martes, mayo 19, 2015

Iain Sinclair: “Caminar la ciudad se ha convertido en un acto político”

Iain Sinclair: “Caminar la ciudad se ha convertido en un acto político”


Sara Brito

Iain Sinclair: “Caminar la ciudad se ha convertido en un acto político”
El escritor y cineasta británico Iain Sinclair. JOY GORDON
MADRID // Poner un pie delante del otro, y así ad infinítum. El acto de caminar es en el caso del escritor y cineasta británico de culto Iain Sinclair un acto mágico y político al tiempo, el ritual del que emana una literatura poderosa y alquímica que lleva cuatro décadas trazando mapas que visibilizan las historias y las voces ocultas de su ciudad, Londres. Vinculado a través de las líneas vibratorias de la historia con las tradiciones de lo oculto que unen al mago isabelino John Dee, con William Blake, con Thomas de Quincey o Ballard, Sinclair asume el riesgo de batallar contra la manipulación y la infantilización de la Historia de parte de los poderes neoliberales y su apropiación de las ciudades. Lo suyo es magia blanca literaria contra la magia negra del Thatcherismo y sus tentáculos, contra la cultura corporativa y del espectáculo.
En España, el único rastro que había de Sinclair se hallaba escondido en las páginas del célebre cómicFrom Hell, de Alan Moore, donde sus investigaciones sobre la arquitectura oculta de Londres sirvieron al de Northampton de referencia y fuente. Este flagrante olvido, que desterraba a un autor de una poética irrefutable y de enorme influencia en las letras inglesas de las últimas décadas, lo acaba de subsanar Alpha Decay, que edita La ciudad de las desapariciones, un compilado de sus textos desde aquel seminal Nicholas Hawksmoor, sus iglesias de fines de los setenta, a sus escritos contra el hiper desarrollismo de los 2000, que le llevaron a convertirse en portavoz involuntario de la oposición a la algarabía Olimpista de Londres 2012: “No saben de la que se han salvado en Madrid”, dice.
Tras su paseo por Madrid, donde La Casa Encendida continúa mostrando sus trabajos cinematográficos juntos a Chris Petit, Sinclair está ahora en Barcelona, donde participará en una charla sobre sus conexiones con Sebald en la exposición que sobre el autor alemán ha organizado el CCCB.
¿Ha salido a pasear por Madrid? ¿Cómo es caminar por otro lugar que no sea Londres?
Sí, un poco. Salí a pasear casi la misma distancia y con la misma forma de mi itinerario diario en Londres. Se siente muy diferente. En vez de entrar al parque que suelo caminar cada mañana, me encontré con unos jardines a los que no pude entrar porque estaban cerrados a las 7 de la mañana, que es el horario en el que salgo todos los días antes de empezar a escribir.
¿Por qué esta rutina?
Empecé a hacerlo con mi mujer cada mañana pero ella finalmente lo dejó. Yo continué. Simplemente se siente bien, me conecta con la ciudad, me ayuda a clarificar las ideas y reubica mis energías para escribir. Se convirtió en un hábito y ahora lo hago donde quiera que esté, con la misma distancia y el mismo itinerario. Caminar es mi técnica de escritura.
Usted está dentro de una tradición de caminantes anglosajones, desde Thomas de Quincey a Dickens, y en la orilla americana, Thoreau, ¿se siente parte de esta banda de caminantes?
Es cierto, pero gran parte de la tradición de caminantes en Inglaterra tenía que ver con el campo, era una confrontación más propia del hombre romántico con la naturaleza. Es cierto que De Quincey era alguien que caminaba Londres, pero veía la ciudad como un laberinto, un paisaje donde perderse y dar rienda suelta a sus imágenes alucinatorias. Me gusta esa idea de perderme también. Esa idea de la deriva que viene del situacionismo. Pero otra opción es caminarla con un trazado e ir acumulando información y desvelando las capas de información que existen en la ciudad, estratos invisibles que recopilo. Una manera de hablar con la historia y la memoria.
En la compilación de sus escritos que edita ahora Alpha Decay, vemos una evolución en la manera en que camina Londres: de paseos menos restrictivos en los setenta, a una ciudad llena de obstáculos, prohibiciones, cámaras de vigilancia en la actualidad. ¿Caminar es ahora un acto más político que cuando empezó?
En efecto, caminar se ha convertido en un acto político. Empezó como una forma más romántica y poética de mirar a la ciudad y mantener un diálogo con la historia oculta de Londres, pero a medida que pasó el tiempo, cada vez se fue haciendo más difícil hacer esas caminatas. Los guardias de seguridad me empezaron a parar por hacer fotos en el parking de un supermercado, por ejemplo, mientras las cámaras de seguridad toman registro de todo lo que haces. La semana pasada mismo, caminando por el Támesis, alguien me recriminó que estuviera charlando en una zona donde había fuentes, porque eso pertenece a una compañía privada. Los espacios públicos en Londres están desapareciendo progresivamente y siendo privatizados por las grandes corporaciones. Así que el simple acto de poder caminar por donde quieras, se convierte en un desafío. A veces camino por una zona determinada solo para que me detengan como una manera de poner en evidencia la situación. Recientemente estuve caminando por las Docklands con una artista holandesa que hace su arte enteramente en torno a estos desafíos. Así que sacaba fotos cuando me estaban deteniendo. Hay mucha gente haciendo arte alrededor de estos temas.
…Hasta acabar convertido en portavoz del Anti-Olimpismo y de la oposición a la megalomanía urbanística.
nicholas_hawksmoor_christs_church_spitalfields_london_architectural_photographer_005En la época en que escribí el texto sobre las iglesias de Hawksmoor trabajaba de jardinero en esa zona y me autopublicaba. Eran pequeños textos para un pequeño grupo de gente, Peter Ackroyd lo leyó y a partir de ahí escribió sobre ello su novela Hawksmoor, o Alan Moore, From Hell. Era un asunto muy underground. Pero en los tiempos de las Olimpiadas y de lo que llamo El Gran Proyecto de reconstrucción corporativa de Londres, acabé convirtiéndome en un portavoz del antiolimpismo. Fue una posición muy rara para mí porque realmente no quería ser una figura política, sino solo un escritor que estaba contando lo que veía que estaba ocurriendo con Londres.
Me he movido poco a poco de esa posición, volviendo a mis influencias anteriores, y he regresado a escribir sobre mapas ocultos, lugares secretos con los que había empezado mis escritos. Acabo de terminar un pequeño libro sobre Gales, donde nací, y el año pasado publiqué un viaje sobre los Beats americanos, American Smoke. De alguna manera necesitaba escaparme de Londres y también de las publicaciones corporativas. El mundo editorial es, a su manera, muy industrial, de tal manera que acabas convirtiéndote en una marca, como le ha pasado a la psicogeografía que yo profesaba en mis inicios.
¿No quiere ni oír hablar de ella?
No es que esté harto de la Psicogeografía sino de la etiqueta que me han colgado. En los sesentas absorbí esas ideas que venían de París, del situacionismo, esa idea de deriva por la ciudad que se vincula también con los surrealistas. Llevándolo a territorio inglés, tiene que ver con Blake o Thomas de Quincey, y esa manera poética y sensorial de leer una ciudad, todo ese sistema de ángeles y demonios, de figuras mitológicas que son símbolos para descodificar historias ocultas. Más tarde, en el periodo de Margaret Thatcher, alguna gente, no yo, empezaron a usar la psicogeografía aplicada a Londres como una manera de parodia, usando esos métodos como una forma de ridiculización de cierta clase política de derechas. Lo que ocurrió es que de pronto cualquiera que estuviera escribiendo sobre una ciudad y recorriéndola a pie estaba haciendo psicogeografía. Empezó a ser una etiqueta perezosa.
La ciudad de las desapariciones nos habla de la memoria de una ciudad, de las historias ocultas por el relato oficial, en ese sentido, sus relatos desafían, desde la poesía y la estrategia histórica, la Historia que nos quieren vender como oficial.
El oficialismo y el neoliberalismo trata de consolidar su propia narrativa de la Historia. Los conservadores en Inglaterra están interesados en regresar a las narraciones de reyes y batallas. Y esto ha sido usado para su propio plan de reconstrucción física de la ciudad. Cuando construyen un nuevo bloque de edificios, se cuelga una placa que avisa de que ahí Charles II bla bla… o Charles Dickens bla bla… pero es un puñado muy estrecho de historias, una manera de darnos su visión estrecha del mundo. La labor de historiadores que han recogido visiones mucho más amplias, tomando en cuenta la oralidad y lo que está fuera del oficialismo, gente como el historiador marxista Raphael Samuel, han sido descartados por ser extraños e izquierdosos. De esta manera se ha construido un relato histórico que tiene mucho de un libro infantil ilustrado.
En cambio, usted ofrece el mapa de las desapariciones y los fantasmas de Londres…
Todas las ciudades y, en particular Londres, son lugares levantados sobre estratos de fantasmas. Esas huellas espectrales están ahí, a veces en libros que permanecen ocultos y que me dedico a rescatar, o en historias que te cuenta alguien y que es como un susurro de la ciudad. Yo acumulo todas esas voces. Publiqué un libro que se llama London: City of Disappearances (2006), una antología, que estaba construida sobre esos accidentes, esos otros relatos contados por músicos, poetas o gente diversa que van configurando otra ciudad, la ciudad de las voces y los lugares eliminados. Y en España, por supuesto, con la Guerra Civil, los ganadores escribieron la Historia, y todos esos cuerpos enterrados, esas historias no contadas configuran un territorio que está ahí, aunque no esté visible.
En España, muchos le conocimos a través de Alan Moore y su From Hell, que basó su cartografía del Este de Londres oculto en sus escritos…
Sí, toda la información sobre Londres que está en From Hell fue canibalizada de diversas fuentes, entre ellas mi texto sobre Hawksmoor, porque Alan no se mueve de Northampton. Tendrías que ver donde vive. Es una locura. Es como una casa de estudiante raro: paredes pintadas a mano, varitas mágicas que pertenecieron a Aleister Crowley, y el suelo es un mar de colillas, porque está fumando cantidades enormes de porros en todo momento. El mundo entero está en ese cuarto pequeño donde escribe. La única vez que lo persuadí de que viniera a Londres para dar un paseo hasta la tumba de John Dee, el mago y matemático de la era Isabelina, trajo una bolsa enorme llena de libros sobre magia, espejos… Le dije: no puedes llevar todo eso encima, ¡no puedes caminar con todo eso! ¡Alan nunca pasea! No tiene idea de lo que es. No es la manera en la que escribe, no lo necesita.
Pero ambos coinciden en la visión de la escritura como un acto mágico. Como lo vio antes Blake.
Sí pienso que la disposición de las palabras en una página hacen que algo pase, un proceso misterioso que a veces funciona y a veces no. Es una visión ritual de la escritura. Caminar es también un acto mágico, un acto ritual, donde puedes fijarte en las vibraciones de los lugares, donde suceden revelaciones que luego ensamblas y cocinas como si fuera una receta mágica que reconstruye historias. Pero Alan, Alan practica magia de hecho, hace conjuros, toma drogas que lo ponen en un estado de conciencia diferente, desarrolla un trabajo de magia que yo no. Los dos viajamos hacia el mismo lugar pero a través de diferentes métodos. Él acaba de escribir ese libro inmenso, Jerusalem, sobre Northampton, un libro que quería que tuviera el tamaño de la Biblia. Su plan era colocarlo en alguna iglesia en un atrio para que la gente se acercara a leerlo. Es genial.
¿Debemos recuperar la capacidad para inventar nuestros propios rituales en contraposición a los rituales impuestos por otros?
Eso es lo que pienso y lo que pensaba con firmeza en tiempos de Thatcher. Ella era como una bruja, succionando todas las vibraciones oscuras de Londres y creando ese microclima de fuerza maligna, que en gran medida destruyó la ciudad, así que para tratar con eso, era necesario practicar alguna forma de magia, que en mi caso tuvo que ver con aquella caminata loca que hice durante un año recorriendo la autopista M25 [el libro y el documental London Orbital nacen de ahí]. De alguna manera mi libroDownriver, donde recorro el Támesis con voluntad detectivesca para ver las huellas de lo que estaba pasando con la ciudad, tuvo un componente mágico: cuando acabé el libro, Thatcher fue expulsada del poder. No es que lo hiciera yo, obviamente, sino que uno se vuelve consciente de determinadas corrientes vibratorias, y de alguna manera hay revelaciones: en el libro está ese declive, producto del enorme poder que había acumulado y que acabaría por derrotarla.
Pero su herencia continúa…
Por supuesto, ahí está David Cameron y Tony Blair, construyendo muros para encerrar a la gente dentro. Todas sus mentiras, todo aquello de las armas de destrucción masiva. Todo eso tiene un componente mágico, una manera de verlo que va más allá del titular riguroso.
Es realmente desafiante mirar a la clase política en términos mágicos…
Sí, pero no se trata de que esos políticos vayan a sacrificar cabras, es una metáfora. Su mundo entero se basa en la manipulación, están creando un mundo oscuro, creando información para manipular a la gente. Es lo mismo que la magia negra. Y es poderoso que haya gente como Alan Moore, encerrados en un pequeño cuarto en Northampton, haciendo algún tipo de magia que tiene que ver con la imaginación humana, inventando otros mundos. Siempre ha sido así. Ballard por ejemplo, que hizo lo mismo de una manera diferente. Él anticipó las Docklands, exactamente donde se construirían todos esos bloques de oficinas y residencias de lujo sobre las antiguas dársenas del puerto de Londres. En su visión, la gente acababa comiéndose unos a otros, y ¿acaso no es lo que está pasando en el mundo de las finanzas metafóricamente? Ser capaz de predecir lo que va a pasar con los elementos del pasado y el presente es una especie de magia.
img1Las Docklands de Londres.
Usted escribió aquel famoso ensayo sobre las iglesias del arquitecto barroco Nicholas Hawksmoor, y la simbología arcana que esconden. En esos mismos términos, ¿qué lecturas en términos simbólicos nos brinda la arquitectura contemporánea, corporativa?
Pienso en eso continuamente. Pero es mucho más difícil de ver. Londres se definió en gran medida a través de esas iglesias, marcaba las áreas de convivencia de la población, eran los centros de poder, y las personas que no acudían a esas iglesias eran expulsadas. Sabemos que le pasó a Shakespeare por no acudir a la iglesia. Así que si miras a un mapa de Londres, entiendes cómo funcionaba, cómo se estructuraba la ciudad. Pero cuando sucede el gran incendio de Londres, en 1666, hay una oportunidad de hacer de Londres un tipo diferente de ciudad, más en la línea de ciudades más racionales como París. Wren realiza sus planos, pero no acaba de funcionar su idea, y acabamos por tener las iglesias barrocas de Hawksmoor, fuera de las murallas de la ciudad, en la zona del Este, donde nadie quería estar, la zona de los cementerios, de los muertos. Esas iglesias están totalmente codificadas, símbolos de influencia egipcia, llenos de detalles, de un poder simbólico rotundo. Pero ¿qué hay ahora? Tenemos edificios como The Shard, esa torre inmensa, la más alta de la ciudad, pero no es nada, es una suerte de estructura autorefleja y narcisista sin ningún contenido, vacía. Se supone que es “una calle en el cielo”, decían, pero no lo es porque no tienes acceso a ella, no puedes caminarla a no ser que pagues 30 libras para subir en el ascensor o que puedas pagar millones de libras por un apartamento. Así que esos son los sustitutos de las iglesias, pero no tienen ningún tipo de teología o conocimiento detrás, y tampoco tienen ningún sentido de comunidad.
¿Ha realizado algún tipo de ritual al respecto?
Lo que hice hace poco fue medir la altura de The Shard, y caminar la misma distancia alejándome de él para ver qué había. Aquello me llevó a la prisión de Marshalsea, que era la cárcel de los morosos, de los que no podían pagar sus deudas, y que fue privatizada para hacer negocio de ello. Es una prisión en la que fue encerrado el padre de Dickens. Ahora hay un parque, que tiene un muro donde estaba una placa que informaba de la historia de la prisión, pero con el desarrollo corporativo de la zona el muro y la placa han sido tapados, con lo que ese susurro histórico ha desaparecido. Es invisible. Todo esto tiene una resonancia mágica, el acto de caminar esa distancia me reveló una historia escondida que tiene resonancias en el presente. ¿Es eso magia o no?



domingo, mayo 17, 2015

Las costumbres que he heredado de China

Las costumbres que he heredado de China





Las costumbres que he heredado de China

De Marta A en May 15, 2015 06:48 am

habitos-china

Intentar bailar el Gangan Style en cualquier tipo de fiesta… China me ha dado también esto



Porque me han venido las ganas de escribir este artículo, después de casi un año y medio que me marché de China, es evidente: hasta el mes pasado he estado vivido en pequeñas ciudades o pueblos.

Las dinámicas sociales eran muy diferentes con las de Beijing, Hangzhou y Shanghai, donde pasé cuatro años que yo llamaría … intensos.

El mes pasado, sin embargo, me trasladé a Londres, que de pequeño tiene sólo el cambio Euro/Libra. Por lo que han salido a la luz todos esos pequeños o grandes hábitos que, inconscientemente, me llevo de la patria de Chun-Li, la fantasía sexual latente de toda mi generación, que creció a golpes de Lemonissimo (un helado de limón con la cara de un chino como logotipo) y Street Fighter.

Estos son algunos:

Utilizar los transeúntes como escudos humanos al cruzar la carretera

Esta costumbre se remonta a 2008, a mi primer viaje a Beijing, cuando las avenidas de Dongzhimen eran heraldos de segundos pensamientos perennes y dudas de Hamlet. Y así resolví el problema atravesando bien protegido por una tripulación de viandantes.

¡En Londres este hábito es muy útil porque los coches circulan en sentido contrario!

Adelantar a la gente sin piedad en el metro… perdón, The Tube

A pesar de ser italiano – no se nos conoce ciertamente por respetar las colas, – en este punto de vista que he sido siempre bastante educado. Hasta que no aterricé en China, en la que si no haces el slalom entre quien lleva siete toneladas de patatas, y los que van con el piloto automático, hipnotizados por lo que está sucediendo en la pantalla de su teléfono, no subes al metro nunca. Hay que tener en cuenta que en Londres los empujones son menos violentos e incluso algunos dice “lo siento”.

Y al final reflexionando en el tráfico y a las filas me ha hecho pensar en este mítico vídeo:




Click here to view the video on YouTube.

Orientarme con los signos cardinales

Beijing es una ciudad a decir verdad bastante simétrica, con la Ciudad Prohibida en el centro, una avenida sin fin que corta de este a oeste y cambia su nombre varias veces – de Chang’an Dajie a Jianguo Lu pasando por otros nombres que no sé – y varios anillos concéntricos donde exuda su tráfico mortal.

Incluso en ciudades menos simétricas, como mi amada Shanghai, todavía hay indicaciones “norte”, “sur” (o “este”, “oeste”, dependiendo de la orientación) en cada intersección. Sí, estoy hablando de tus amigos eternos 北南东西 (o como lo ordenarían los chinos 东南西北).

Ahora, en Londres no hay indicaciones de los puntos cardinales – de hecho, en comparación con China, hay pocas señales -, pero si conoces esas 3-4 calles que, aunque de una forma bastante tortuosa, cortan la ciudad en horizontal y vertical, puedes orientarte bastante bien. Si a continuación añadimos el Támesis, The Shard, y los principales parques, has ganado.

Asegurarme de que lo estoy a punto de comer no tenga azúcar

La cocina de Shanghai y Hangzhou tiene mucho azúcar. El único plato en el que nunca lo he encontrado son los raviolis chinos (jiaozi), pero podría estar equivocado.

El problema es que odio el azúcar de cualquier plato que no se llame tiramisú o cheesecake. En Londres tengo el mismo problema porque tienen el hábito de poner un tipo de mermelada agridulce en la hamburguesa.

Apreciar el caos

Una de las cosas que echo de menos de China – a parte de La cocina de Xinjiang – es el caos en las calles.

Recuerdo la última vez que vine a Italia, no podía creer que a Cagliari no hubiera puestos de venta en las calles o que alguien intentara atropellarme con su scooter eléctrico o escupirme en los pies.

Y de hecho he terminado viviendo en el Este de Londres, donde los árabes y los indios son los amos.

¡No luches contra el caos, únete!

Comer legumbres en cantidades industriales

En China la carne y el pescado tenían tan poco sabor que, muy a mi pesar, había reducido drásticamente la cantidad (no te preocupes, no voy a empezar con el rollo vegetariano) y ya que casi no comía carbohidratos, tenía que complementar la dieta con cantidades industriales de legumbres. Aquí en Londres, aunque en menor medida, la historia se repite: después de Tailandia e Italia tengo que decir que conformarse con la carne inglesa no es fácil (y mucho menos el capítulo del pescado).

Escribir

Hasta 2010, nunca había escrito. En China los input fueron tantos que empecé a apuntar en un papel lo que me sucedía, primero con una especie de diario íntimo y luego aquí, en SDC.

El año pasado escribí muy poco; creo que también dependía del hecho de que, no viviendo en una metrópolis, las “entradas” llegaron a ser un poco escasas.

¿Y tu? ¿Qué costumbres has heredado de China?



P.D. Si compartís este articulo en el Facebook o Twitter prometemos que no nos enfadamos : )

sábado, mayo 09, 2015

El hambre de realidad de David Shields

El hambre de realidad de David Shields | Futuro pasado

El libro de David Shields (1956, Los Angeles) Reality Hunger: A Manifesto no ha llegado aún a España, pero está dando mucho que hablar en el mundo anglosajón. Ha sido calificado como “condena de la novela”, “celebración del collage y la remezcla” y “defensor del plagio”, entre otras cosas.
Dice Shields estar harto de artificios fabricados por otros y por él mismo, aburrido de tramas ficticias y personajes inventados. Opina que los reality televisivos, las memorias y otros formatos de tipo documental alimentan el ansia popular de autenticidad, de la que carecen las obras de ficción.
“La novela -la construcción imaginativa de una historia- se ha atrofiado. Se ha vuelto difícil para los escritores habitar un mundo que es cada vez más artificial, y en su lugar deberían buscar la verdad dentro de sus propias vidas.”
Mucha gente ha dejado de leer ficción porque lo que le piden a un libro no es más imaginación y más artificio. El público prefiere narraciones sin guión previo, imprevisibles, a pesar de que la demanda de historias basadas en determinadas fórmulas establecidas presiona a los creadores de argumentos para modificar la “realidad” en una narrativa más convencional.
La forma literaria que defiende Shields es una amalgama de realidad y ficción, autobiografía y reportaje, fragmentada y en su mayor parte carente de una narrativa lineal coherente.
Consecuente con esas ideas, Reality Hunger se compone de una colección de fragmentos y citas, organizadas por el autor en una forma nueva, y adornadas con sus propios pensamientos y observaciones. Contiene una gran cantidad de pasajes de cortado y pegado de la obra de otros escritores y artistas (citando los originales). Para Shields la originalidad es irrelevante.
El libro se estructura en 26 capítulos y 617 secciones. Esperemos que se traduzca y se publique con más rapidez de lo que es habitual en España.
He aquí la sección 459:
“Cuando tenía dieciocho años, quería llevar una vida consagrada al arte. Me imaginaba un arte comprometido plenamente con la vida: cada gesto sería una expresión o respuesta estética. Este propósito desapareció enseguida porque, desgraciadamente, la vida está llena de alergias, facturas de tarjetas de crédito, desplazamientos aburridos, etc. La vida es, en gran parte, basura. Lo bello del arte basado en la realidad -sostenido por el hambre de realidad- es que está perfectamente situado entre la vida misma y la (inalcanzable) “vida como arte”. Todo en la vida, si miras hacia los bordes, puede verse como arte -puede ser arte. El arte aparece de pronto y es más interesante, y la vida, aunque parezca sorprendente, comienza a ser vivible.”
La novela ha muerto, larga vida a la antinovela construida a partir de retales. O no.
Vía: http://www.salon.com/books/laura_miller/2010/03/09/reality_hunger/index.html


ENTREVISTA CON DAVID SHIELDS

ENTREVISTA CON DAVID SHIELDS

ANDRÉS LOMEÑA: He leído que James Fenimore Cooper escribió sus mejores obras porque estaba tan decepcionado con la literatura de su tiempo que afirmó que hasta él mismo podría hacerlo mejor. La mujer le desafió y él aceptó el reto. ¿Nació su manifiesto Hambre de realidad de un estado de insatisfacción parecido?
DS: Sin duda. El libro nace de mi insatisfacción lacerante con la dirección que estaba tomando la literatura contemporánea. El libro es un intento de teorizar y de personificar una nueva dirección.

A.L.: La novela convencional está moribunda porque ignora la cultura que le rodea. Usted propone nuevas formas de narración. ¿Cuáles son esas formas? Siempre pienso en el powerpoint final de la última novela de Jennifer Egan.
D.S.: Esos son gestos menores. A grandes rasgos y casi de forma excluyente, he de decir que no me interesa la ficción contemporánea, o al menos la ficción que se identifica fácilmente como ficción. Me interesa el ensayo con la longitud de un libro y el collage literario.

A.L.: Algo se debe de estar haciendo muy mal cuando las series de televisión son más significativas para las personas que las buenas novelas.
D.S.: Desde mi perspectiva, el objetivo no es incluir programas televisivos o gestos contemporáneos en una obra de literatura; se trata más bien de encontrar una escritura congruente con la existencia contemporánea. Prácticamente ninguna novela hace eso.

A.L.: Las novelas suelen advertir al principio que todos los hechos son ficticios. ¿No es un gesto bastante infantil el intento de protegerse de la realidad con esa especie de aura?
D.S.: Desde luego. Así es como empezó mi fuga de la ficción. Escribí y publiqué tres novelas a mis veinte y a mis treinta años. Me aburrí muchísimo con la actitud de los escritores de ficción: esa extraña convicción de que, al igual que Dios, el autor crea ex nihilo.

A.L.: ¿Le dice algo la crítica literaria?
D.S.: Tampoco me interesa la crítica que se expresa como simple crítica literaria. Me atraen las obras que se saltan las fronteras. Me gusta la crítica que se hace desde una posición imaginativa, como The End of the Novel of Love de Vivian Gornick.

A.L.: ¿Le sirven las teorías de la ficcionalidad para sus propósitos?
D.S.: Me gusta Mímesis de Erich Auerbach y The Poetics of Prose de Tzvetan Todorov. Me encanta Cioran, Barthes, Foucault y Derrida, así como Blaise Pascal, Schopenhauer y Nietzsche: una vez más, la crítica imaginativa. Otro ejemplo sería Eros the Bittersweet de Anne Carson y toda la historia del pensamiento y de la consciencia.

A.L.: ¿La nueva literatura tiene que superar los límites geográficos? Una novela geopolítica para una era de globalización.
D.S.: Hay una prosa muy plana que implica atravesar las fronteras geopolíticas. Yo estoy más consagrado a la violación de las fronteras de género e intento explicarlo en muchas de mis obras: Reality Hunger, How Literature Saved My Life, Enough About You, y mi próximo libro I Think You´re Totally Wrong: a Quarrel.

A.L.: ¿Qué nos recomendaría?
D.S.: Aquí te dejo una lista de escritores que me gustan:

Henry Adams, The Education of Henry Adams
Renata Adler, Speedboat
James Agee, Let Us Now Praise Famous Men
Hilton Als, The Women
W.H. Auden, A Certain World
Augustine, Confessions
Nicholson Baker, A Box of Matches
James Baldwin, Notes of a Native Son
Julian Barnes, Flaubert’s Parrot
Roland Barthes, S/Z
Jo Ann Beard, The Boys of My Youth
Samuel Beckett, Proust
Alan Bennett, Writing Home
Sandra Bernhard, Without You I’m Nothing
Thomas Bernhard, Concrete
John Berryman, The Dream Songs
Eula Biss, The Balloonists
Grégoire Bouillier, The Mystery Guest
Jorge Luis Borges, Other Inquisitions
Joe Brainard, I Remember
Richard Brautigan, Trout Fishing in America
Sophie Calle, Exquisite Pain
Albert Camus, The Fall
Mary Cappello, Awkward
Anne Carson, Plainwater
Terry Castle, “My Heroin Christmas”
John Cheever, Journals
Frank Conroy, Stop-Time
E.M. Cioran, “On Sickness”
J.M. Coetzee, Elizabeth Costello
Billy Collins, The Art of Drowning
Bernard Cooper, Maps to Anywhere
Cyril Connolly, The Unquiet Grave
Douglas Coupland, Generation X
John D’Agata, About a Mountain
Charles Darwin, Origin of the Species
Alphonse Daudet, In the Land of Pain
Larry David, Curb Your Enthusiasm
Thomas DeQuincey, Confessions of an English Opium-Eater
Joan Didion, “Sentimental Journeys”
Annie Dillard, For the Time Being
Marguerite Duras, The Lover
Geoff Dyer, Out of Sheer Rage
Johann Peter Eckermann, Conversations with Goethe
Annie Ernaux, Things Seen
Frederick Exley, A Fan’s Notes
Brian Fawcett, Cambodia
F.Scott Fitzgerald, The Crack-Up
E.M. Forster, Commonplace Book
Joe Frank, In the Dark
Amy Fusselman, The Pharmacist’s Mate
Mary Gaitskill, “Lost Cat”
Eduardo Galeano, The Book of Embraces
Vivian Gornick, The End of the Novel of Love
Simon Gray, The Smoking Diaries
Spalding Gray, Morning, Noon, and Night
Barry Hannah, Boomerang
Elizabeth Hardwick, Sleepless Nights
Kathryn Harrison, The Kiss
John Haskell, I Am Not Jackson Pollock
Nathaniel Hawthorne, “Custom-House”
Robin Hemley, “Riding the Whip”
William James, Varieties of Religious Experience
Frank Kafka, Letter to My Father
Nic Kelman, Girls
David Kirby, The House on Boulevard Street
Wayne Koestenbaum, The Queen’s Throat
Charles Lamb, The Essays of Elia
Philip Larkin, The Whitsun Weddings
D.H. Lawrence, Studies in Classical American Literature
Denis Leary, No Cure for Cancer
Michel Leiris, Manhood
Ben Lerner, Leaving the Atocha Station
Michael Lesy, Wisconsin Death Trip
Jonathan Lethem, The Disappointment Artist
Sven Lindqvist, A History of Bombing
Ross McElwee, Sherman’s March
Rosemary Mahoney, Down the Nile
Janet Malcolm, The Journalist and the Murderer
Rian Malan, My Traitor’s Heart
Sarah Manguso, The Guardians
David Markson, This Is Not a Novel
Carole Maso, The Art Lover
Herman Melville, Moby-Dick
Daniel Mendelsohn, The Elusive Embrace
Leonard Michaels, Shuffle
Michel de Montaigne, Essays
Danger Mouse, The Grey Album
Vladimir Nabokov, Gogol
V.S. Naipaul, A Way in the World
Maggie Nelson, Bluets
Friedrich Nietzsche, Ecce Homo
George Orwell, “Such, Such Were the Joys”
Blaise Pascal, Pensées
Don Patterson, Best Thought, Worst Thought
Fernando Pessoa, The Book of Disquiet
Plato, Dialogues of Socrates
Marcel Proust, In Search of Lost Time
Jonathan Raban, For Love & Money
James Richardson, Vectors
Alain Robbe-Grillet, Ghosts in the Mirror
François Le Rochefoucauld, Maxims
Rick Reynolds, Only the Truth Is Funny
Chris Rock, Bring the Pain
Jean-Jacques Rousseau, Confessions
Arthur Schnopenhauer, The World as Will and Representation
W.G. Sebald, The Emigrants
Wallace Shawn, My Dinner with André
Sarah Silverman, Jesus Is Magic
Lauren Slater, Lying
Gilbert Sorrentino, “The Moon in its Flight”
Art Spiegelman, Maus
Jean Stafford, A Mother in History
Stendahl, On Love
Laurence Sterne, Tristram Shandy
Jean Stein, Edie
Melanie Thernstrom, The Dead Girl
Jean Toomer, Cane
Thucydides, The History of the Peloponnesian War
George W.S. Trow, Within the Context of No Context
Kurt Vonnegut, Slaughterhouse-Five
D.J. Waldie, Holy Land
Joe Wenderoth, Letters to Wendy’s
Geoffrey Wolff, The Duke of Deception

Una forma alternativa de regresar a China: El Transiberiano

Una forma alternativa de regresar a China: El Transiberiano | LINKES



Una forma alternativa de regresar a China: El Transiberiano

Una forma alternativa de regresar a China: El Transiberiano



A pesar de que la morriña por definición sea la nostalgia que se siente hacia el país natal, China es un lugar que crea esta sensación en las personas que durante un tiempo han trabajado o estudiado aquí. Una vez has vivido la fascinante experiencia de estar en este país, es difícil no echar de menos el ritmo y el ajetreo propios de sus ciudades. Para todos aquellos que queráis volver a visitar vuestro hogar de acogida, os presentamos una manera alternativa de hacerlo: el Transiberiano.
Esta red ferroviaria fue fundada en 1904, y une nada más y nada menos que 8 zonas horarias en 7 días de viaje. Sus 9288 kilómetros de longitud comienzan en la zona europea de Rusia y terminan en el lejano oriente ruso, Mongolia y China.
mapa-transiberianoPero ¿Qué es el Transiberiano? ¿Es un tren o son varios? ¿Cómo funciona? Como hemos dicho en un comienzo, el transiberiano es una línea ferroviaria por la que transitan diferentes trenes. Si vuestro objetivo es llegar desde Moscú a Pekín tenéis dos alternativas: el Transmongoliano(vía Ulan Ude) y el Transmanchuraino (vía Vladivostok y cruzando Manchuria). El tren y sus pasajeros funcionan con el horario de Moscú durante todo el trayecto, y hace numerosas paradas para que el pasajero pueda visitar los diferentes lugares por los que pasa.
Este viaje puede ser una aventura única, además de una increíble manera de visitar varios países que, para una gran mayoría, son completamente desconocidos. Para aquellos que estéis interesados en hacerlo, aquí tenéis algunos consejos:
  •  No olvidéis que necesitaréis visado para varios de los países que visitaréis. Desde LINKES os podemos aconsejar cómo tramitar el de turista para China. Leer más sobre el visado de turista.
  • Recordad que los billetes de tren en China sólo se pueden comprar con 20 días de antelación. No se pueden comprar desde el extranjero y cuando una de las festividades nacionales está cerca pueden acabarse con mucha facilidad. Mejor consultar el calendario laboral chino antes de organizar vuestro viaje.
  • En caso de que no seas un viajero experimentado y quieras que tanto la organización como el viaje sean cómodos y rápidos, lo mejor es contratar un tour con una agencia. Sin embargo, si ya tienes experiencia en eso de moverte por diferentes partes del mudo, anímate a vivir esta aventura por libre.
Esperamos que estos consejos os sean de ayuda. En caso de que tengáis cualquier duda en cuánto al tema del visado o podamos ayudaros en cualquier cosa más no dudéis en escribirnos, estaremos encantados de ayudaros.