domingo, enero 24, 2016

Generación Beat: Los ‘beat’ y la esperanza salvaje

Generación Beat: Los ‘beat’ y la esperanza salvaje | Babelia | EL PAÍS





Peter Orlovsky y Allen Ginsberg, en Calcuta, en 1962. / CORBIS



Cuando Allen Ginsberg llega a la India con su compañero, Peter Orlovsky, en 1962 para pasar 15 meses, acaba de publicar Kaddish, el largo poema dedicado a su madre muerta que es su obra maestra y algo más: el testimonio de que ha dejado de ser un niño (“Mi infancia se fue con mi madre”) y que, por tanto, tiene que hacer algo para merecerse una mayoría de edad que necesita para estar a la altura de sus objetivos. Esos objetivos, claros desde que William Blake le hablara una década atrás, una visión que marcó el resto de su trayectoria literaria y vital, no eran otros que convertirse en “la voz de las masas” y en “un santo”.



La India tenía que ayudarle a eso proporcionándole un maestro y modificando su percepción de la realidad. También hablándole en otro tono de la muerte: la de su madre, que llevaba muriendo toda la vida a causa de sus desórdenes mentales, y la suya propia, que se le aparecía como un fantasma emboscada en las drogas, los amantes, los versos o los viajes. Después de que Kad­dish —el testimonio de un amor que corta el aliento— viera la luz, ya estaba preparado para el siguiente paso: hacerse adulto en la India.





Lo que pasó allí lo han contado el propio Ginsberg (sobre todo en sus diarios, publicados por Escalera en 2013, y en su correspondencia) y sus compañeros de aventura: Gary Snyder, Joanne Kyger y Peter Orlovsky, que se unieron a él en todo o en parte del trayecto; y Gregory Corso, Jack Kerouac o William Burroughs, que planearon hacerlo, pero que se limitaron a ser apasionados testigos a distancia. Pero lo han hecho, en términos narrativos o psicológicos, de manera fragmentaria, interesada, negligente y contradictoria. Deborah Baker, con todos esos testimonios, ha reconstruido en La mano azul ese periplo. Y aunque lo suyo es un ensayo riguroso, fruto de su gran erudición y del conocimiento del país, donde reside parte del año, el resultado se lee como una novela: porque consigue enhebrar, con todos esos datos, un argumento (el de una búsqueda, el de las relaciones mutuas, el de una época ávida de cambios), por la estructura no lineal que utiliza (hay saltos temporales y biográficos que, como en las obras de género policiaco, dosifican la información e intensifican la intriga) y porque la sensación que deja en el lector es la de estar escuchando una especie de fábula que trasciende el riquísimo anecdotario de sus protagonistas. También porque les dedica casi más páginas a los personajes secundarios, que son los que le dan cuerpo y credibilidad a la historia, que a los canónicos.



A la misteriosa Hope Savage, que se deshacía de sus compañeros de viaje para fomentar el desarraigo, se la relacionó con la CIA

Algunos de ellos son seres anónimos (leprosos, mendigos, santones), pero otros tienen nombre y apellido: Pupul Jayakar, Nagendra Nath, Meher Baba, Buddhadev Bose, Elise Cowen, Asoke Sarkar, Swami Sivananda, Swami Sri Shivalingam, Manjula Mitra o poetas bengalíes de la Generación Hambrienta agrupados en torno a la revista Krittibas —donde se publicó una versión de Kaddish— como Sunil Gangopa­dhyay, Shakti Chattopadhyay o Utpal Kumar Basu. De entre estos, la que más destaca, hasta el punto de que es casi el eje invisible del libro, un centro hacia el que irradian todos los demás, es una misteriosa mujer llamada Hope Savage, Esperanza Salvaje. Deborah Baker nos cuenta que pertenecía a una familia adinerada, que fue novia o algo parecido de Gregory Corso, que se fue de su casa siendo muy joven para recorrer el mundo sola (vivió en Grecia, Irán, Afganistán, Adén y la India, y aprendió árabe, urdu, hindi, sánscrito y alemán), que se deshacía de sus eventuales compañeros de camino para fomentar el desarraigo, que fue comparada con Shelley y con Rimbaud, que en muchos sitios creían que era espía de la CIA, que frecuentó a Ginsberg y Orlovsky en Calcuta (el primero se encargaba de enviarle noticias suyas a Corso para animarle a unirse a ellos) y que su pista desaparece en 1963. Baker, según confiesa, la ha intentado encontrar sin éxito en Oriente y en Occidente, y de manera indirecta nos hace creer que este libro extraordinario ha sido escrito espoleado por esa búsqueda y con los materiales del fracaso subsiguiente.



Esperanza Salvaje: una mujer que se desvanece en el aire y una fórmula que resume la poética beat, que lucha con uñas y dientes contra el conformismo de lo consabido y contra las poderosas desesperaciones institucionalizadas. Una esperanza salvaje también la que embarga a Kerouac cuando se dedica durante un año, 1955, a interrogar al budismo acerca de la esencia de las dos cosas que entonces le atormentaban: la realidad (porque llevaba una década coleccionando irrealidades) y la mente (porque el alcohol y sucesivos desamores habían hecho añicos la suya). Es entonces cuando descubre la verdad que novela en Los vagabundos del dharma, que es de 1958: que solo el amor divino (beatífico) y la compasión que encarnan Buda y Jesús pueden salvarlo a uno. Él, que pudo haber sido “el mayor bodhisatva de los cincuenta” (para Robert Thurman, hagiográfico prologuista de Despierta, lo fue), no supo pagar el precio que había que pagar para llegar a ser eso, pero, a cambio, dejó esta obra, que no se publicó como libro hasta 2008, intensa, bien escrita (con un ritmo, un uso de recursos expresivos y una precisión terminológica a los que no siempre es fiel la traducción) y fruto de un gran conocimiento de algunas fuentes budistas, en especial el Sutra Suramgama.



Kerouac encarnó una modalidad de esperanza salvaje que le ató de pies y manos en el patio de una casa prestada mientras memorizaba pasajes de la vida de Buda

Kerouac encarnó una modalidad de esperanza salvaje que le ató de pies y manos en el patio de una casa prestada mientras memorizaba pasajes de la vida de Buda. La esperanza salvaje de Ginsberg, por su parte, le llevó a meditar en el mismo árbol bajo el que Buda se iluminó y a visitar al Dalái Lama y a muchos otros maestros. Entre medias, el espectro de Hope Savage haciendo de puente invisible entre uno y el otro.



La mano azul. La generación beat en la India. Deborah Baker. Traducción de David Paradela. Fórcola. Madrid, 2015. 300 páginas. 22,50 euros.



Despierta. Una vida del Buda. Jack Kerouac. Traducción de Nahuel Cristian. Hapi Books. Madrid, 2015. 160 páginas. 15 euros.



Kaddish. Allen Ginsberg. Traducción de Rodrigo Olavarría. Anagrama. Barcelona, 2015. 208 páginas. 17,90 euros.

sábado, enero 23, 2016

Liberando la pintura,poe Angela Molina

Liberando la pintura | Babelia | EL PAÍS

ARTE

Liberando la pintura, 

Angela MOlina

Ignasi Aballí e Isidoro Valcárcel Medina, autores de fuerte compromiso social, culpan a las instituciones y a los artistas sumisos de la tendencia a la espectacularidad en el arte



Este encuentro tiene lugar en las salas del edificio Sabatini del Museo Reina Sofia, donde Ignasi Aballí (1958) expone hasta finales de marzo su retrospectivasin principio/sin final. El artista barcelonés, premio Joan Miró 2015, comparte la cita de Babelia con Isidoro Valcárcel Medina (1937), galardonado con el último Velázquez de Artes Plásticas. Son dos autores precisos, insobornables, capaces de trasladar la pintura a la producción de lenguaje y a las nociones de intervalo y medición, siempre desde el compromiso. El objetivo es analizar las huellas de sus encuentros con la pintura y cómo la llevan a otros ámbitos o la amplían sin límites: Aballí desde un interés por la clasificación y ordenación de objetos y materiales de uso cotidiano. Valcárcel Medina, desde el uso del tiempo y un voluntario alejamiento del sistema del arte y de los artistas. También nos proponemos tratar el problema de cómo el espectáculo y el dinero se han instalado en el mundo del arte y cómo en esta nueva colonización artistas y directores de museo se comportan de manera sumisa.
PREGUNTA. Ustedes se mueven en la dicotomía entre presencia y ausencia, sus obras le deben mucho a Marcel Duchamp, y sin embargo no se sienten a gusto con esa herencia.
Isidoro Valcárcel Medina. Yo a la globalización la llamo bobalización y no tendríamos que hacer caso de ella. Por naturaleza siento aversión al concepto arte y no digamos a la profesión de artista. Para mí el arte es, sencillamente, el espíritu con el que se afrontan las situaciones. Me interesa la concepción del arte de los situacionistas pero no me dice nada su ejercicio. Si alguien definiera mi trabajo como situacionista, le diría: ¡Naranjas de la china! A mí me enamoran artistas como Robert Filliou o John Cage. La bandera con tela de camuflaje de Timm Ulrichs me parece mucho más importante que el urinario de Duchamp.
Ignasi Aballí. Yo creo que es bueno plantear esa apertura hacia otros autores, parece que Duchamp sea un embudo, todo va hacia él.
I. V. M. Hace bastantes años, una empresa me encargó que le buscara un local para instalar un supermercado. Recorrí varios barrios de Madrid y tomé nota de los locales libres. Redacté un informe, me lo pagaron y listo. Pasado el tiempo, un centro de arte me pidió un trabajo para una exposición. Y me dije, ¡anda, pero si yo ya he hecho una obra! Cogí aquel trabajo que en su momento no tenía pretensiones estéticas, le puse un rotulito con unos datos, y la colgué en la sala.
Isidoro Valcárcel. / 
P. Un ready made en toda regla.
I. V. M. No, un refrito. El caso es que yo pude hacer ese trabajo sin pensar en Duchamp. El ámbito de utilización de aquella obra por parte de la empresa de supermercados no tiene nada que ver con el que puede hacer el visitante de una galería, que seguramente dirá: ‘¿Qué tiene que ver esto con el arte?’. Tuve el descaro de sacarla de su contexto y ponerla en otro nuevo. Y coló. Los que trabajamos en el mundo del arte tenemos la ventaja de que podemos hacer lo que nos dé la gana.
I. A. El contexto lo asume todo, pongas lo que pongas se convierte en algo totalmente diferente. Yo creo que uno está obligado a hacer su trabajo lo mejor posible y no ceder en nada. De hecho, no sitúo al artista en un contexto diferente al de cualquier otra profesión.
I. V. M. Ahora se está poniendo de moda eso de que entras en una galería y de repente alguien se levanta y te explica la exposición. Y te dan una hojita. Esa intermediación me parece casi folklórica. Supone, primero, una pretendida necesidad de adoctrinamiento hacia el visitante; y segundo, si artista y galerista no se han puesto de acuerdo en lo que tienen que decir, es una dejación de derechos por parte del autor. La pregunta es, ¿puede tener una interpretación de la obra derechos de exhibición frente al espectador?

I. V. M.
 Hay que tener en cuenta que esa tendencia a la espectacularidad es derivada del papel preponderante que toman las instituciones gracias a la cesión de derechos de los artistas, que son los grandes culpables. Pienso en los autores que son sumisos y que luego dicen: ‘¡Es que yo no quería!’ ¡Pues no lo hagas! Echo de menos una clandestinidad subterránea. Siempre he dicho que es más fácil escapar de la policía que del dinero. Hace unas semanas me llamaron del Macba para pedirme si quería revalorizar una obra que hice allí hace diez años. Se trataba de una pared que pinté de blanco con un pincel muy fino, una intervención efímera, sin documentación y que no se podía comercializar. Les contesté que no era consciente de que ellos tuvieran una obra mía ni que tuviera un valor inicial.I. A.
 Hay una tendencia a limitar las posibilidades interpretativas. En todo caso tendrían que darte la hoja al salir, no al entrar. Hay muchas maneras de entender el arte y aproximarse a él, y cada uno elige la que le parece mejor. Yo no entraré en el juego de hacer nada con el fin de impactar. Y tampoco creo que el Reina haya entrado en esa carrera por la espectacularización, es un museo con un margen de libertad que le permite hacer cosas que en otro museo serían inviables.
I. A. Creo que hay una disfunción entre lo que defiende el mercado y lo que defiende la crítica. Cuando vas a las grandes bienales rara vez ves a los artistas que están vendiendo a precios altos en las subastas, más bien suelen ir por otros circuitos. O vendes o eres interesante. Por otro lado, yo entiendo el trabajo como algo en equipo, interactúo con otros agentes: la galería, los comisarios, el museo, los transportistas. La colaboración con ellos es buena siempre y cuando no te lleven a abandonar lo que crees que has de hacer.
P. Se suele decir que el artista urbaniza y dinamiza las ciudades mientras las grandes corporaciones las desurbanizan. El artista usa un espacio para trabajar, no necesitan poseerlo. Isidoro, usted hace “pinturas habitables”, construye lugares, interviene en el espacio urbano, ha trabajado con movimientos okupas.
ampliar foto
Ignasi Aballí. / carlos rosillo
I. A. El trabajo del artista puede llegar a mejorar la ciudad, de hecho yo creo que el arte es uno de los pocos lugares que opone una cierta resistencia hacia las corrientes mayoritarias que todos percibimos como negativas, el arte es una disciplina más transversal. Y eso los artistas lo debemos aprovechar intensamente. Yo estoy muy contento de trabajar en un sector tan receptivo y a la vez tan conectado con todo, puede ser muy útil para la ciudad y el ciudadano que quiera incorporarse a él.
I. V. M. Estoy de acuerdo, pero soy perfectamente consciente de que estas propuestas son gritos en el desierto. Con todo, creo que se pueden hacer algunas cosas, aunque sea para un solo día. Por ejemplo, por qué un artista no diseña un paso de peatones con las líneas en el sentido del peatón, aunque ya sabemos que un paso de cebra está en el sentido del peatón, pero manifestémoslo claramente, pongamos la traba al vehículo que viene no al peatón que va. Otro ejemplo es el Reina y la ampliación de Nouvel. El problema es que este edificio es fruto de un proyecto que ha sido aprobado, así que la culpa la tienen los gestores que lo han dado por bueno. Y el Nouvel de turno debería saber que no se puede poner una pared reflectante roja enfrente de una gente que vive ahí 24 horas al día, pero los gestores también deberían haberlo advertido.
I. A. Los políticos y gestores se mueven a golpe de espectáculo. Quieren un Nouvel, un Siza o un Meier y trabajan sin tener en cuenta el entorno o la función. El origen de este error es el Guggenheim de Nueva York, que abre la posibilidad del museo espectáculo, con su rampa, las paredes curvas y en pendiente y con un espacio en el centro mucho más interesante casi siempre que lo que está en la pared. Es uno de los peores museos que se han hecho, aunque la arquitectura sea fantástica. En contraste, el Sabatini funciona muy bien, es un espacio neutro, austero. Y precisamente antes no era un museo, sino un hospital.

I. V. M.
 Si uno no tiene dinero para hacer que el museo funcione dignamente, pues entonces que haga lo indigno, por ejemplo, permitir la entrada a autores que no tenga que pagar gastos de producción. Que haga lo más estúpido y lo de menos empaque. Y dar la cara con eso. No es necesario gastarse una millonada, el arte no se debe medir por ese baremo.P. Los directores de museo se quejan de que tienen pocos recursos económicos. Hace poco, el director del MNAC, Pepe Serra, inició una campaña en Prensa para reclamar mayor dotación económica. Dijo que sin capacidad para hacer exposiciones de interés, su trabajo no tenía sentido.
I. A. Un museo como el MNAC tiene una colección muy estructurada, es como el Prado, no sé qué necesita hacer además de lo que ya tiene, que es mucho.
P. Competir con los museos de arte contemporáneo...
I. A. Hay que adaptarse a lo posible y no dejar de hacerlo si no tienes el dinero necesario. En mis clases les pedía a mis alumnos un proyecto y les exigía un presupuesto. Y se quejaban de que no podían hacerlo porque no podían afrontar los gastos que ellos mismos habían presupuestado. Y yo les decía que debían adaptarlo a lo que tenían o pensar en otra cosa.
I. V. M. Yo estoy harto de esos artistas que se quejan de que no tienen una subvención o una beca. Yo nunca la he tenido. Pero, ¿cuánto cuesta un papel y un lápiz?

viernes, enero 15, 2016

A PROFUNDA LIGAÇÃO ENTRE MONSANTO E O FACEBOOK - POR VANDANA SHIVA

A PROFUNDA LIGAÇÃO ENTRE MONSANTO E O FACEBOOK - POR VANDANA SHIVA





Da plantação até a prateleira do supermercado, tudo será determinado pelos interesses dos mesmos acionistas. Vamos conversar sobre liberdade de escolha?


Vandana Shiva - CommonDreams

  reprodução 



Enquanto a Agência Reguladora de Telecomunicações da Índia decide o futuro do programa “Free Basics”, Mark Zuckerberg está na Índia com um bilhão de rúpias, em moeda trocada, para fazer sua publicidade. O programa é um internet.org repaginado ou, em outras palavras, um sistema em que o Facebook decide qual parte da internet compõe o pacote básico para os usuários.

A Reliance, parceira indiana do Facebook na empreitada do Free Basics, é uma megacorporação indiana com interesses em telecomunicação, energia, alimentos, varejo, infraestrutura e, é claro, terras. A Reliance obteve territórios para suas torres rurais de celulares do governo da Índia e tomou terras de fazendeiros para Zonas Econômicas Especiais através de violência e golpes. Como resultado e quase sem custo, a Reliance obteve um grande público rural, semiurbano e suburbano, especialmente fazendeiros. Embora o Free Basics tenha sido banido (por enquanto), a Reliance continua oferecendo seu serviço através de suas redes.

Um ataque corporativo coletivo está em curso globalmente. Tendo já programado suas ações, veteranos de corporações americanas como Bill Gates estão se juntando à nova onda de imperialistas filantropos, que inclui Mark Zuckerberg. É incrível a semelhança nas relações públicas de Gates e Zuckerberg, perfeitamente ensaiadas, que envolvem um preparo retórico e doação de fortunas. Qualquer entidade com que os Zuckerbergs se unam para administrar os 45 bilhões de dólares investidos provavelmente vai terminar parecendo a Fundação Bill e Melinda Gates; isto é, poderosa o suficiente para influenciar negociações climáticas, apesar não serem efetivamente responsáveis por nada.




Mas o que Bill Gates e Mark Zuckerberg teriam a ganhar quando ditam os termos aos governos do mundo durante a conferência climática? "A Breakthrough Energy Coalition vai investir em ideias que podem transformar a maneira como todos nós produzimos e consumimos energia", escreveu Zuckerberg em sua página no Facebook. Era um anúncio da Breakthrough Energy Coalition de Bill Gates, um fundo privado com uma riqueza combinada de centenas de bilhões de dólares de 28 investidores que irão influenciar a forma como o mundo produz e consome energia.

Ao mesmo tempo, Gates pressiona para forçar uma agricultura dependente de insumos químicos, combustíveis fósseis e transgênicos patenteados (#FossilAg) através da Aliança pela Revolução Verde na África (AGRA). Trata-se de uma tentativa de tornar fazendeiros africanos dependentes de combústiveis fósseis que deveriam ter permanecido no subsolo, além de criar uma relação de dependência com as sementes e petroquímicos da Monsanto.

95% do algodão na Índia pertence à Monsanto Bt Cotton. Em 2015, nas regiões de Punjab até Karnataka, 80% de sua plantação transgênica não vingou - isso significa que 76% dos produtores afiliados à Bt Cotton estavam sem algodão na época da colheita. Se tivessem opção, eles teriam trocado de variedade. Mas o que parece ser uma simples escolha entre sementes de algodão é na verdade a imposição de uma mesma semente Bt, comercializada por diferentes companhias com diferentes nomes, compradas por fazendeiros desesperados que tentam combinações de sementes, pesticidas, herbicidas e fungicidas - todos com nomes complexos o bastante para fazê-los se sentir inadequados - até que você não tenha nenhuma “escolha” a não ser tirar sua própria vida.

O que a Monsanto faz ao empurrar as leis de Direitos de Propriedade Intelectual (IPR) referentes ao comércio de sementes, Zuckerberg está tentando fazer com a liberdade de internet da Índia. E, assim como a Monsanto, ele está prejudicando os indianos mais marginalizados.

O Free Basics irá limitar o conteúdo da internet para a grande maioria de usuários indianos. Já de início, o programa afirmou que não irá permitir conteúdos de vídeo que interfiram nos serviços (leia-se: lucros) das companhias de telecomunicações - apesar da recomendação da própria Agência Reguladora de Telecomunicações da Índia de que conteúdo em vídeo seja acessível a diferentes partes da população.

Uma vez distribuída como um serviço gratuito, o que impedirá que as companhias de telecomunicações redefinam o uso da internet para satisfazer seus próprios interesses e o de seus parceiros? Afinal, a proibição ao Free Basics não impediu que a Reliance continuasse oferecendo seus serviços para uma grande base de usuários, muitos deles fazendeiros.

Por que deveria ficar a cargo de Mark Zuckerberg decidir o que é a internet para um fazendeiro em Punjab, que acabou de perder 80% de sua colheita de algodão por conta das sementes transgênicas da Monsanto e cujos produtos químicos (que foi coagido a usar) falharam completamente? Deveria a internet permitir que ele se informasse sobre o fracasso das tecnologias de transgênicos ao redor do mundo, que apenas são mantidas através de políticas de comércio injustas, ou deveria ela apenas induzir o uso de outra molécula patenteada em sua plantação?

A ligação entre o Facebook e a Monsanto é profunda. Os 12 maiores investidores da Monsanto são os mesmos que os 12 maiores investidores no Facebook, incluindo o Grupo Vanguard. Esse grupo é um grande investidor da John Deere, a novo parceira da Monsanto em “tratores inteligentes”, o que faz com que toda a produção e consumo de alimentos, da semente à informação, permaneça sob o controle de um pequeno punhado de investidores.

Não é de surpreender que a página do Facebook “March Against Monsanto” [Marcha contra a Monsanto], um grande movimento americano a favor da regulação e rotulagem de transgênicos, foi deletada.

Recentemente a Índia tem visto uma explosão em varejo online. Desde grande corporações a pequenos empreendedores, pessoas de todo o país tem podido vender o que produzem em um mercado previamente inacessível. Artesãos tem conseguido ampliar seus negócios, fazendas tem encontrado consumidores mais próximos.

Assim como a Monsanto e suas sementes patenteadas, Zuckerberg quer não apenas uma fatia, mas toda a pizza da economia indiana, especialmente seus fazendeiros e camponeses. O que o monopólio da Monsanto sobre informações climáticas significaria para fazendeiros escravizados através de um canal do Facebook com acesso limitado a essas informações? O que isso significaria para a internet e para a democracia alimentícia?

O direito ao alimento é o direito de escolher o que desejamos comer; saber o que está na nossa comida (#LabelGMOsNOW) e escolher alimentos saborosos e nutritivos - não os poucos alimentos processados que as corporações esperam que consumamos.

O direito à internet é o direito de escolher quais espaços e mídias nós acessamos; de escolher aquilo que nos enriquece - e não aquilo que as companhias pensam que deveria ser o nosso pacote básico.

Nosso direito de conhecer o que comemos é tão essencial quanto o direito à informação, qualquer informação. Nosso direito a uma internet aberta é tão essencial à nossa democracia quanto nosso direito de estocar, trocar e vender sementes polinizadas.

No eufemismo de Orwell, o “livre” para Zuckerberg significaria “privatizado”, algo totalmente diferente de privacidade - uma palavra inclusive estranha a ele. E assim como em acordos de “livre” comércio definidos por corporações, o Free Basics significa qualquer coisa menos ‘livre” para os cidadãos. É um cerceamento de bens essenciais, que deveriam ser acessíveis ao povo, sejam eles sementes, água, informação ou internet. Os Direitos de Propriedade Intelectual da Monsanto estão para as sementes como o Free Basics está para informação.

Tratores inteligentes da John Deere, utilizados em fazendas que plantam sementes patenteadas pela Monsanto, tratadas com insumos químicos da Bayer, com informações sobre clima e solo fornecidas pela Monsanto, transmitidas ao celular do fazendeiro pela Reliance, conectadas no perfil do Facebook, em terras pertencentes ao Grupo Vanguard.

Todos os passos de todos os processos, até o ponto em que você escolhe algo da prateleira de um supermercado, serão determinados pelos interesses dos mesmos acionistas.

Que tal conversarmos sobre liberdade de escolha?
 

tradução por Allan Brum
Créditos da foto: reprodução

http://cartamaior.com.br/?%2FEditoria%2FInternacional%2FA-profunda-ligacao-entre-a-Monsanto-e-o-Facebook%2F6%2F35309



















Vandana Shiva (Dehradun5 de novembro de 1952) é uma física,ecofeminista e ativista ambiental da Índia.

Na década de 1970, participou daquele que ficou conhecido como o Movimento das Mulheres de Chipko, formado em sua maioria por mulheres que adotaram a tática de se amarrar às árvores para impedir sua derrubada e o despejo de lixo atômico na região. Uma das líderes do International Forum on Globalization, Shiva ganhou o Right Livelihood Award em 1993, considerado uma versão alternativa do Prêmio Nobel da Paz.

Ela é diretora da Research Foundation for Science, Technology, and Ecology, em Nova Déli, segundo ela "um nome muito longo para um objetivo muito humilde, que é o de colocar a pesquisa efetivamente a serviço dos movimentos populares e rurais, e não apenas fazer de conta que estamos ajudando-os". Shiva é autora de inúmeros livros, entre os quais The Violence of the Green Revolution (1992), Stolen Harvest: The Hijacking of the Global Food Supply (2000), Biopirataria: a pilhagem da natureza e do conhecimento(Vozes, 2001), Protect or Plunder? Understanding Intellectual Property Rights (2002), Monoculturas da mente (Global, 2004), Guerras por água (Radical Livros, 2006).

Shiva é figura de destaque no movimento anti-globalização e consultora para questões ambientais daThird World Network. Entre suas atividades mais recentes, incluem-se iniciativas de ampla divulgação para a preservação das florestas da Índia, luta em favor das sementes como patrimônio da humanidade e programas sobre biodiversidade dirigidos a diferentes coletividades, além de pesquisas para o desenvolvimento de uma nova estrutura legal para os direitos de propriedade coletivos, como alternativa para os sistemas de direitos de propriedade intelectual atualmente em vigor.

Antes de se dedicar integralmente ao ativismo político, às causas feministas e à defesa do meio ambiente, Shiva foi uma das principais físicas da Índia.





https://pt.wikipedia.org/wiki/Vandana_Shiva

martes, enero 12, 2016

Del espacio a la resurrección: David Bowie en doce canciones perfectas



Space Oddity


Era 1969 y Estados Unidos y la URSS se disputan la carrera espacial. Un año antes, Stanley Kubrick estrena  2001: Una odisea en el espacio. Bowie crea entonces otro emblema del imaginario popular: aquel astronauta llamado Major Tom. Space Oddity formaba parte del disco del mismo título, fue empleado por la BBC para ilustrar el alunizaje del Apollo 11 y actualmente no hay persona sobre la tierra que no haya terminado una noche de fiesta cantándola.

Una cuenta atrás marcaba el inicio de un viaje en cohete que terminaría con Major Tom perdido en su “nave de hojalata” sin poder responder a la llamada de la base ("can you hear me, Major Tom?"). Hoy Bowie se ha ido y todos sus fans lo proclaman más que nunca: "The stars look very different today”.

The man who sold the world

“Estás cara a cara con el hombre que vendió el mundo”. Esa frase lapidaria se convirtió en otro clásico. The man who sold the world estaba incluida en un álbum con el mismo título, el tercero de su discografía, editado en 1970. No tuvo un gran éxito comercial, pero es clave en su carrera. Sobre todo, por tratarse de su primera colaboración con los Spiders from Mars, su banda de apoyo.
La crisis de identidad que vivía Bowie la reflejó en este hombre que vendió el mundo, un hombre que no se reconoce a sí mismo en el espejo. Más tarde, David explicó que quiso hacer con ella un homenaje a esa juventud de la que entonces formaba parte. Una canción que vivió un resurgir para las nuevas generaciones: Nirvana incluyó una versión en su  MTV unplugged que marcó otra época, el grunge de los 90.

Changes

Changes formaba parte de su cuarto disco de estudio, Hunky Dory, de 1971. Fue lanzado como single en enero de 1972. Este alegato a la ambigüedad y la facilidad para reinventarse y camaleonizarse se convirtió con los años en un imprescindible de las bandas sonoras (aparece en Los Simpson o Shrek), los karaokes e incluso los anuncios publicitarios. Cultura popular hecha canción. Ese característico toque tartamudo corre a cargo de los arreglos en la composición, saxofón y teclados de Rick Wakeman y Mick Ronson.

Starman

En 1972 David Bowie, nacido como David Robert Jones en el barrio londinense de Brixton, tenía 25 años, y su último éxito, Space Oddity, ya tenía 3 años. Sus otros temas ya mencionados, hoy legendarios, no consiguieron en su momento hacerse con las listas de ventas. Pero de nuevo la temática cósmica le brindó un clásico: por algo muchos defendían que aquel genio con heterocromía no podía ser de este mundo.
Starman presentaba el mítico y ambicioso disco  The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars. David tomaba en este corte la voz de un extraterrestre, Starman, enviado a la tierra por el andrógino ser sideral Ziggy para propagar un mensaje de esperanza.
Hacía sólo cinco años que la homosexualidad era legal en Inglaterra, y Bowie declaraba promocionando el álbum que “era gay y siempre lo había sido”. Ziggy fue la explosión del Glam Rock, del mito y de las grandes audiencias. Hoy muchos recuerdan a aquel Starman que desde el 10 de enero de 2016 está “esperando en el cielo”.

Life on Mars?

Life On Mars? Es uno de los más enigmáticos y alabados temas de David. Irónicamente, tuvo muchas vidas. Fue editado en 1971 como parte de Hunky Dory, pero no fue hasta 1973, cuando fue lanzado como sencillo tras el boom del marciano Ziggy Stardust, cuando se convirtió en lo que hoy es. La letra conforma una serie de imágenes surrealistas, y la melodía ha sido siempre comparada con elMy Way de Frank Sinatra. Todavía tuvo otro renacimiento para las nuevas generaciones al formar parte (no podía ser de otro modo) de la banda sonora de la serie británica Life on mars.

The Jean Genie

En el imaginario colectivo, cuando se menciona a Bowie aparecen muchas imágenes. Sin duda, una de las más repetidas es aquel rayo dibujado sobre su ojo dañado de la portada de Aladdin Sane. Aquel álbum llegó de la mano del productor Ken Scott y con toda la presión del éxito de Ziggy a sus espaldas. Bowie ya era entonces una estrella internacional. El protagonista de esta canción, una mezcla entre Iggy Pop y el poeta francés Jean Genet, mereció un videoclip dirigido por el fotógrafo Mick Rock. Realmente, no puede ser más setentero: desborda a la esencia de Andy Warhol y la Velvet Underground.

Rebel Rebel

Su octavo disco de estudio, Diamond Dogs, incluía todo un himno: Rebel Rebel. Bowie fue en esta ocasión (era 1974) el artífice de todo el proceso, sin productor detrás. Supuso su despedida de la etapa Glam (que inició con Ziggy y continuó con Aladdin), y lo hizo con un riff que ya es historia del rock. Se trata, además, de su canción más versionada (y eso es mucho decir).

Heroes

“We can be heroes just for one day”. Bowie también compuso lemas que han dado para varias generaciones. Formaba parte del segundo disco, del mismo nombre, de la conocida como “trilogía de Berlín”. Un ciclo de experimentación electrónica y cierta influencia del krautrock precedido por  Low y concluido con Lodger. Brian Eno colaboró en el disco a los sintetizadores y fue coautor de este tema.
Quizá no todo el mundo sabe que la letra habla de dos amantes que se juran amor eterno bajo el Muro de Berlín. Aún menos conocido es que los auténticos héroes, los que inspiraron la canción, eran  el productor Tony Visconti y la corista Antonia Maa ß. O mejor dicho, sus besos clandestinos durante su estancia en los Hansa Studios (Visconti estaba casado por entonces, así que esta historia fue un secreto durante mucho tiempo). Otra inspiración para Bowie fue el grupo Neu! Y su canción Hero

Ashes to Ashes

Fue el primer sencillo del disco Scary Monsters (and Super Creeps), el primero tras la trilogía de Berlín y su final con la discográfica RCA. Deja de lado una etapa menos mainstream pero alabada por la crítica, para volver a conquistar a las grandes audiencias (sin renunciar nunca a la calidad). De nuevo Bowie sorprende con letras muy lejos de los convencionalismos. Y recupera a un mito, Major Tom.
Incluso más famoso que la canción fue su videoclip, en su día el más caro de la historia. Bowie vuelve a hacer gala de sus múltiples personalidades interpretando en él a diferentes personajes

Let's Dance

Es difícil decir cuál fue la canción más exitosa de Bowie, pero Let's Dance es una seria candidata al título. Fue fruto de la alianza con Nile Rodgers de Chic y de su primer contrato con EMI, y llegó al número uno en ventas en Gran Bretaña y Estados Unidos. Bowie se abrió a los 80, a una nueva generación, a un nuevo mercado y a una nueva etapa. Con Stevie Ray Vaughan como guitarrista principal, confesaba que James Brown era su referencia principal. Aquel disco, también llamado Let's Dance, incluye otro tema para la historia: China Girl, co-escrita por Bowie e Iggy Pop en los años de Berlín.

Magic dance

Porque el icono Bowie no se acaba con los 70. Este extraterrestre, con sus greñas y enfundado en aquellos pantalones ajustados en Dentro del Laberinto, es la imagen de los años 80. Era el rey Jareth, rey de los goblins. Y aquel Magic Dance, la banda sonora de la infancia (y la vida) de muchas personas. Aunque muy al margen de su discografía, no se puede repasar la carrera del británico sin rememorarlo. Bowie ha fallecido el mismo año que el film celebra su 30 aniversario.

Lazarus

Si la vida es paradójica, muchas veces el mundo de las estrellas del rock lo es todavía más. Si el fin de semana comenzaba en todo el planeta con la buena noticia (siempre lo fue) de que David Bowie sacaba disco celebrando su 69 cumpleaños, el lunes nos despertábamos sabiendo que había fallecido por un cáncer que ocultó a casi todos los que le admiraban. Su último tema fue Lazarus, dentro de Blackstar, el vigesimoquinto disco de su carrera. Quizá no llegue a alcanzar el estatus de otros clásicos, pero merece un bonus track en este listado por haberse convertido en la última ocasión en la que pudimos disfrutar de la esencia de Bowie. De un músico que siguió regalándonos su singular genio hasta, literalmente, su último día. Guste más o menos, hoy toda la humanidad está de acuerdo: no volverá a nacer ni a morir otro David Bowie.