lunes, septiembre 16, 2013

Ideas de escritor: Nadeem Aslam, "Mapas para amantes perdidos" -

Ideas de escritor: Nadeem Aslam, "Mapas para amantes perdidos" - LIBR...:   De la contraportada: “ Jugnu y su joven amante Chanda han desaparecido. Los rumores recorren la comunidad pakistaní en una ciudad ...



De la contraportada: “Jugnu y su joven amante Chanda han desaparecido. Los rumores recorren la comunidad pakistaní en una ciudad al norte de Inglaterra. Entonces, una nevada mañana de enero, los hermanos de Chanda son arrestados por asesinato. Mapas para amantes perdidos narra las cuatro estaciones siguientes, durante las cuales se abre el corazón de una familia prendida en una encrucijada de culturas, pasiones y religiones”.




El escritor británico de origen pakistaní Nadeem Aslam declara que su padre (un exiliado del régimen de Zia) le dijo en una ocasión, al principio de su carrera literaria que, escribiera lo que escribiese, nunca escribiese de otra cosa que del amor. Y así empieza esta historia. Y solo (¡solo!, como si tal cosa no bastase por sí misma) en eso podría haberse quedado. Sin embargo, acabó siendo mucho más.  


El novelista nos regaló en 2004 (traducida al castellano al año siguiente por Alfaguara) un bellísimo relato, bajo el evocador título deMapas para amantes perdidos, que, en esencia, y si hubiera que resumirlo en una sola palabra, habría que decir que se trata de una historia sobre el conflicto: los conflictos entre generaciones, entre culturas, entre religiones, entre concepciones políticas y filosóficas, entre amantes y cónyuges, entre amigos y enemigos …


Aslam es un autor nada prolífico, que se demora concienzudamente en la construcción de sus novelas (la presente parece ser que tardó una década entera en completarla), y eso se nota en el resultado final; del cual lo primero que sorprende es la riqueza y a veces casi excesiva profusión de sus originales símiles, que en algún momento nos hacen dudar de si estamos leyendo una novela o un poema en prosa.


Es uno de esos libros sobre la gloriosa grandeza de los fracasos estrepitosos, sobre los convenios “monstruosos” (si es que nos es lícito poner esas dos palabras por junto) a los que inevitablemente tenemos que llegar para poder seguir adelante; uno de esos volúmenes que, sin pretenderlo específicamente, enseñan muchas cosas, sobre todo de uno mismo, de las propias contradicciones, a través de las actitudes, no siempre tan ajenas como cabría esperar, de unos personajes muy bien armados, con entidad real, con respiración, contradictorios, vivos.


Con todo, algún momento hay en que Shamas es tan bondadoso que resulta poco creíble. En cuanto a Kaukab, el personaje femenino “central”, que representa la inflexibilidad de la convicción (hay que tener en cuenta que estamos hablando de alguien que obliga a un bebé a observar el Ramadán) en principio resulta difícil sintonizar con ella, tenerle simpatía incluso a pesar de que sufre y de no es un ser malintencionado … hasta que, abandonado el libro, es a quien más recuerda el sorprendido lector; de donde cabe deducir, sin lugar a dudas, que un impacto semejante solo puede deberse a la extraordinaria entidad que tiene como personaje. Como contrapunto de ella está su seráfico cuñado Jugnu, tan arrebatado de amor que es completamente ajeno a lo que sucede a su alrededor y que, por tanto, no puede más que hacernos esbozar una compasiva sonrisa.


Como ocurre o suele ocurrir en toda obra, algunos pasajes, o más bien algunas escenas, son irrelevantes para la trama principal (encuentro en el lago de Suraya y Charag, p. e.), e incluso algún episodio hay injustificado o inacabado: quizás el momento más llamativo del libro, por motivos no estrictamente literarios, sea el antepenúltimo capítulo, magistralmente narrado con el ritmo de lo inexorable, pero que, en mi humilde opinión, no debería haberse incluido: hubiera quedado mejor en el misterio, en la suposición de lo que pudo ser y probablemente fue rodeada por la niebla de la incerteza. Sin embargo, Aslam da ahí la impresión de pretender un ajuste de cuentas cultural en toda regla con los personajes implicados (y, por extensión, con la numerosa comunidad pakistaní en Inglaterra), que pretenden dar lecciones de moralidad pero tienen a cada cual más que ocultar.


También es de destacar, por último, un tema crucial en el libro, pero no nombrado de forma expresa más que colateralmente, cuando se saca a la palestra la difícil relación entre Kaubab y su hija: el sometimiento femenino, del que se exploran múltiples caras, y que fructifica en que, en general, las mujeres del libro salgan peor paradas y hayan de afrontar destinos más adversos que sus congéneres masculinos.


En definitiva, una buena novela, una interesante historia sobre seres que, a menudo de forma invisible, habitan nuestro espacio y que, después de todo, sufren y acarrean unas cuitas no tan diferentes de las nuestras.

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