibujos, gestos, o transparencias texturales son memorizados históricamente.
Y se puede volver sobre ellos y desecharlos. O refundirlos.
Todo ello hasta el to save, o to print (divertida jerga del imperio), definitivos. Decisión final que, en cualquier caso, puede dilatarse sin que la imagen decisiva sea fagocitada previamente por una torpeza o un exceso de celo.
Por ello, la imagen resultante es un final en sí misma, no un boceto previo para un posterior trabajo pictórico realizado con técnicas más “aparentes”, o más “clásicas”. Hacer esto, sí sería reproducir, por más que la manualidad resultase museable.
En ese matraz, (que diría Tonet Bernábeu), la plástica recupera dialécticas de palimpsesto y puede conciliar el homenaje con el cainismo.
Claro que sí, amigo Antonio. Estas abstractions/natures mortes son, sobre todo, juegos del intelecto, de olvido y nostalgia. Los grandes pintores –“padres y abuelos”– que admiramos son ejemplo y barrera. Hay que descerrajar sus arcones y hacernos con su música y sus colores.
Portada del catálogo-calendario Antelami 2016.
Portada del catálogo-calendario Antelami 2016.

“El Calendario Antelami y yo”

Por MAC JOTA
Una parte de mi obra ha estado siempre impregnada de un cierto milenarismo, preñado de la dualidad cátara o albigense. Un toque cultural a la francesa, muy puro y propio de un habitual perdedor.
Dentro del purismo ha existido mucho más una lógica creativa que una voluntad de forma. Pero también al revés. De modo que mi evolución podría parecer un tanto saltarina. Digamos, es un decir, que mi pintura ha “experimentado” muchos cambios (en la apariencia) no siempre justificados
Veía yo, con natural “envidia”, el desenfadado modo con que funcionaban pintores –como Luis Casado “Monseñor”– copiando y también reinventando las heredadas imágenes gótico-románicas de nuestro ancestro medieval (p.e. el Calendario de Oficios pintado en la Colegiata de San Isidoro de León).
He tenido que esperar a pasar de los 70 años –con creces– para atreverme a explorar imágenes parientes, casi fraternales de las que me serían propias.
Algo semejante a esas piezas tan realistas como imaginarias. Así cayó en “mis manos” el Calendario de la Catedral de Parma. Un calendario de tareas, –sembrar, arar, segar, leña, aperos–; un año zodiacal que fué proyectado y esculpido por Benedetto Antelami en los últimos años de su vida (Así estas imágenes pueden preceder a los últimos míos)
De modo que el zodiaco no se descifra –tan sólo– mediante el estudio de los astros sino en el humilde contacto de los trabajos campesinos relatados por meses.
Caldeos y otros astrónomos imaginaron el año y la rueda zodiacales observando sucesos celestes, pero el trabajo y el peso de la cosecha obligan al campesino a mantener la mira fija en los campos a lo largo del surco…
Gestos humildes y austera energía forman la base gráfica sobre la que he trabajado. Así, distintas “épocas” se mezclan bajo el claroscuro del signo.
El retorno a lo antiguo recupera ideo-lógicamente una continuidad en el rito. Las figuras “reales” al articularse superpuestas a un escenario astrológico, lo dramatizan y por contraste la forma “realística” sin dejar de ser real, se hace signo de las tareas humanas…
Imagen de la galería Ármaga con los cuadros de Jular recién colgados. © Fotografía: E. Otero.
Imagen de la galería Ármaga con los cuadros de Jular recién colgados. © Fotografía: E. Otero.

“Fotosop & Mc Jota”

Por MARTA DELGADO DE KLEE
Hace ya unos pocos, pero largos años, que MJ trabaja sobre imágenes digitales. Desde su jubilación como director de arte del grupo de publicaciones de José García Abad se ha “forzado” creativamente a dejar los pigmentos, las colas y pinceles para trabajar en el ordenador sobre “tiffes y jotapegés” más o menos fotográficos. Con ello, Jular, como alguno de nosotros, se ha convertido en neonato de una atmósfera iconográfica de corte especialmente mestizo.
Las imágenes “fotográficas” así producidas no tienen la pretensión de competir con la pintura en la representación de la realidad, aspiran a más: reinar sobre la vista, colonizarla enteramente. Y muchas veces, sin duda, ambiguamente. (Gilles Deleuze)
Se cumplen 25 años del nacimiento de Photoshop, el programa informático que puso el retoque fotográfico al alcance de cualquiera. Las imágenes digitales han ganado un peldaño en artificio y manipulabilidad, son especialmente homogéneas y casi imperceptibles los retoques. Algunos llevamos lustros ya, de cultura digital, y hemos crecido en una cierta atmósfera: la imagen no representa una realidad natural, sino un mundo ya previamente convertido en imagen, en “fotografía” aunque las imágenes –es el caso de Jular– sean propiamente experimentales o pictóricas.
Se sugiere que con ello parece haber desaparecido la necesidad de “fotógrafos profesionales” (porque ahora todo el mundo es fotógrafo “profesional”, es decir, todo el mundo puede no solamente hacer fotos, sino retocarlas o montarlas a su gusto), como si la fotografía hubiera perdido enteramente su condición documental y pasado a engrosar la categoría, en nuestro siglo tan abultada, del simulacro, es decir, de aquella imagen que no remite a ningún original externo, que es originariamente copia y manipulación en un sentido no peyorativo.
De esta manera, además de ser fotógrafos profesionales, todos seríamos fotógrafos artísticos, mezcladores y productores de imágenes todas ellas originales, por lo que el propio concepto de lo
original se habría modificado.
Invitación a la inauguración de la exposición de Jular.
Invitación a la inauguración de la exposición de Jular.

“Los volátiles del Beato Jular”

“El ojo es más rápido captando que la mano dibujando”. 
Walter Benjamín
“La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”
Por ANTONIO BERNABÉU
Sobre los anchos hombros de la santidad se le posaban, al buen Beato Angélico, serviciales volátiles sin sexo, pálidos angelotes concebidos sin mácula, itinerando la mensajería entre los cielos y el convento, para nutrir sus cuadros con un hermoso florilegio de virtudes.
En cambio, los volátiles del Beato Jular son pájaros promiscuos, que habitan los marjales nocturnos, la oscura vibración de las entrañas, y se erigen en los depositarios de aquel encantamiento que todavía yace en la malicia original de los pecados.
Original y nueva, en grados de osadía sorprendentes, resulta la reciente pintura de Manuel Jular. Y, con ella, habrá que andar por tramos y despacio, advertir que se es nuevo respecto a lo anterior y se es original respecto al todo, aunque el pintor presente revueltos sus hallazgos en un alarde incontenible de gloriosa bulimia.
Las técnicas, aquí, con la incorporación prodigiosa del pincel digital y el complicado encaje del ordenador, rompen la inercia del ciclo Shostakovich*, achatarran el sólido edificio del empaste, escampan los densos cirros lila que daban cuerpo a aquellas telas y mitigan el abrasador amarillo solano que las iluminaba.
Pero la nueva técnica, en Jular, posee una intención y un sentido precisos; replantear la relación mano-cerebro, que anonada y tortura a todos los constructores de artefactos, acercarla en función de las vertiginosas posibilidades de la máquina y explorar su difícil connubio.
Un ejercicio de poderosa lucidez, que sobrepasa los análisis de Benjamín y derriba la acobardada “falsabraga” con que se protegían las vanguardias. Esto es lo nuevo, una rigurosa ceremonia de vísperas, por expresar lo mínimo del mejor de los modos posibles.
Lo sustancial se alberga entre el Aleph y la circunferencia pascaliana. Por estos reinos improbables, en el albor de lo indeciso, tantean sus veredas y trazan sus caminos los cuadros de Jular. Él conocía ya las “variaciones” y el “tombeau” con que se homenajean los compositores. Conocía, también, las experiencias deslizantes de Picasso, con Delacroix y Velázquez, en busca de un estallido de fisión.
O, en el mismo sentido, las más cercanas del “Equipo Crónica”. Ha querido ir más lejos y ha ahondado en la fusión, para crear un hongo, tornasolado y deslumbrante, que encierre todas las arqueologías del pintar, toda la crueldad de la abstracción. Y ha conseguido introducir, en su batalla, el genio de Twombly y el deKlee, el de Pollock y Mondrian. Pero esta arqueología no representa, de una manera exclusiva, su memoria.
Las dialécticas de fagocitación que mueven cada cuadro, el recuperado valor del palimpsesto o la generosa conciliación del cainismo confieren a esta obra una sutileza esencial e indefinida, que nos remite a los matraces de la plástica y a su proyección espiral mediata e inmediata.
Juegos entreverados de inteligencia, de olvido y de nostalgia sitúan a Jular en aquella polifonía desatada que había urdido Carpentier, para su “Concierto barroco”, en donde hacía coincidir el monótono canon de Vivaldi con la improvisación alucinada de Louis Armstrong.
Jular ha fijado los vértigos y amalgamado los delirios en sus últimos cuadros; ha descerrajado la estética y le ha devuelto la fascinación de las policromías infantiles, el murmullo de las óperas viejas, el vagabundeo sin meta de los trovadores, el erotismo sin ortografía, la gracia de las “manolidades” y el hipnótico vaivén de los colores..
— — —
NOTAS:
Antonio Bernabéu –desgraciadamente ya fallecido– escribió este magnífico texto para una de las primeras exposiciónes con obra digital, que hizo MJ diez años atrás.
(*) El ciclo Conversaciones con Shostakovich, como la serie Requiem de Verdi (que Bernabéu cita), estaban realizados con los tradicionales métodos del pincel y la espátula.

martes, mayo 19, 2015

Iain Sinclair: “Caminar la ciudad se ha convertido en un acto político”

Iain Sinclair: “Caminar la ciudad se ha convertido en un acto político”


Sara Brito

Iain Sinclair: “Caminar la ciudad se ha convertido en un acto político”
El escritor y cineasta británico Iain Sinclair. JOY GORDON
MADRID // Poner un pie delante del otro, y así ad infinítum. El acto de caminar es en el caso del escritor y cineasta británico de culto Iain Sinclair un acto mágico y político al tiempo, el ritual del que emana una literatura poderosa y alquímica que lleva cuatro décadas trazando mapas que visibilizan las historias y las voces ocultas de su ciudad, Londres. Vinculado a través de las líneas vibratorias de la historia con las tradiciones de lo oculto que unen al mago isabelino John Dee, con William Blake, con Thomas de Quincey o Ballard, Sinclair asume el riesgo de batallar contra la manipulación y la infantilización de la Historia de parte de los poderes neoliberales y su apropiación de las ciudades. Lo suyo es magia blanca literaria contra la magia negra del Thatcherismo y sus tentáculos, contra la cultura corporativa y del espectáculo.
En España, el único rastro que había de Sinclair se hallaba escondido en las páginas del célebre cómicFrom Hell, de Alan Moore, donde sus investigaciones sobre la arquitectura oculta de Londres sirvieron al de Northampton de referencia y fuente. Este flagrante olvido, que desterraba a un autor de una poética irrefutable y de enorme influencia en las letras inglesas de las últimas décadas, lo acaba de subsanar Alpha Decay, que edita La ciudad de las desapariciones, un compilado de sus textos desde aquel seminal Nicholas Hawksmoor, sus iglesias de fines de los setenta, a sus escritos contra el hiper desarrollismo de los 2000, que le llevaron a convertirse en portavoz involuntario de la oposición a la algarabía Olimpista de Londres 2012: “No saben de la que se han salvado en Madrid”, dice.
Tras su paseo por Madrid, donde La Casa Encendida continúa mostrando sus trabajos cinematográficos juntos a Chris Petit, Sinclair está ahora en Barcelona, donde participará en una charla sobre sus conexiones con Sebald en la exposición que sobre el autor alemán ha organizado el CCCB.
¿Ha salido a pasear por Madrid? ¿Cómo es caminar por otro lugar que no sea Londres?
Sí, un poco. Salí a pasear casi la misma distancia y con la misma forma de mi itinerario diario en Londres. Se siente muy diferente. En vez de entrar al parque que suelo caminar cada mañana, me encontré con unos jardines a los que no pude entrar porque estaban cerrados a las 7 de la mañana, que es el horario en el que salgo todos los días antes de empezar a escribir.
¿Por qué esta rutina?
Empecé a hacerlo con mi mujer cada mañana pero ella finalmente lo dejó. Yo continué. Simplemente se siente bien, me conecta con la ciudad, me ayuda a clarificar las ideas y reubica mis energías para escribir. Se convirtió en un hábito y ahora lo hago donde quiera que esté, con la misma distancia y el mismo itinerario. Caminar es mi técnica de escritura.
Usted está dentro de una tradición de caminantes anglosajones, desde Thomas de Quincey a Dickens, y en la orilla americana, Thoreau, ¿se siente parte de esta banda de caminantes?
Es cierto, pero gran parte de la tradición de caminantes en Inglaterra tenía que ver con el campo, era una confrontación más propia del hombre romántico con la naturaleza. Es cierto que De Quincey era alguien que caminaba Londres, pero veía la ciudad como un laberinto, un paisaje donde perderse y dar rienda suelta a sus imágenes alucinatorias. Me gusta esa idea de perderme también. Esa idea de la deriva que viene del situacionismo. Pero otra opción es caminarla con un trazado e ir acumulando información y desvelando las capas de información que existen en la ciudad, estratos invisibles que recopilo. Una manera de hablar con la historia y la memoria.
En la compilación de sus escritos que edita ahora Alpha Decay, vemos una evolución en la manera en que camina Londres: de paseos menos restrictivos en los setenta, a una ciudad llena de obstáculos, prohibiciones, cámaras de vigilancia en la actualidad. ¿Caminar es ahora un acto más político que cuando empezó?
En efecto, caminar se ha convertido en un acto político. Empezó como una forma más romántica y poética de mirar a la ciudad y mantener un diálogo con la historia oculta de Londres, pero a medida que pasó el tiempo, cada vez se fue haciendo más difícil hacer esas caminatas. Los guardias de seguridad me empezaron a parar por hacer fotos en el parking de un supermercado, por ejemplo, mientras las cámaras de seguridad toman registro de todo lo que haces. La semana pasada mismo, caminando por el Támesis, alguien me recriminó que estuviera charlando en una zona donde había fuentes, porque eso pertenece a una compañía privada. Los espacios públicos en Londres están desapareciendo progresivamente y siendo privatizados por las grandes corporaciones. Así que el simple acto de poder caminar por donde quieras, se convierte en un desafío. A veces camino por una zona determinada solo para que me detengan como una manera de poner en evidencia la situación. Recientemente estuve caminando por las Docklands con una artista holandesa que hace su arte enteramente en torno a estos desafíos. Así que sacaba fotos cuando me estaban deteniendo. Hay mucha gente haciendo arte alrededor de estos temas.
…Hasta acabar convertido en portavoz del Anti-Olimpismo y de la oposición a la megalomanía urbanística.
nicholas_hawksmoor_christs_church_spitalfields_london_architectural_photographer_005En la época en que escribí el texto sobre las iglesias de Hawksmoor trabajaba de jardinero en esa zona y me autopublicaba. Eran pequeños textos para un pequeño grupo de gente, Peter Ackroyd lo leyó y a partir de ahí escribió sobre ello su novela Hawksmoor, o Alan Moore, From Hell. Era un asunto muy underground. Pero en los tiempos de las Olimpiadas y de lo que llamo El Gran Proyecto de reconstrucción corporativa de Londres, acabé convirtiéndome en un portavoz del antiolimpismo. Fue una posición muy rara para mí porque realmente no quería ser una figura política, sino solo un escritor que estaba contando lo que veía que estaba ocurriendo con Londres.
Me he movido poco a poco de esa posición, volviendo a mis influencias anteriores, y he regresado a escribir sobre mapas ocultos, lugares secretos con los que había empezado mis escritos. Acabo de terminar un pequeño libro sobre Gales, donde nací, y el año pasado publiqué un viaje sobre los Beats americanos, American Smoke. De alguna manera necesitaba escaparme de Londres y también de las publicaciones corporativas. El mundo editorial es, a su manera, muy industrial, de tal manera que acabas convirtiéndote en una marca, como le ha pasado a la psicogeografía que yo profesaba en mis inicios.
¿No quiere ni oír hablar de ella?
No es que esté harto de la Psicogeografía sino de la etiqueta que me han colgado. En los sesentas absorbí esas ideas que venían de París, del situacionismo, esa idea de deriva por la ciudad que se vincula también con los surrealistas. Llevándolo a territorio inglés, tiene que ver con Blake o Thomas de Quincey, y esa manera poética y sensorial de leer una ciudad, todo ese sistema de ángeles y demonios, de figuras mitológicas que son símbolos para descodificar historias ocultas. Más tarde, en el periodo de Margaret Thatcher, alguna gente, no yo, empezaron a usar la psicogeografía aplicada a Londres como una manera de parodia, usando esos métodos como una forma de ridiculización de cierta clase política de derechas. Lo que ocurrió es que de pronto cualquiera que estuviera escribiendo sobre una ciudad y recorriéndola a pie estaba haciendo psicogeografía. Empezó a ser una etiqueta perezosa.
La ciudad de las desapariciones nos habla de la memoria de una ciudad, de las historias ocultas por el relato oficial, en ese sentido, sus relatos desafían, desde la poesía y la estrategia histórica, la Historia que nos quieren vender como oficial.
El oficialismo y el neoliberalismo trata de consolidar su propia narrativa de la Historia. Los conservadores en Inglaterra están interesados en regresar a las narraciones de reyes y batallas. Y esto ha sido usado para su propio plan de reconstrucción física de la ciudad. Cuando construyen un nuevo bloque de edificios, se cuelga una placa que avisa de que ahí Charles II bla bla… o Charles Dickens bla bla… pero es un puñado muy estrecho de historias, una manera de darnos su visión estrecha del mundo. La labor de historiadores que han recogido visiones mucho más amplias, tomando en cuenta la oralidad y lo que está fuera del oficialismo, gente como el historiador marxista Raphael Samuel, han sido descartados por ser extraños e izquierdosos. De esta manera se ha construido un relato histórico que tiene mucho de un libro infantil ilustrado.
En cambio, usted ofrece el mapa de las desapariciones y los fantasmas de Londres…
Todas las ciudades y, en particular Londres, son lugares levantados sobre estratos de fantasmas. Esas huellas espectrales están ahí, a veces en libros que permanecen ocultos y que me dedico a rescatar, o en historias que te cuenta alguien y que es como un susurro de la ciudad. Yo acumulo todas esas voces. Publiqué un libro que se llama London: City of Disappearances (2006), una antología, que estaba construida sobre esos accidentes, esos otros relatos contados por músicos, poetas o gente diversa que van configurando otra ciudad, la ciudad de las voces y los lugares eliminados. Y en España, por supuesto, con la Guerra Civil, los ganadores escribieron la Historia, y todos esos cuerpos enterrados, esas historias no contadas configuran un territorio que está ahí, aunque no esté visible.
En España, muchos le conocimos a través de Alan Moore y su From Hell, que basó su cartografía del Este de Londres oculto en sus escritos…
Sí, toda la información sobre Londres que está en From Hell fue canibalizada de diversas fuentes, entre ellas mi texto sobre Hawksmoor, porque Alan no se mueve de Northampton. Tendrías que ver donde vive. Es una locura. Es como una casa de estudiante raro: paredes pintadas a mano, varitas mágicas que pertenecieron a Aleister Crowley, y el suelo es un mar de colillas, porque está fumando cantidades enormes de porros en todo momento. El mundo entero está en ese cuarto pequeño donde escribe. La única vez que lo persuadí de que viniera a Londres para dar un paseo hasta la tumba de John Dee, el mago y matemático de la era Isabelina, trajo una bolsa enorme llena de libros sobre magia, espejos… Le dije: no puedes llevar todo eso encima, ¡no puedes caminar con todo eso! ¡Alan nunca pasea! No tiene idea de lo que es. No es la manera en la que escribe, no lo necesita.
Pero ambos coinciden en la visión de la escritura como un acto mágico. Como lo vio antes Blake.
Sí pienso que la disposición de las palabras en una página hacen que algo pase, un proceso misterioso que a veces funciona y a veces no. Es una visión ritual de la escritura. Caminar es también un acto mágico, un acto ritual, donde puedes fijarte en las vibraciones de los lugares, donde suceden revelaciones que luego ensamblas y cocinas como si fuera una receta mágica que reconstruye historias. Pero Alan, Alan practica magia de hecho, hace conjuros, toma drogas que lo ponen en un estado de conciencia diferente, desarrolla un trabajo de magia que yo no. Los dos viajamos hacia el mismo lugar pero a través de diferentes métodos. Él acaba de escribir ese libro inmenso, Jerusalem, sobre Northampton, un libro que quería que tuviera el tamaño de la Biblia. Su plan era colocarlo en alguna iglesia en un atrio para que la gente se acercara a leerlo. Es genial.
¿Debemos recuperar la capacidad para inventar nuestros propios rituales en contraposición a los rituales impuestos por otros?
Eso es lo que pienso y lo que pensaba con firmeza en tiempos de Thatcher. Ella era como una bruja, succionando todas las vibraciones oscuras de Londres y creando ese microclima de fuerza maligna, que en gran medida destruyó la ciudad, así que para tratar con eso, era necesario practicar alguna forma de magia, que en mi caso tuvo que ver con aquella caminata loca que hice durante un año recorriendo la autopista M25 [el libro y el documental London Orbital nacen de ahí]. De alguna manera mi libroDownriver, donde recorro el Támesis con voluntad detectivesca para ver las huellas de lo que estaba pasando con la ciudad, tuvo un componente mágico: cuando acabé el libro, Thatcher fue expulsada del poder. No es que lo hiciera yo, obviamente, sino que uno se vuelve consciente de determinadas corrientes vibratorias, y de alguna manera hay revelaciones: en el libro está ese declive, producto del enorme poder que había acumulado y que acabaría por derrotarla.
Pero su herencia continúa…
Por supuesto, ahí está David Cameron y Tony Blair, construyendo muros para encerrar a la gente dentro. Todas sus mentiras, todo aquello de las armas de destrucción masiva. Todo eso tiene un componente mágico, una manera de verlo que va más allá del titular riguroso.
Es realmente desafiante mirar a la clase política en términos mágicos…
Sí, pero no se trata de que esos políticos vayan a sacrificar cabras, es una metáfora. Su mundo entero se basa en la manipulación, están creando un mundo oscuro, creando información para manipular a la gente. Es lo mismo que la magia negra. Y es poderoso que haya gente como Alan Moore, encerrados en un pequeño cuarto en Northampton, haciendo algún tipo de magia que tiene que ver con la imaginación humana, inventando otros mundos. Siempre ha sido así. Ballard por ejemplo, que hizo lo mismo de una manera diferente. Él anticipó las Docklands, exactamente donde se construirían todos esos bloques de oficinas y residencias de lujo sobre las antiguas dársenas del puerto de Londres. En su visión, la gente acababa comiéndose unos a otros, y ¿acaso no es lo que está pasando en el mundo de las finanzas metafóricamente? Ser capaz de predecir lo que va a pasar con los elementos del pasado y el presente es una especie de magia.
img1Las Docklands de Londres.
Usted escribió aquel famoso ensayo sobre las iglesias del arquitecto barroco Nicholas Hawksmoor, y la simbología arcana que esconden. En esos mismos términos, ¿qué lecturas en términos simbólicos nos brinda la arquitectura contemporánea, corporativa?
Pienso en eso continuamente. Pero es mucho más difícil de ver. Londres se definió en gran medida a través de esas iglesias, marcaba las áreas de convivencia de la población, eran los centros de poder, y las personas que no acudían a esas iglesias eran expulsadas. Sabemos que le pasó a Shakespeare por no acudir a la iglesia. Así que si miras a un mapa de Londres, entiendes cómo funcionaba, cómo se estructuraba la ciudad. Pero cuando sucede el gran incendio de Londres, en 1666, hay una oportunidad de hacer de Londres un tipo diferente de ciudad, más en la línea de ciudades más racionales como París. Wren realiza sus planos, pero no acaba de funcionar su idea, y acabamos por tener las iglesias barrocas de Hawksmoor, fuera de las murallas de la ciudad, en la zona del Este, donde nadie quería estar, la zona de los cementerios, de los muertos. Esas iglesias están totalmente codificadas, símbolos de influencia egipcia, llenos de detalles, de un poder simbólico rotundo. Pero ¿qué hay ahora? Tenemos edificios como The Shard, esa torre inmensa, la más alta de la ciudad, pero no es nada, es una suerte de estructura autorefleja y narcisista sin ningún contenido, vacía. Se supone que es “una calle en el cielo”, decían, pero no lo es porque no tienes acceso a ella, no puedes caminarla a no ser que pagues 30 libras para subir en el ascensor o que puedas pagar millones de libras por un apartamento. Así que esos son los sustitutos de las iglesias, pero no tienen ningún tipo de teología o conocimiento detrás, y tampoco tienen ningún sentido de comunidad.
¿Ha realizado algún tipo de ritual al respecto?
Lo que hice hace poco fue medir la altura de The Shard, y caminar la misma distancia alejándome de él para ver qué había. Aquello me llevó a la prisión de Marshalsea, que era la cárcel de los morosos, de los que no podían pagar sus deudas, y que fue privatizada para hacer negocio de ello. Es una prisión en la que fue encerrado el padre de Dickens. Ahora hay un parque, que tiene un muro donde estaba una placa que informaba de la historia de la prisión, pero con el desarrollo corporativo de la zona el muro y la placa han sido tapados, con lo que ese susurro histórico ha desaparecido. Es invisible. Todo esto tiene una resonancia mágica, el acto de caminar esa distancia me reveló una historia escondida que tiene resonancias en el presente. ¿Es eso magia o no?