miércoles, marzo 21, 2018

El deshielo de China y el Vaticano

El deshielo de China y el Vaticano

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Peregrinos chinos con banderas saludan al Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, Vaticano. Andreas Solaro/AFP/Getty Images





Las dos diplomacias más antiguas del mundo se dan la mano.
Diplomacia del arteOstpolitik, pragmatismo de Pekín y la Santa Sede… Todo parece válido para explicar el camino emprendido por el líder chino, Xi Jinping, y el papa Francisco para poner fin a casi siete décadas de desencuentro entre el Vaticano y la República Popular China. Con el telón de fondo del intercambio de 40 obras de arte para exposiciones simultáneas en el museo etnológico Anima Mundi y la Ciudad Prohibida, que se inauguran en las próximas semanas, está prevista una nueva reunión en Roma de la Comisión Mixta que, en diciembre pasado, negoció en Pekín un acuerdo sobre el nombramiento de obispos, el mayor escollo para la normalización de las relaciones bilaterales.
Pese al secretismo que rodea las conversaciones, la agencia de noticias Reuters reveló el mes pasado que el acuerdo estaba listo para la firma, después de ciertas concesiones por ambas partes. De concretarse, permitiría unir a las dos iglesias existentes en China: la iglesia católica patriótica, bajo los auspicios del Partido Comunista Chino (PCCh), que congrega a unos nueve millones de fieles, y la iglesia clandestina, reconocida por el Vaticano, con unos tres millones de fieles, muchos de los cuales han sufrido persecución.
El Vaticano estableció relaciones diplomáticas con China en 1942, cuando estaba gobernada por el nacionalista Chiang Kai-shek, quien al perder la guerra civil se retiró a la isla de Taiwán. El PCCh echó de Pekín al nuncio apostólico en 1951 y siete años más tarde, sin el consentimiento de la Santa Sede, ordenó obispo a Bernardino Dong Guangqing (1917-2007), confirmando una ruptura que muchos han calificado de “cismática”, pese a que Dong en los 80, cuando ya era arzobispo logró la plena comunión con Roma.
El vértigo desarrollista de la China posmaoísta y la libertad religiosa reconocida en la Constitución de 1982 han propiciado una enorme expansión de la religiosidad, con centenares de millones de chinos que han abrazado el budismo, el taoísmo, el islamismo y el cristianismo. Frente a esta eclosión, el Vaticano no quiere más ordenaciones episcopales ilícitas y ha mostrado su disponibilidad a encontrar una solución que permita recoger en su seno a todos los creyentes chinos. Para facilitar las negociaciones, desde 2006 la Santa Sede dejó de consagrar obispos clandestinos.
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Un diácono católico chino sostiene la Biblia durante Semana Santa en una iglesia clandestina cerca de hijiazhuang, China, marzo de 2017. Kevin Frayer/Getty Images
El cardenal y antiguo arzobispo de Hong Kong Joseph Zen reveló en enero que había viajado a Roma para expresar al Papa su malestar por el acuerdo alcanzado con Pekín. El prelado afirmó que los católicos de China tenían derecho a “saber la verdad”: que el Vaticano había pedido a dos obispos consagrados por Roma que dieran un paso atrás para que “dos excomulgados” ocuparan sus puestos. Uno de los obispos clandestinos, Peter Zhuang Jianjian, de 88 años, se retirará para dejar paso a uno nombrado por el Gobierno chino, que a su vez reconocerá oficialmente al anciano cardenal, quien se convertirá en “obispo emérito”. Otro obispo reconocido por la Santa Sede, Joseph Guo Xijin  ejercerá como auxiliar del que tiene la iglesia católica patriótica en la diócesis de Mindong, en la provincia costera de Fujian.
Aunque no hay una confirmación oficial al respecto, con este paso se podría avanzar hacia el acuerdo definitivo sobre el nombramiento de obispos, tradicionalmente una de las cuestiones más espinosas de la diplomacia vaticana, ya que es vista por China y otros gobiernos como una injerencia en sus asuntos internos. Entre las soluciones que se barajan está que el Papa tenga la última palabra sobre los nombres que sugiera China para ocupar la diócesis, o bien que Pekín escoja sobre una terna presentada por el Vaticano, fórmulas que ya han sido utilizadas en otros países.
El Concilio Vaticano II (1962-1965) pidió a los Estados que renunciasen a sus privilegios sobre el nombramiento de obispos. En el caso de España, Franco hizo oídos sordos, pero el Rey renunció en 1976 a los privilegios autorizados al dictador por Pío XII en 1941, oficializados en el Concordato de 1953. Según éste, el ministro de Asuntos Exteriores y el Nuncio Apostólico debían elaborar una lista, que era enviada al Papa para la elección de una terna, de la que finalmente Franco escogía al nuevo obispo. Sobre todo en los últimos años, la falta de acuerdo en la confección de las listas dejó diócesis sin cubrir durante mucho tiempo.
China y el Vaticano han intercambiado en la última década una serie de gestos públicos que muestran su acercamiento. En 2007, Benedicto XVI escribió una carta a los católicos chinos, que muchos consideraron la puerta hacia el restablecimiento de las relaciones con Pekín. “Existe un camino que recorrer para que la Iglesia católica en China sea plenamente china y plenamente católica”, escribió el actual Pontífice emérito.
En 2012, el gigante asiático envió 120 artistas de circo que actuaron ante el Papa alemán. En 2014, en un viaje a Corea del Sur, autorizó a cruzar su espacio aéreo al Papa Francisco, quien le envió un telegrama de saludo y, en enero del año pasado, se manifestó dispuesto a ser el primer pontífice en visitar el Imperio del Centro. Además, el pasado mayo, “en nombre del pueblo chino”, Pekín le regaló dos obras del pintor Zhang Yang, y ahora, este nuevo paso de la diplomacia del arte engalanará sus respectivos museos con exhibiciones únicas.
Zhu Jiancheng, director del gubernamental Foro de Inversión Industrial de la Cultura China, que gestiona las exposiciones en el exterior y es uno de los principales vehículos del poder blando chino, señaló en noviembre pasado al anunciarse el intercambio artístico que confiaba en que este refuerce la amistad entre Pekín y el Vaticano, construya confianza mutua y “contribuya a la normalización de las relaciones diplomáticas”. Este último punto es el que más interesa a China, pero es muy doloroso para la Santa Sede, pese a que hace más de una década que lo considera “prioritario”.
El Vaticano es el único Estado en Europa que aún mantiene relaciones con Taiwán, donde hay unos 300.000 católicos, incluido el vicepresidente Chen Chien-jen. La Iglesia está muy bien asentada y regenta cinco universidades, colegios, escuelas y orfanatos. Tanto los taiwaneses, como muchos de los 380.000 católicos de Hong Kong, verían la ruptura de relaciones con la llamada “isla rebelde” como una “traición”, como no se ha privado de decir públicamente el cardenal Zen.
Tanto el portavoz oficial del Vaticano, Greg Burke, como el cardenal Pietro Parolin, encargado de las negociaciones con China, salieron al paso de las declaraciones del antiguo arzobispo de Hong Kong. Burke insistió en que el Papa “está informado de manera fiel y detallada sobre los continuos pasos del diálogo entre la Santa Sede y la República Popular China”. A su vez, Parolin indicó que trata de encontrar soluciones pastorales realistas que permitan a millones de católicos vivir su fe con tranquilidad. “En China no existen dos iglesias, sino dos comunidades de fieles que están llamadas a cumplir un camino progresivo de reconciliación hacia la unidad”, subrayó.
Fuentes diplomáticas señalan que el enorme debate que sigue existiendo entre los católicos partidarios y los detractores del acercamiento a la República Popular entorpece las negociaciones, por lo que no se prevé que se anuncie un acuerdo sobre el nombramiento de los obispos antes del verano. Señalan también que es “bastante improbable” que se produzca al mismo tiempo el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Pekín y la Santa Sede.
En los últimos años, se ha hecho frecuente que grupos religiosos católicos fieles a Roma compartan iglesias con los de la asociación católica patriótica e impartan talleres y clases en sus centros, que están abiertos al público y tienen los permisos necesarios. Este acercamiento es el que mueve a los obispos nombrados por el PCCh a impulsar las relaciones con la Santa Sede.
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Un niño recibe la Eucaristía de un sacerdote en una iglesia católica en la provincia de Hubei durante la Navidad. STR/AFP/Getty Images
Para el Vaticano no es un problema menor la consecución de libertad y garantías para que sus fieles puedan practicar sus creencias sin miedo a represalias, represión o persecución. Para el PCCh, obsesionado con la estabilidad social y que ya enfrenta dificultades con las comunidades budista e islamista de Tíbet y Xinjiang, respectivamente, donde al sentimiento religioso se une una creciente aspiración independentista, encauzar, junto con la Santa Sede, la religiosidad de los 12 millones católicos actuales, y de otros potenciales creyentes, supone también un espaldarazo tanto en clave interna como externa.
El presidente Xi Jinping, durante la celebración del XIX Congreso del PCCh en octubre pasado, señaló que no se tolerará que bajo el disfraz religioso se amenace la seguridad nacional o se promocione el separatismo. Todas las religiones deben tener una “orientación china”, señaló al destacar la importancia de la defensa del modelo “socialista con características chinas”.
Los distintos credos cristianos se han extendido muchísimo por todos los rincones del país. El protestantismo cuenta con unos 80 millones de fieles, sobre una población de 1.380 millones. En los últimos meses, el nuevo control religioso ha llevado a las autoridades a destruir algunas iglesias y a quitar de otras las cruces y los llamamientos externos a los fieles para evitar el proselitismo. También han sido expulsados varios representantes de una iglesia surcoreana, que se dedicaba a apoyar a los norcoreanos huidos del régimen de Kim Jong-un.
Pekín teme que entre los creyentes puedan surgir sectas incontroladas y que haya que hacer frente al escándalo de un suicidio masivo o a conflictos como el creado por Falun Gong, un movimiento de carácter budista que fue ilegalizado en 1999 después de que su líder y fundador, Li Hongzhi, desafiara desde Nueva York en términos de credibilidad al entonces presidente chino Jiang Zemin.
Trazada la hoja de ruta del acercamiento entre Pekín y el Vaticano, todavía hay escollos de peso que dificultan la recta final. La decisión adoptada el domingo, 11 de marzo, por la Asamblea Popular Nacional de eliminar la cláusula constitucional que limitaba la jefatura del Estado a dos mandatos de cinco años, no ayudará a levantarlos. Occidente cuestionará cualquier movimiento del papa Francisco que facilite el reconocimiento del Gobierno de Pekín en un momento que apunta hacia el endurecimiento del régimen en torno al PCCh y a la permanencia en el poder sine die de Xi Jinping.

martes, marzo 20, 2018

El hombre que salvó el mundo | Anónimo con nombre

El hombre que salvó el mundo | Anónimo con nombre



Stanislav Petrov (imagen de diariopolitica.com)

Stanislav Petrov (imagen de diariopolitica.com)



Pongámonos en situación. Estamos en plena Guerra Fría. En el mes de marzo Ronald Reagan había anunciado el comienzo de la Guerra de las Galaxias y, el 1 de septiembre de 1983, un avión civil surcoreano invade el espacio aéreo de la URSS y es derribado por el ejército soviético con 269 personas a bordo, entre las que se encontraba un senador estadounidense. Día tras día, la tensión aumentaba a ambos lados del telón de acero y en el búnker Serpujov-15, que albergaba el Centro de Alerta Temprana de la inteligencia militar soviética (en Kaluga Oblast, a unos 100 kilómetros de Moscú), iba a superar todo lo imaginable.

La noche del 25 de septiembre de 1983, el coronel Petrov es convocado en su día libre para cubrir la baja de un compañero enfermo. Sus tareas en el búnker consisten en la evaluación de los datos de los satélites para detectar cualquier amenaza. En el caso de que es amenaza se considere suficientemente grave, debería informar a un superior para que fuese este el que ordenase el contraataque nuclear. Eso es lo que indicaba el protocolo.
A las 00.14 del 26 de septiembre, saltan las alertas. Los sistemas informan del lanzamiento de un misil nuclear desde Estados Unidos. Petrov desestimó la amenaza al considerar que, si realmente se tratase de un ataque, habrían lanzado cientos de misiles y no solo uno. En los siguientes cinco minutos fueron apareciendo nuevas alertas, hasta un total de cinco.
A Petrov aquello no le encajaba. Tenía diez minutos para tomar una decisión: defender la URSS y provocar la III Guerra Mundial o confiar en que las alertas fuesen un error del sistema y arriesgarse a que cinco misiles nucleares se estrellasen en suelo soviético.
El trabajo de Petrov era evaluar y eso fue exactamente lo que hizo. Estados Unidos no tenía un sistema de defensa para poder defenderse de una ataque balístico, por lo que, si atacaban la URSS con armas nucleares, estaría condenando a toda su población. «Ese gran imbécil no ha nacido todavía. Ni siquiera en los Estados Unidos», concluyó. Así que informó de un error en el sistema.
Los minutos siguientes fueron de una tensión inimaginable. 120 personas en un búnker cerca de Moscú preguntándose si la decisión de Petrov era la correcta mientras las sirenas seguían sonando.
Pocos segundos antes de que los misiles se estrellasen en Moscú, las alarmas se apagaron. Los 120 militares soviéticos del búnker Serpujov-15 se abalanzaron sobre él y lo aclamaron como a un héroe. Incluso llegó a ser propuesto para una condecoración.
Stanislav Petrov en un fotograma de la película documental The man who save the world
Stanislav Petrov en un fotograma de la película documental The man who save the world.

Un reconocimiento tardío

Dadas las circunstancias internacionales y con Estados Unidos desarrollando su proyecto de la Guerra de las Galaxias, el Ejército Rojo no podía permitirse reconocer que sus sistemas de alerta temprana no eran fiables. Por eso, en lugar de la medalla que se merecía, recibió como única recompensa una degradación y una prejubilación. Y el ostracismo.
Hasta 1998. En un libro de memorias, Yury Votintsev, comandante en jefe de Petrov, contó lo ocurrido. El Incidente del Equinoccio de Otoño, como se conoció por fin se daba a conocer. Recibió numerosos premios y reconocimientos y fue el protagonista de la película documental The Man Who Saved the World (dirigida por Peter Anthony en 2014)
Se calcula que la decisión de Petrov salvó la vida de entre tres y cuatro mil millones de personas.

«No soy un héroe»

En septiembre de 1983, con 44 años recién cumplidos, Petrov fue el responsable de evitar el comienzo de la III Guerra Mundial y la aniquilación de la Humanidad. «No soy un héroe. Solo fui la persona adecuada en el lugar adecuado». Sabe que hizo lo correcto, pero no se vanagloria de ello; sabe que la mayoría de los militares de su época (de uno y otro bando) habrían seguido el protocolo, aún sabiendo lo que implicaba; sabe que su degradación y su retirada forzosa fueron injustos, pero no siente rencor.
Necesitamos más no-héroes como Stanislav Petrov.

lunes, marzo 19, 2018

“El origen del mal” de José Carlos Somoza, historia de un  espía franquista | Periodistas en Español

“El origen del mal” de José Carlos Somoza, historia de un  espía franquista | Periodistas en Español







“La vida de un espía consiste en conocer muy bien a las personas y la de un escritor también”

Somoza el origen del mal portadaEl escritor José Carlos Somoza regresa a la novela negra con ‘El origen del Mal’, una novela negra histórica inspirada  en la vida del militar y falangista Víctor Martínez-Simancas, que vea de “ideales, espías y enfrentamiento entre culturas”.
De adolescente y joven falangista a militar, agregado consular y espía franquista en los territorios del norte de Africa que estaban a punto de poner fin a su dependencia-colonización de España cuando, en palabras del autor, “el pueblo musulmán cobró casi por primera vez vigencia en nuestra cultura occidental moderna”, el protagonista, Angel Carvajal, es un hombre que ha crecido con los ideales que le acompañan desde la infancia y cree en la patria como “unidad de destino”, lo mismo que en la amistad y la lealtad.
Carvajal comparte el relato con otro personaje nada secundario, un escritor sin nombre al que “su amigo librero”, también innominado, ha entregado para su lectura una autobiografía escrita por Carvajal en 1957, encontrada por casualidad y que comienza con la inquietante frase “Estoy muerto”. Espía y escritor que, en opinión de Somoza, comparten características vitales.
Una narración que se lee con interés a pesar de que en ella escasean los diálogos y se prodigan frases anticipatorias, del tipo “no sabía que esa noche…”, lo que sin duda apuntala la intriga, que no el misterio, porque el desenlace es hasta cierto punto previsible. Lo que aquí se cuenta no son los avatares de un elegante agente del M5 británico sino algo más parecido a las truculentas actuaciones que al día de hoy siguen rigiendo en un espionaje sucio, como el soviético en su día y hoy ruso, en el que a las misiones oficiales se superponen también los fundamentalismos, en este caso los propios de los franquistas años ’50, y las venganzas personales resueltas como crímenes puros y duros.
José Carlos Somoza, quien nació en La Habana en 1959 y llegó a Madrid con su familia cuando aún no había cumplido un año, y que reconoce “haber crecido añorando una patria que ya no estaba”, ejerció la psiquiatría hasta 1994, momento en que tras publicar una decena de obras y ganar importantes premios internacionales de novela negra, empezó a dedicare únicamente a la literatura. Al día de hoy ya ha duplicado el número de novelas publicadas –entre ellas destacan “La caverna de las ideas”, “Clara y la penumbra” o “La dama número trece”, llevada al cine por el director catalán Jaume Balagueró– y ha asentado un reconocimiento internacional.

domingo, marzo 18, 2018

Los prolegómenos del Mayo del 68 francés: El "Movimiento 22 de Marzo" - Daniel Bensaid, Henri Weber

Los prolegómenos del Mayo del 68 francés: El "Movimiento 22 de Marzo" - Daniel Bensaid, Henri Weber | Sin Permiso



Hace cincuenta años, 150 estudiantes se encerraban en la Universidad parisina de Nanterre y constituían el "Movimiento 22 de Marzo". La historia de como se llegó a este encierro y como se convertiría en la chispa que haría estallar el Mayo del 68 francés la recogieron poco después en un libro, "Mayo del 68: Un ensayo general", dos de los protagonistas de aquellos acontecimientos: Daniel Bensaïd y Henri Weber. El paso del tiempo muestra inclemente todas las limitaciones de los análisis de la época, pero no obvia la importancia del testimonio "en caliente" de lo que pensaba un sector significativo de los jóvenes revolucionarios del Mayo del 68 francés. De ese libro hemos extraido una serie de capítulos sobre como nació el "Movimiento 22 de Marzo". SP
Movimiento estudiantil antiguo y nuevo
Durante mucho tiempo, los estudiantes militantes de vanguardia, preocupados por la difícil dialéctica de las relaciones entre partido y sindicato, se esforzaron en calcar en la UNEF el modelo de los sindicatos obreros. Ese mimetismo estrecho, víctima del vocabulario y a veces de los esquemas estalinianos, trataba de confirmar a la vanguardia en su papel. Se habla de huelga, de lucha sindical, más por voluntad de identificación que por afán de análisis.
En verdad, la UNEF captó la atención de las masas en función de acontecimientos políticos sucedidos fuera del campo universitario. Durante la guerra de Argelia, mientras el PC caía en el oportunismo más adocenado, la UNEF pasaba, al contrario, de asociación corporativa, conservatorio del folklore estudiantil, a la organización política de masas, gracias a la firmeza de sus posiciones.
Acabada la guerra de Argelia, algunos dirigentes de la UNEF, cuidando de evitarle las fluctuaciones de la coyuntura internacional y de darle una plataforma permanente de acción, idearon una línea y una ”pedagogía” sindicales, partiendo de los intereses universitarios de los estudiantes para inducirlos, sin apriorismo político, a entender la función social de la universidad burguesa. Como el todo determina la parte, esa función era perceptible en el contenido y los métodos de enseñanza, y de ahí debía salir la impugnación.
Entró entonces la UNEF en un periodo de estancamiento y hasta de deterioro. Fuera de toda lucha, era el momento de interminables debates escolásticos sobre la virtud revolucionaria, ”no integrable”, de tal o cual consigna. La UNEF se convertía en el refugio de los militantes de vanguardia que habían roto con la UEC. Allí no podían hacer otra cosa que rumiar un programa revolucionario para el movimiento estudiantil y comprobar la incompatibilidad de ese programa con el reformismo del movimiento obrero. Pensando que la UNEF era un sindicato no se podía pensar en enlazar las luchas estudiantiles y las luchas obreras sino en términos de intersindicalismo. O sea partiendo de ”problemas comunes” considerados como temas de conexión: el empleo, la formación, el seguro social. Además, desentrañar las raíces económicas comunes a las luchas obreras y estudiantiles parecía propio del marxismo más ortodoxo...
El vicio de razonamiento, como hemos visto, reside en el postulado inicial que concibe a la UNEF a imagen y semejanza del sindicato obrero, la politización progresiva de los estudiantes a partir de sus intereses económicos, a imagen y semejanza de la politización de los obreros. Sin embargo, la UNEF, como ”organización de defensa de los intereses homogéneos de los estudiantes”, pronto deja ver su incoherencia. No puede reducirse el conjunto de los estudiantes a un factor común: su presencia en la Universidad. Eso sería mutilar la complejidad de su posición. No todos tienen el mismo origen, y sobre todo no todos tienen el mismo porvenir. Sin embargo, en todas las facultades y en todas las disciplinas se halla la bipartición del movimiento estudiantil en ”derecha” e ”izquierda”. La verdad es que la clave del movimiento estudiantil se halla en otra parte que en la Universidad: en el contexto político general.
Muy pronto se ve que la UNEF no constituye ya la estructura de movilización de masas del estudiantado. La nueva generación estudiantil ha llegado a la política en un contexto específico, nacional e internacional, muy diferente del contexto de 1962. Su marco de referencia política está por ello considerablemente cambiado. En particular, la nueva generación estudiantil no comparte el mimetismo estrecho de las mayores respecto de las organizaciones obreras. Su rebeldía política no está expresada en el diario y rutinario ajetreo de la actividad ”sindical”. Su voluntad de acción, de réplica, de debate, no se halla a gusto en las estructuras sindicales, propicias a las emboscadas de tendencias, a las batallas de mociones, a las maniobras en los pasillos. La organización sindical, la clase de conflictos que implica, la práctica militante que permite, no responden ya a lo que esperan los estudiantes.
En el marco del reflujo, ese estado de hecho se manifestaba simplemente por la desafección masiva. En el contexto general de incremento de las luchas, se manifiesta por la aparición espontánea de nuevas formas de organización. Los comités de acción de las secundarias rechazan ya categóricamente el juego del sindicato. Los CAL no quieren ser una sección sindical de la secundaria; se afirman inmediatamente como organización política que agrupa a los estudiantes de secundaria de extrema izquierda que están de acuerdo con cierto tipo de acción. El nuevo movimiento estudiantil se forma en Nanterre en la primavera de 1968. En rebeldía ante las estructuras ”sindicales”, es de la misma naturaleza que los movimientos berlinés o italiano. Los dos movimientos estudiantiles, la UNEF y el ”22 de Marzo” coexisten algunos meses, sin entenderse. Y a principios de mayo, el ”22 de Marzo” va a París.
El modelo nanterrés y el ”22 de Marzo”
Durante el año, la prensa ha tratado de exorcizar el ”fenómeno nanterrés” presentándolo como una excentricidad casi exótica; en cuanto a la estación de la ”Folie” (Locura), servía para sugerir una sombría fatalidad procedente de lo más recóndito de la historia. La facultad de Nanterre, de construcción reciente, no tiene tradiciones, ejemplos ni rodajes bien rodados; en ese terreno privilegiado, las luchas estudiantiles recorrieron en un año, con una pureza que nos deja estupefactos retrospectivamente, la evolución política tipo.
La escalada reivindicativa y sus callejones sin salida
No es posible comprender el ”22 de Marzo” sin volver a la ”gran huelga” reivindicativa de noviembre de 1967. Mientras una semana antes, en un mitin de la UNEF se congregaban 500 personas, la huelga partió de la base, casi espontáneamente. Dos grupos de TP (Trabajos Prácticos) de primer año del segundo ciclo de sociología suspendían las labores ante la incoherencia de las equivalencias. Los militantes que habían puesto en marcha el movimiento recorrían la sección de Ciencias Humanas, y pronto se extendía el movimiento como una mancha de aceite. La UNEF, embrionaria y balbuciente, quedaba subsumida. Diez mil estudiantes estuvieron ausentes de los cursos durante ocho días, para organizarse sobre el terreno y elaborar cuadernos de reclamaciones.
La plataforma reivindicativa era políticamente modesta: revisión de las equivalencias, máximo de 25 estudiantes por grupo de TP para conseguir un encuadre pedagógico decente, oposición al control administrativo de la asiduidad, más reivindicaciones materiales relativas a la biblioteca y la piscina... Una plataforma tan poco ambiciosa, tan razonable incluso iba a poner al descubierto lo que era el mecanismo administrativo cuando se planteaba el problema de la negociación en los diversos niveles.
En el nivel de la disciplina, los delegados de TP elegidos se reunían con los profesores; en el nivel de la facultad, un comité de huelga en el que había sindicados y no sindicados se reunía con la asamblea de facultad. Algunos de los profesores más avanzados pensaban hacer de esas comisiones paritarias ejemplos de renovación de la Universidad, capaces de quitar peligrosidad al movimiento y de integrarlo. Pero hubiera sido necesario tener algo que negociar...
En un artículo de Le Monde se quejaba el sociólogo Touraine de la centralización del poder y pedía que los centros de decisión se desmultiplicarán con el fin de que las comisiones paritarias pudieran tomar en consideración las reivindicaciones estudiantiles y tuvieran algo con qué tratar; porque sin eso resultarían ellos impotentes, inútiles, y lanzarían el movimiento estudiantil hacia otras soluciones. Sin poder y sin medios, cada ”responsable” se escudaba en su superior jerárquico. La escalada reivindicativa debía pasar por el consejo de sección, el consejo de facultad y el decano para llegar a aplastarse, ya sin aliento, contra el todopoderoso ministerio, atrincherado fuera del alcance del ghetto nanterrés.
Desde ese momento una sencilla lógica de sentido común, aunque fuera aristotélica, escolástica, universitaria y no dialéctica, permitía sacar las dos grandes lecciones de aquel asunto.
a) El movimiento reivindicativo se había atascado tras haber obtenido satisfacción en algunos puntos mínimos. Argumentando con las estadísticas oficiales, con los imperativos a breve plazo de la economía, con gallos de pelea, con V Plan y reglamentos, el ministerio (el Estado) respondía ‘niet’ en lo esencial. De donde deducían los más avisados que el problema era ”en última instancia un problema político”: el de la elección (por la burguesía) de los objetivos prioritarios de la economía (capitalista) a que debía subordinarse la Universidad. O bien se inclinaba uno ante la razonable argumentación del ministerio (y muchos estudiantes lo hicieron así, porque veían en ello la expresión de ”sus intereses bien comprendidos”) o bien rechazaba el principio último (el beneficio capitalista) que le asestaban y cavilaba cuáles serían los medios de la lucha, consciente ya, en el terreno político donde se planteaba a todas luces.
b) De esta primera lección se deducía una segunda: luchar políticamente contra las prioridades capitalistas del gobierno significa luchar junto a la fuerza realmente resuelta a derribar el sistema, o sea la clase obrera. Pero la clase obrera no es una esencia metafísica, y se manifiesta por medio de sus organizaciones. Ahora bien, las directivas obreras actualmente reconocidas por las masas no tienen por objetivo derribar el sistema sino ser admitidas en él. Todavía lo probaban al día siguiente de la huelga de Nanterre replicando (tardíamente) a las ordenanzas... con el 13 de diciembre.
Se planteaba aquí dolorosa y concretamente el problema de la conexión entre las luchas estudiantiles y las obreras: para derribar la universidad burguesa es necesario luchar junto a las organizaciones obreras contra la sociedad capitalista en su conjunto; pero las organizaciones obreras... La huelga presentaba claramente la gama de las posibilidades:
—O bien la UEC es lo bastante fuerte para ponerse a la cabeza de las luchas estudiantiles y reintegrarlas al seno de las fuerzas democráticas. Pero la UEC es débil...
—O bien las direcciones obreras vuelven de repente a ser revolucionarias y reconocen a las vanguardias estudiantiles como posibles interlocutoras. Pero esto es prestidigitación, no política...
—O bien, fieles a una línea teóricamente justa de acuerdo con el incremento de las luchas obreras, los militantes tratan de practicar, dentro de la lógica ”sindical”, el intersindicalismo a partir de temas convergentes, como la oposición a la rentabilidad capitalista de la Universidad y el derecho a una instrucción polivalente y completa. Y aquí, el margen de maniobra es escaso y casi paralizante...
—O bien el movimiento estudiantil se desarrolla según su propia dinámica de impugnación de la universidad burguesa y de la sociedad capitalista... con riesgo de aislarse de las ”masas”, ”del pueblo”, de las ”capas laboriosas” y de sus organizaciones. Entre el callejón sin salida y el círculo vicioso, los hechos, de tiempo atrás muy tercos, ayudaron a decidir.
El segundo aliento
El reflujo no se los llevó a todos. Los militantes nacidos con la huelga y que la sobrevivieron se interrogaban, deseosos de asegurar la continuidad del movimiento. Y como el fuego oculto acaba por asomar en algún lugar, el segundo trimestre del año universitario estuvo constantemente sembrado de leves escaramuzas.
El final de la huelga se había señalado por una anécdota que hacía adivinar los acontecimientos ulteriores. En una asamblea deliberativa a que asistía el comité estudiantil de huelga, H. Lefebvre declaró que en el debate había trampa, ya que en el mismo momento en que se discutía con los estudiantes se hacían a espaldas de ellos ”listas negras”. El decano Grappin respondió que aquello de las listas negras era una fábula. Y H. Lefebvre: ”Si es una fábula, uno de los dos es un mentiroso. ¡Pido un jurado de honor! ” A lo cual repuso un profesor de historia, reaccionario lleno de celo: ”La actitud de H. Lefebvre demuestra que fue él quien fomentó la huelga.” y H. Lefebvre: ”No tuve ese honor, señor.”
El incidente quedó así. Pero la idea de represión policiaca se abrió camino entre los estudiantes. En enero, en la inauguración de la piscina, Cohn-Bendit interpelaba a Misoffe acerca del libro blanco de la juventud, y el ministro respondía como un vulgar fascista... con amenazas a Cohn- Bendit de expulsión del territorio francés. El 29 de enero, los militantes replicaban exponiendo en los vestíbulos de la facultad tableros con fotos de la represión donde figuraban entre otras esas caricaturescas figuras con sombrero flexible que recorren los pasillos de la facultad. Fue entonces cuando el decano Grappin cometió su garrafal desacierto: envió a la facultad dos camiones de polizontes para ilustrar en carne, hueso y uniforme el concepto abstracto de represión policiaca. Los sacaron vigorosamente de los edificios a bancazos, y del terreno de la Universidad a pedradas y estacazos.
Pero fue la detención de Xavier Langlade y de varios miembros del CVN, después de la incursión del 20 de marzo contra el ”American Express”, la que sacó a la luz pública este proceso oculto de maduración. El 22 de marzo, para exigir la libertad inmediata de Xavier Langlade, los militantes se apoderaban de la emisora central de la facultad, pintaban consignas en las paredes interiores, organizaban varios mítines durante el día y terminaban ocupando en la noche la gran sala del consejo de facultad. Y allí, 142 de los 150 participantes votaban un día de acción para el viernes 29, que consistiría en reemplazar los cursos por debates sobre:
— luchas antimperialistas,
— luchas estudiantiles, luchas obreras,
— luchas estudiantiles en las democracias populares, — universidad y universidad crítica.
El jueves 28, cuando se estaba en plena preparación para el día siguiente, el decano anunció solemnemente por micrófono la suspensión de los cursos por dos días. (Su primera intención había sido cerrar por completo la facultad, pero el ministro Peyrefitte se había negado... por quedar bien...) Inmediatamente se celebró un mitin espontáneo en que los residentes, que ya habían abolido de hecho hacía más de un mes el reglamento interno de la ciudad universitaria acerca de la libertad de circulación por los cuartos y de la libertad de expresión, ponían sus locales a disposición del movimiento para que en ellos se celebrara la jornada prevista de debates.
El viernes 29, quinientos estudiantes participaban en esos debates en un ”campus” desierto, estrictamente vigilado por dos columnas de CRS (Compañías Republicanas de Seguridad). Y como hacía buen tiempo, se esparcieron por los prados.
Aquella jornada era ya un éxito y demostraba que el puñado de ”exaltados” no estaba tan aislado como querían dar a entender. Además, el nivel político de las comisiones revelaba una politización que ninguna estructura existente hasta entonces había permitido expresar. Pero el objetivo no se había logrado todavía: se intentaba presentar la expresión política como un accidente anormal en la vida de la Universidad, mientras nosotros queríamos que se desarrollara en las condiciones normales, cotidianas de la facultad. De ahí la organización de una nueva jornada, el martes 2 de abril, en que se vieron desde las 10 de la mañana y en presencia de K. D. Wolff, presidente de la SDS, 1 200 estudiantes, amasados en un anfiteatro, canturreando ”;Che! ¡Che! ¡Guevara! ” y ” ¡Ho! ¡Ho! ¡Ho Chi Minh! ”, y dispuestos a defender su jornada contra los fascistas, la policía y la administración. Hubo un instante en que se quedaron sin luz; la administración, ante la amenaza de represalias si no la restablecían en cinco minutos, se apresuró a obedecer. Y la jornada fue otro éxito.
Tal es el resumen, por desgracia privado de la buena presentación estilística y las anécdotas que le dan sabor, de los acontecimientos que dieron origen al ”22 de Marzo”.
Las primeras enseñanzas del ”22 de Marzo”
a. la libertad política
La consecuencia inmediata de la movilización de marzo en Nanterre fue la instauración, gracias a una relación de fuerzas determinada, de la libertad de expresión política en el seno de la facultad... Las buenas conciencias se indignaban entonces de las pinturas murales, y nosotros respondíamos que los carteles pegados en las paredes los destrozaba la administración, y las pinturas, no. Cuando tuviéramos libertad de expresión, los periódicos murales reemplazarían a los ”graffiti”.
El decano Grappin acabó por ceder ante el hecho consumado. Al tolerar explícitamente la libertad de expresión política en la facultad creaba un precedente nacional susceptible de hacer escuela. Y precisamente en un momento en que la burguesía, consciente del peligro, hacía cuanto podía por sofocar el menor germen de agitación en la juventud escolarizada (como por ejemplo, en el asunto del Condorcet).
b. el modelo organizativo
En Alemania, la SDS representa una corriente política de masas donde tienden a diferenciarse familias políticas. En Francia, las familias políticas están ya estructuradas y se neutralizan en el tablero de la UNEF, transformando cada asamblea general en un interminable concurso radiofónico popular. En Nanterre, por el contrario, se ha constituido un movimiento de masas en que participan muchos elementos no organizados y algunos grupos (principalmente ”anarquistas” y JCR) a costa de concesiones recíprocas y sobre la base de una experiencia política común que es el punto de partida en el debate, sin que sea cuestión previa para la acción el acuerdo sobre una ”línea”.
En ese movimiento, los militantes realizaban la experiencia de la democracia directa, los ”no organizados” censuraban el sólito afrontamiento intergrupuscular, de modo que se produjo un desvanecimiento de las fronteras que separaban a los grupos, y sobre todo un ensanchamiento considerable de la esfera de influencias de los militantes vanguardistas. Eso era lo que no habían previsto ni el gobierno ni el PC. Tal cosa se hizo posible en un periodo de intensificación de las luchas:
— por el consenso de los grupos de vanguardia no sectarios dispuestos a ver el interés del movimiento antes del suyo propio;
por el fenómeno de autocensura de masas.
Pero en el periodo de reflujo, con la deserción de los no organizados o su adhesión a un grupo dado, el movimiento tiene tendencia a estallar o a grupuscularizarse, como lo confirma la evolución del ”22 de Marzo”.
En un primer tiempo no puede tener línea ni dirección. No puede tener dirección porque no está estructurado (la estructuración se efectúa progresivamente en forma de equipos o comisiones), porque la dirección no podría entonces ser otra cosa que la emanación de un grupo hegemónico o de un acuerdo entre grupos, lo que en ambos casos es como quebrantar el movimiento por la exclusión de los no organizados. No puede tener línea porque la línea emerge lentamente, ”por la acción”, de los debates en comisión, sin que ninguna de las líneas competidoras pueda imponerse totalmente.
Lo que funda entonces la unidad de tal movimiento es el acuerdo sobre un tipo de acción más que sobre tesis políticas. Las mismas siglas del ”22 de Marzo” son reveladoras, porque aluden a una intervención precisa y no a un contenido político. En un periodo de reflujo provisional, cuando se requieren perspectivas a mediano o largo plazo, ”la preeminencia de la acción” que al principio fue la que dio al movimiento éxito y excelencia, lo conduce al activismo sin debates, porque es el único modo de conservar artificialmente su unidad.
c. la universidad crítica
Jamás fue ambiguo el debate en Nanterre acerca de la función de la ”universidad crítica”. No se trata de declarar que la clase obrera ya no existe, de hacer de la Universidad el campo de la lucha de clases en forma de conflicto entre educador y educado, de fundar, so pretexto de universidad crítica, una universidad socialista, alternativa de la universidad burguesa. La universidad crítica en cuestión no es una institución sino un hogar y un proceso permanente de agitación según el principio ”de la impugnación de la universidad a la impugnación de la sociedad capitalista”. Para los estudiantes en lucha está claro que no transformarán la Universidad, que esa transformación depende de la del conjunto de la sociedad por la acción revolucionaria de la clase obrera.
Lo que queremos es que en la universidad crítica la política no se evacúe con poco gasto en forma de mociones rápidamente olvidadas. En los primeros días del movimiento de Nanterre se produjo un evento ejemplar al respecto. Unos sesenta estudiantes invadieron un coloquio de profesores de español para pedirles que tomaran posición acerca de la lucha de nuestros camaradas españoles. Los profesores, con mucha indignación paternalista, les explicaron que en diversas ocasiones, en sus congresos, sin esperarles a ellos, habían votado mociones que... etc. Pero no se trataba de eso. Eso era desembarazarse un poco a la ligera de la política. Pedir cuentas a esos profesores no era una simple medida terrorista. Se trataba de probar que en Nanterre no toleraríamos que se hablara de España en una sala adornada con banderas franquistas y carteles que ensalzaban el turismo en Andalucía sin tomar posición en favor de nuestros camaradas encarcelados por el régimen franquista.
Arrancamos carteles y banderas. En la universidad crítica, cada evento en el seno de la facultad debe ser ocasión para una intervención política.
Después de la huelga reivindicativa de Nanterre nos preguntábamos: cuando no existe un partido revolucionario y cuando un partido socialdemocratizado pero poderoso tiene todavía la confianza de la clase obrera y sigue siendo su portavoz, ¿qué puede hacer el movimiento estudiantil? ¿Someterse'? ¿Suicidarse?
El ”22 de Marzo” decidió que escoger una de las dos respuestas sería aceptar responder al problema en los términos legados por el PC. La imagen de la capa pequeñoburguesa indecisa entre la burguesía y el proletariado es aquí insuficiente. No comprendemos el estalinismo como un fenómeno cuyas consecuencias no obrarían sino dentro de los límites de las organizaciones estalinianas. Si es cierto que desde hace tiempo están archimaduras las condiciones para la revolución; si es cierto que únicamente la clase obrera dirigida por un partido revolucionario puede resolver las contradicciones del imperialismo y el capitalismo mediante una transformación radical de la sociedad de todo el mundo, la capacidad o la incapacidad de sus direcciones para resolver esas contradicciones es la que determina el conjunto de la sociedad. El estalinismo ha aplastado durante cuarenta años a la clase obrera y sus posibles aliados en el campo teórico e ideológico.
En esas condiciones es natural que el dominio ideológico del estalinismo sea destruido en sus eslabones más débiles. Y el movimiento estudiantil, como permitía suponerlo la experiencia del PUA, es uno de esos eslabones preferidos, uno de esos puntos de desequilibrio coyuntural donde son rechazados conjuntamente la sociedad capitalista y el movimiento estaliniano.
La actitud del poder: del ”dejar hacer” a la represión directa
El 9 de noviembre de 1967, importantes personajes del Ministerio del Interior presenciaban la operación del cierre del Barrio Latino. Desde su punto de observación pudieron medir de visu las transformaciones que se operaban en el movimiento estudiantil. Unos meses después confesarían hasta qué punto les había impresionado la organización y la combatividad de los manifestantes. La manifestación antifascista del 7 de febrero de 1968, organizada por los CVB en respuesta a un mitin del ”Frente Unido pro Vietnam del Sur”, confirmó sus temores. Su periódico habitual los tenía al corriente de las ”increíbles violencias” que agitaban las universidades italianas, españolas, belgas, alemanas... Las consignas fueron, pues, estrictas: evitar toda medida susceptible de precipitar la erupción del volcán universitario...
Los guardias móviles volvieron a sus largos camiones enrejados. Durante cerca de ocho meses, la Prefectura de Policía se las ingenió para reducir lo más posible el contacto entre movimiento estudiantil y agentes de policía. Aparte de algunas ”torpezas”, en torno a los barrios universitarios se hizo el vacío. Hecho sin precedente, la libertad de manifestación se restableció tácitamente incluso en el Barrio Latino.
El 21 de febrero, el 14 de marzo y el 19 de abril, varios millares de estudiantes recorrían despaciosamente el centro de París sin ver un solo uniforme policial. Las autoridades lo tomaban con calma, porque vendría la bendita época de los exámenes, en que toda aquella gente abandonaría las facultades y los ”campus” para entregarse al estudio intensivo. La calma volvería a los distritos universitarios. Con el tiempo, la generalización de la Reforma permitiría lograr la calma definitiva, y el grano quedaría separado de la cizaña.
Vino el tercer trimestre, mas no la calma esperada. A la vuelta de las vacaciones de Pascua, el ”22 de Marzo” no se desmoronaba. Al contrario, su actividad se ampliaba y empezaba a inspirar a los estudiantes de provincia. En la mayoría de las ciudades universitarias se desarrollaban manifestaciones de solidaridad con Rudi Dutschke y la SDS. En Toulouse había aparecido un movimiento del ”25 de Abril”, por el estilo del ”22 de Marzo”. En Marsella, en Estrasburgo, en Caen, en Besanzón se gestaban movimientos del mismo tipo. En la Sorbona se implantaban poco a poco las nuevas formas de organización y de lucha. Unos ex militantes de la ”izquierda sindical” fundaban el MAU (Movimiento de Acción Universitaria), microgrupúsculo sin público, pero iniciador de una propaganda chistosa y provocativa contra los exámenes. La campaña del MAU tuvo la virtud de hacer perder la cabeza a la administración, que persuadida antes de que la proximidad de los exámenes calmaría la agitación, veía ahora que era la agitación la que ponía en peligro los exámenes. Ya no cabía la paciencia. Había que reaccionar, y pronto. A fines de abril cambió la actitud de las autoridades, que abandonaban su prudencia inicial y se disponían a aplastar a los agitadores. El 28 de abril detenían a Daniel Cohn-Bendit. En una publicación mimeografiada, el movimiento del ”22 de Marzo” había dado la receta del coctel Molotov. Se abrió un proceso contra X. Inmediatamente, los representantes de las organizaciones de extrema izquierda (”22 de Marzo”, JCR, UJCml, FER, ESU, UNEF y otros varios) se reunieron para preparar la respuesta. Cohn-Bendit, puesto en libertad tras unas cuantas horas de interrogatorio, participaba en la reunión. La inconsistencia del expediente hacía que la información judicial se interrumpiera. La discusión se limitaba, pues, a un intercambio de opiniones, por lo general poco ameno, acerca de la naturaleza de la represión y los modos de contestar. No tardó en darse el inevitable altercado entre delegados de la FER y de la UJCml, y éstos dejaron la sala. De todos modos se decidió lanzar una campaña política contra la represión, campaña que debía ser esencialmente ofensiva. Según una propuesta del MAU se decidió editar un anuncio manuscrito en que se denunciaba la poca tecnicidad del procedimiento de fabricación del coctel Molotov propuesto por el ”22 de Marzo” y se preconizaba otro más perfeccionado y eficaz... Nuevo incidente después de esto: los delegados de la FER se indignaron sobremanera con aquellas provocaciones irresponsables y tomaron nota de que una vez más se negaban a poner a los sindicatos obreros entre la espada y la pared. Dicho lo cual, se marcharon a su vez... La JCR, el ”22 de Marzo” y el MAU se pusieron de acuerdo acerca del proyecto de anuncio y las modalidades de la campaña contra la represión. Unos días después, 8 militantes de Nanterre iban a parar ante el Consejo de la Universidad y los amenazaban con la exclusión. La audiencia se fijaba para el lunes 6 de mayo de 1968...
Atreverse a pelear...
Los militantes estudiantes esperaban una explosión de rebeldía para el inicio del curso universitario de 1968-69. No creían desencadenar un movimiento de gran amplitud cinco semanas antes de los exámenes. Ni siquiera pensaban poder impedir el curso de las pruebas, porque juzgaban desfavorable la relación de las fuerzas. La propaganda contra el sistema de exámenes no debía acabar en acciones de sabotaje en junio. Todos estaban de acuerdo en que un bloqueo implicaba una movilización masiva y presuponía una seria campaña de explicación política. El movimiento estudiantil pensaba poner los primeros jalones nada más; la batalla sería al iniciarse el siguiente curso.
Las prodigiosas metidas de pata de la administración universitaria modificaron por completo este programa. La rectoría había tomado el camino de la represión sobre la base de un postulado clásico: la agitación universitaria la mantenía artificialmente un puñado de extremistas irrecuperables, cuya histeria chillona irritaba a la masa estudiantil. Unas semanas antes de los exámenes, la eliminación de los ”instigadores” no provocaría ninguna inquietud. Esta fábula policiaca era el credo de todas las formaciones políticas, con el PCF a la cabeza. En realidad, las ”minorías activas” no estaban nada separadas del medio estudiantil. Durante todo el año, sus tesis y sus acciones habían hallado una simpatía creciente. El estudiantado se reconocía parcialmente en su intervención. Su situación objetiva le hacía receptivo a su propaganda. Lejos de desolidarizarse de los ”exaltados” se sentía directamente agredido por la represión que llegaba hasta él. Era necesario ser tan ciego como un rector para no comprender que una mayor represión provocaría un levantamiento general.
”París, ¡vamos a vernos las caras!”
El arresto de Daniel Cohn-Bendit el sábado 28 de abril había suscitado viva emoción en Nanterre. El anuncio de la comparecencia, el lunes 6 de mayo, de 8 militantes nanterreses ante la Comisión Disciplinaria del Consejo de la Universidad de París aumentó aún más la agitación. Mítines, ocupaciones, manifestaciones de todo orden se multiplicaban en la facultad.
Internamente, el ”Movimiento del 22 de Marzo” era objeto de un asalto en toda regla por parte de la UJCml. Al principio, ésta había condenado sin reservas el movimiento nanterrés: el ”22 de Marzo” se negaba a ponerse al servicio del pueblo; apartaba a los estudiantes del buen camino; era ”100% reaccionario”. Ese porcentaje bajó algo en vísperas de las vacaciones de Pascua: el ”Movimiento del 22 de Marzo” había impuesto la libertad política en la facultad. Esa libertad política favorecía la propaganda de los ”estudiantes progresistas” al servicio de los trabajadores. Por lo tanto, el ”Movimiento del 22 de Marzo” ya no era más que ”80% reaccionario”...
Detrás de esta casuística debemos ver la intervención del Buró Político de la UJCml, que rechazaba el sectarismo de su sección nanterresa.
En realidad, la dirección de la UJ estaba fascinada por Nanterre: concentración gigantesca nacida en el cogollo de las ”villamiserias”, la facultad de Nanterre era un terreno ideal para la aplicación de la línea ”servir al pueblo”. A las puertas del ”campus” universitario vegetaba el proletariado más explotado de la región parisina. En lontananza se perdían las chimeneas de las fábricas del ”cinturón rojo”. De modo más ”natural” que en ninguna otra parte, los estudiantes podían expandirse por las empresas y someterse a la autoridad de la clase obrera. Costara lo que costara, había que conquistar el movimiento nanterrés y transformar la facultad en primera base roja.
Por eso, a la vuelta de las vacaciones de Pascuas los nanterreses vieron maravillados una verdadera invasión de ml. Aplicando el precepto del presidente Mao, ”Para lograr la victoria en un punto, atacar concentrando sus fuerzas”, la UJCml envía a Nanterre varias decenas de militantes, sacados de todas las facultades de la región parisiense. El estado mayor de la UJCml entero dirige las operaciones directamente. Hecho sin precedente, el jefe supremo ha juzgado bueno desplazar- se y lleva las riendas en persona. No muy bien recibidos al principio por los militantes anarquistas, JCR y ”no organizados”, que forman la espina dorsal del movimiento, los ml restablecen la situación al final de una autocrítica estruendosa y de una declaración de intenciones.
Pronuncia oficialmente la autocrítica ante una asamblea general, del ”22 de Marzo” Roland Castro, militante de Bellas Artes. Con ayuda de muchas citas del presidente Mao recusa la actitud anterior de la UJCml y demuestra que el movimiento nanterrés es globalmente progresista porque desea ligarse a los trabajadores. Formula la declaración de intenciones la dirección de la UJCml en el curso de una reunión unitaria: la UJCml no tiene de ningún modo la intención de llenar de células suyas el movimiento; al contrario, piensa ponerse bajo su autoridad y a su servicio. Porque el ”22 de marzo” es depositario de una experiencia que los ml quieren asimilarse y propagar.
Poco sectarios, los nanterreses no reparan en pelos y acogen favorablemente a los militantes. Pero el idilio será breve. El ”22 de Marzo” comprende pronto lo que la dirección de la UJCml entiende por ”ponerse a su servicio”. En principio se trata de aprender de los nanterreses, de popularizar su experiencia y aplicar colectivamente sus decisiones. Concretamente, se trata de imponer la interpretación ml de la experiencia nanterresa y de utilizar el ”22 de Marzo” para los fines propios de la UJC.
Muy significativo es al respecto el episodio de Juquin. La UEC de Nanterre había invitado al diputado comunista de Yvelines a dar un mitin en el aula ”Che Guevara” acerca de los problemas de la reforma universitaria. El ”Movimiento 22 de Marzo” había decidido, de acuerdo con su tradición, ir a contradecirle en masa. Pero no se trataba de expulsarlo por principio negándose al debate. Los dirigentes de la UJCml aprobaron la decisión de los nanterreses. Pero el día del mitin, la UJCml parisina llenaba la sala y expulsaba al ”revisionista” a pesar de todos los acuerdos. Ese procedimiento era fundamentalmente contrario al espíritu del ”22 de Marzo”, cuya táctica consiste precisamente en polemizar con quienes se autoproclaman representantes de la clase obrera y de la revolución, para confundirlos delante de la masa estudiantil. Innecesario es decir que este método es mucho más demostrativo e instructivo que la expulsión de principio. Al quebrantar los acuerdos tomados, la UJCml imponía su estilo y su línea. A medida que los ml se sentían fuertes iban olvidando la humildad de sus primeras declaraciones y multiplicaban esa clase de ”incidentes”. Entonces, los aires cambiaron una vez más. A fines de abril se levantó un airecillo de irritación; a principios de mayo era ya una tempestad.
El domingo 29 de abril, el servicio de orden de la UJCml y de la CVB había saqueado una exposición de fotos del “Frente Unido pro Apoyo a Vietnam del Sur”  (1) y herido a una decena de fascistas, entre ellos a René 0llaindre, alto dignatario del movimiento Occident (Occidente). Aquella misma noche, la extrema derecha anunciaba una semana de represalias. ”A la policía le costará mucho sacar todos los cadáveres marxistas que taparán las cañerías”, pregonaba Occident en un comunicado de prensa. La verdad era que la extrema derecha francesa se hallaba extremadamente débil. El año universitario de 1967-68 había sido uno de los más ”tranquilos” desde el final de la guerra de Argelia. Mientras en 1966-67 se habían enfrentado la extrema izquierda y la extrema derecha en violentísimos encuentros (en particular Occident y JCR), ahora no se observaba ningún incidente serio en París ni en provincia. Las ”represalias” de Occident se limitaron a unas cuantas agresiones a militantes aislados y al saqueo, el jueves 2 de mayo, a las 8 de la mañana, de los locales de la FGEL, que estaban desiertos. Para el 3 se había anunciado algo ”gordo”. El ”Movimiento 22 de marzo” había organizado para los días 2 y 3 de mayo dos jornadas de acción antimperialista en Nanterre. La extrema derecha reunida había anunciado su participación... Y llamaba a sus militantes de provincia para constituir una fuerza que pudiera ir a Nanterre y aguantar...
Con el prestigio que le había dado su hazaña del domingo, la UJC propuso sus servicios a los nanterreses para sacar al invasor fascista. Desdichadamente, sus dirigentes no pudieron dejar de aprovechar las circunstancias para ejercitarse en la guerra del pueblo. En un plan de defensa que sin duda pasará a la posteridad, se esforzaron en aplicar a la situación concreta de Nanterre las lecciones universales que les enseña el presidente Mao. El resultado no dejaba de ser divertido.(2) Los nanterreses, incrédulos, se dejaron disponer, mover, desplegar, concentrar, todo el día del jueves, en un desorden indescriptible. No nos atrevemos a imaginar lo que hubiera sucedido si efectivamente hubiera atacado Occident en aquellos momentos. La exasperación de los nanterreses era tanto mayor cuanto que los cabecillas que presidían aquellas grandes maniobras se tomaban trágicamente en serio. Aquella misma tarde, pues, fue sometida la dirección de la UJCml al fuego graneado de la crítica en la asamblea general del ”22 de Marzo”. Xavier Langlade, militante de la JCR y dirigente del servicio de orden nanterrés que había parado en seco la ofensiva nacionalista en 1967, criticó punto por punto el plan de defensa y propuso un proyecto menos grandioso pero inmediatamente practicable.
Rápidamente, la asamblea general se transformó en psicodrama antichino; los militantes se sucedían en la tribuna y sacaban a relucir todas las quejas acumuladas. Pero esta vez no hubo autocrítica, antes bien, los dirigentes ml contestaban de mal humor y con arrogancia. Denunciaban la creciente influencia de los pequeñoburgueses trotskistas, anarquistas y de otros enemigos del pueblo en el ”Movimiento 22 de Marzo”, que corría peligro de caer otra vez en poder de la reacción. A estas cosas ya por sí bastante desacertadas añadieron un ultimátum: o el ”22 de Marzo” se sometía a la ”dirección militar” de la UJCml o su servicio de orden salía de allí y no se volvía a preocupar del enfrentamiento esperado. Esta amenaza hizo derramarse la copa y los nanterreses, con mucha elegancia, hicieron saber a los UJCml que no les inquietaba nada la perspectiva de tener que privarse de sus servicios. Entonces, dignamente, los ml abandonaron la sala. Unos instantes después, un emisario volvía a proponer a los nanterreses replegarse hacia París escoltados, porque aquellos lugares no eran seguros. Pero nadie se dignó aprovechar aquella última oferta. La UJCml salió, pues, definitivamente de allí y recibió la consigna de boicotear la movilización antifascista del viernes 3 de mayo.
Los militantes del ”22 de Marzo” preparaban su ”jornada antimperialista” cuando supieron que el decano había decidido cerrar la facultad hasta los exámenes por los incidentes que constante- mente turbaban su tranquilidad. Inmediatamente se decidió organizar un mitin de protesta para el día siguiente a las 12 horas en el patio de la Sorbona. Obligado a salir de su bastión nanterrés, el ”Movimiento 22 de Marzo” lanza a su vez el necesario desafío: París, ¡vamos a vernos las caras!
Notas:
(1) Organización de extrema derecha fundada por Tixier-Vignancourt.
(2)Cfr. el relato hecho por miembros del ”22 de Marzo” en el No. 42, p. 205, de Partisans: ”Han venido a defender la facultad de Nanterre, pero a defenderla según modelos totalmente chinos, diciendo: 'Ustedes los estudiantes de Nanterre se constituyen en la facultad en grupos de autodefensa... etc. Nosotros arrojaremos desde los techos toda clase de materiales con nuestras hondas.' Habían previsto cavar trincheras, poner troncos de árbol para que los fafs cayeran en ellas si llegaban en coche. Querían también verter cosas liquidas para que se resbalaran. Y decían: 'Podríamos utilizar tablas que dispararíamos desde los techos con un artificio elástico muy resistente. —Pero ¿ya saben ustedes que eso sirve? —Pues lo hicieron en la Universidad de Pekín, así que debe servir.' En la noche del 1° al 2 de mayo, los militantes que quedaron discutiendo con los prochinos se dejaron enredar por completo... La psicosis era tal que los pocos militantes responsables de las jornadas antimperialistas de Nanterre no se atrevieron a continuar; y no se continuó...”
 
Militantes de las JCR durante los acontecimientos de Mayo del 68, Weber fue posteriormente senador del PS y Bensaid dirigente de la LCR francesa.

domingo, marzo 11, 2018

“Cézanne. Retratos de una vida”, un documental impresionista | Periodistas en Español

“Cézanne. Retratos de una vida”, un documental impresionista | Periodistas en Español






Cézanne representa el paso del siglo XIX al siglo XX en el arte

cezanneExhibition on screen (Exposición en pantalla), un excelente proyecto que está trayendo a los mejores artistas plásticos al cine, cierra su ciclo de 2018 con el estreno, el lunes 12 de marzo, del documental “Cézanne. Retratos de un vida” en torno a la importante exposición internacional que, por primera vez, ha reunido más de cincuenta retratos pintados por Cézanne procedentes de distintas colecciones de todo el mundo, incluidas obras que nunca se habían exhibido públicamente en el Reino Unido.
El pintor francés Paul Cézanne (1839-1906), uno de los artistas más influyentes del siglo XIX, influyó en el arte de los cubistas, fauvistas y sucesivas generaciones de artistas de vanguardia, por su método único de construir la forma con el color y el enfoque analítico de la naturaleza
Durante una vida laboral que abarcó cuarenta y cinco años, Cézanne dio forma a casi 1000 pinturas, de las que alrededor de 160 son retratos. El documental  “Cézanne. Retratos de una vida”, realizado por Phil Grabsky, ofrece una visión única y fascinante de este aspecto central de su trabajo, destacando las especiales características pictóricas y temáticas de sus retratos, abarcando desde múltiples retratos de él y su esposa, Hortense Fiquet, incluidos los conocidos retratos en el baño,  hasta los de su tío Dominique y los últimos que pintó del jardinero Vallier, quien le  ayudó en su estudio en Les Lauves,  en Aix-en-Provence.


Organizada en colaboración con el Musée d’Orsay, de París y la National Gallery of Art de Washington DC, el documental incluye entrevistas con comisarios de exposiciones y expertos de la Nactional Portrait Gallery de Lodres, el MOMA de Nueva York, la National Gallery of Art de Washington y el Museo d’Orsy, y mediante la lectura de cartas del propio artista nos lleva a los lugares en que vivió y trabajó quien hasta la fecha ha sido el menos conocido de los pintores impresionistas que, para el experto en Historia del Arte Hector Obalk es “superior a todos los otros pintores de la ‘modernidad”.