jueves, mayo 30, 2013

La destrucción, poema se Zhu Ziqing 朱自清

La destrucción | FronteraD


Andando como un fantasma en medio de la calle,
Cabizbajo, como si hubiera ido a un funeral,
¡Este soy yo!  ¡Sí, este soy yo!
Cinco rayos de luz…
Diez colores distintos…
Y yo en medio, muy cerca de ellos,
¡Qué bonito es!
¡Qué agradable de oír!
Es el fuerte olor,
Es el sabor de la tierra en la boca,
Y lo que mis manos tocan,
Lo que mi cuerpo siente,
Es blando,
Es esponjoso,
Pero ¡qué escoria! ¿No te parece?
Y me pregunto: ¿cómo he llegado hasta aquí?
Ello me repugna,
Ello me tira de espaldas,
Miro arriba, miro abajo,
¿Pasa el tiempo mientras tanto?...
Estoy soñando,
O estoy enfermo[II],
En medio de este abismo estoy yo,
Es un torbellino, es un agujero sin fin,
Y hay polvo, un polvo azul verdoso,
Y yo camino sobre el polvo
Y mis huellas apenas dejan marca en el polvo,
Vagabundeo, voy de un sitio a otro sin rumbo fijo,
Vagabundeo, voy de un sitio a otro sin rumbo fijo,
Piso fuerte y sigo caminando si saber a dónde,
Sin embargo, este no es el suelo de mi país, yo piso otra cosa.
En este viento huracanado, envejezco,
En este viento  huracanado, languidezco,
Y mi cuerpo, siempre está  débil y enfermo,
Voy arrastrando con él las sombras delgadas y negras
Que proyecta sobre el suelo,
Sombras que se diluyen en el espacio abierto,
Y pienso: «Mi querido y ahora lejano país, tú que me has visto nacer[III]… »
¡Regresa, regresa!
A pesar de la pálida luna que desparece en la oscuridad
Y que se la ve impasible sobre las aguas serenas de lago,
Y la bruma  que se instala en la noche para no dejarnos ver,
Y la bruma que se instala en la noche para no dejarnos ver
Como una cadena de montañas en el horizonte,
Todas ellas ordenadas y somnolientas;
Y debido a esa bruma, la luz no alcanza a iluminar la calle,
Solo pueden sobrevolar destellos intermitentes y caóticos de luz,
Y me pregunto: pero ¿quién encendió esa farola que es como una flor de loto?
Y se oyen unas risas: ¡Jajaja jojojo!…
Y se oyen más risas: ¡Jajaja jojojo!…
Y alaridos de miedo: ¡Ouch!…
Y entre tanto suena una flauta de bambú,
Y  también se oye el croar de los sapos en las aguas.
Todo ello me conmueve, cierto,
Pero todo ello me exaspera,
Y me digo: todo esto duerme ya «en los brazos de la hermana luna»,
Cierto, ¿quién puede decirlo si no el que flota y merodea en lo alto?,
Pero esa luna está muy sola,
Las luces de las farolas están muy lejos,
La felicidad y las risas son de los otros, por supuesto.
La flauta de bambú desprende una bella música,
Pero es una música melancólica,
Es una música intrascendente que no cambiará nada;
El sonido de una flauta es solo el sonido de una flauta.
La conmoción, sin embargo, es tuya,
La exasperación, sin embargo, es tuya,
Los otros van por todas partes como locos,
¿Quién se va a dar cuenta de que tú estás aquí con ellos?
Ni siquiera tienes amigos fuertes y poderosos,
¡Y eso es un verdadero problema den esa vida ilusoria!
Tú estás solo,
Tú tienes frío,
¡Tú no tienes gusto, no tienes ningún gusto!
Baja la cabeza
Y toma el camino que te llevará al lugar que te vio nacer.
¡Regresa, regresa!
A pesar de la belleza incuestionable
Que posee la nieve al caer desde el cielo,
Los copos que la componen se alejan de mí en su vuelo
Y acaban deshaciéndose en el vacío;
Son como las cenizas blancas del dinero de papel que ha sido quemado.
Estar todavía vivo en este mundo es ver lo que dos ojos ven en una barca
Cuando navega sobre el riachuelo de la vida:
Las impresiones de antaño, las ideas que tuviste, y las cosas que has dicho…
Todo ello queda atrás, todo ello se consumirá a tu paso,
Todo se consumirá hasta parecerse al desierto cuando anochece
Todo acabará por entrar en la oscuridad,
Todo acabará por imitar a la hierba cuando llega el otoño.
Sé que ellos saben tocar el bello instrumento musical,
Pero se les rompe la cara cuando lo hacen;
Su cara se parece a la cera de una vela cuando se derrite.
Las sonrisas de esas flores no tienen ninguna arruga,
La voz que de ordinario surge de las perlas[IV] está ahora afinada,
Ahora lucen en el cielo,
Solo lucen en el cielo,
Pero ¡evítalos!
Pero ¿qué vas a evitar si no son nada?
¡Regresa, regresa!
A pesar de que soy ya como el amigo íntimo de la nube en el cielo,
Y que nos exhibimos mutuamente,
Y que nos consolamos mutuamente,
Y que reímos y hablamos juntos,
Y que estos son los días que me ofrecen ellos,
Y que probamos el sabor de los héroes y los valientes,
Y que caminamos juntos,
Y  que parezco sin duda alguna un pulpo exuberante y poderoso,
Algo me dice que estoy en la llama roja y ardiente[V].
Es lo que también me dicen muchas bocas que están abajo,
¿Quién podría olvidarlo?
Dejo mis manos muertas,
La vida no puede ser de otra manera:
Cuando me giro, es la nube que aparece,
Y sé que va a empezar a llover,
No mires a tu alrededor,
No te gires para ver lo que pasa a tu alrededor,
¡No lo reconocerías!
El pasado fue un tiempo en el que el mundo se renovaba,
¿Quién podría ahora convencerte de ello?
Todavía queda el nombre, el nombre insípido,
El nombre vago e impreciso,
También queda la soledad, tu soledad,
Alrededor de mí no hay nada más que es el vacío,
En los cuatro puntos cardinales no hay nada más que vacío,
Ahora siento que ellos quieren que vuelva a su lado,
Mi hermano y mi hermana quieren que vuelva junto a ellos,
Quieren que esté a su lado,
¡Regresa, regresa!
A pesar de la palabra de los maestros del dao[VI],
Una palabra que suena bella e inteligente a mis oídos,
A mí me da la impresión de que la nieve cae desordenadamente;
Delante de mis dos ojos,
Los copos de nieve son como algodones que se deshacen en el aire…
Ellos me guían y yo floto con ellos, y así floté con el viento celeste
Hasta llegar al lugar de los treinta y tres días[VII]
Y la nube de los cinco colores[VIII].
Debajo de mí estaba el mundo gris,
Se le veía pequeño, muy pequeño, desde el cielo,
Se le veía lejos, tan lejos que ya no podía pensar más en él.
A esa distancia, entre las estrellas y los vientos celestes[IX],
Mi ser se reavivó,
El viento penetraba en mis músculos,
Los músculos se hinchaban y me llevaban de un lado a otro;
Si hubiese caído al bajo mundo, lo habría hecho como un globo desinflado que cae
desde el cielo.
Los otros seres pasan por encima de mí y se divierten a mis anchas,
¡Gritan y ríen como unos locos!
Además, el viento celeste me envuelve y me arrastra,
El viento se parece a la lanza de tres puntas,
¿Acabará clavándose en mis músculos?
Acabará por desmembrar mis miembros en la nube de los cinco colores
Hasta convertirme en humo.
Y así, graciosamente, desapareceré de este mundo.
Tiemblo,
Y me digo: «Lee ahora, en voz alta, la tristeza de la tierra y del cielo…»
¡Regresa, regresa!
A pesar de que tienen hambre
Y  sus manos están deformadas,
Y su cabello se ha vuelto como la hierba de otoño,
Y las cuencas de sus ojos están vacías,
Y sus pies débiles,
Y sus corazones, sobre todo sus corazones, están débiles,
Todo lo que ellos son me conduce hacia el bajo mundo,
Me tira poderosamente hacia abajo,
Hacia el mundo que me enseña  a fumar,
Y me enseña a beber más de la cuenta,
Y me enseña a frecuentar a las malas mujeres;
Esto de aquí me crea adicción,
Esto me mantiene contento y engañado,
Pero no le haré ninguna concesión a esta ilusión,
Ella no tolera que tú no le prestes atención,
No, yo no puedo estar de acuerdo con este mundo que crea tanta adicción.
Siento la decadencia del limbo,
La decadencia del corazón y el espíritu de lo que es incierto y móvil[X],
Y en la adicción
Las sombras son largas y misteriosas, y crean más adicción si cabe,
No, yo no quiero ser ese tipo de hombre,
Este tipo de hombre se pudre rápidamente, ¿no es cierto?
¡No, no!...
Mientras no te deformes como un monstruo
Podrás utilizar todavía tu fuerza natural,
¡Regresa, regresa!
A pesar de que la muerte se viste como la doncella del vestido blanco[XI]
Y se presenta con la linterna delante de mí,
Y se parece también al guerrero poderoso del traje negro[XII],
Y coge la azada y me golpea en la espalda,
Y yo, ofendido y preocupado, me acostumbro a la crueldad de las familias decadentes,
Y en un año veré con asco mi propia carne y mis propios huesos
Descomponiéndose definitivamente,
(Y los veré con mis dos ojos ya vidriosos y ensangrentados);
Y el fardo que tienen que soportar mis pobres hombros
Para que yo pueda vivir ahora en este mundo es demasiado aplastante
Y no me deja respirar,
Y mis ojos ven lo poco y miserable que he obtenido en esta vida,
Y me siento finalmente como un ser impreciso y lejano, como esa nube,
O ese humo que pasan a lo lejos y acaban desintegrándose ellos mismos;
Y en el desierto negro y blanco
Tomo sin saberlo este tipo de camino
Y me muevo como un vagabundo en medio de esa ilusión insensata;
Y ella y él —la doncella y el guerrero— aparecen junto a mí,
Y se parecen a lo mismo que he vivido yo en esta vida,
O no se parecen a lo que yo he vivido en esta vida,
Y se apoyan en esa manera de ser, en ese espíritu fantasmal
Que he tenido en cuenta para seguir vivo y al que he creído como a un guía;
Y me he ido, me he ido…
Me he ido a brazos abiertos y ciegamente hacia el lugar donde residen
Su corazón y su pensamiento…
Y ella ha esperado a que yo le haga una señal con la mano,
Y él ha esperado a que yo le salude con un movimiento de cabeza…,
Ella y él son ahora dos extraños para mí,
Y ello me intranquiliza,
Sus manos flotan en el aire,
Son seres inciertos,
Me resulta demasiado difícil definirlos,
¿Qué me une a ellos?
Además, el país de la muerte es todavía una tierra extranjera para mí,
¡Se sabe acaso cuál es la tierra que me conviene!
Yo conozco bien las fuentes de la vida,
Estoy familiarizado con ellas
Y recuerdo bien la tierra que me vio nacer,
Aunque sean unos recuerdos poco precisos,
Ellos se despliegan en mi mente con claridad,
¡Maldita sea! Mi tierra natal…
¿Acaso no me recibirá con los brazos abiertos?
Conozco el sabor de sus frutos,
También conozco el sabor de los lugares y de los amigos,
Y a aquella joven también la conozco,
Y a aquel guerrero poderoso del traje negro…
Yo preferiría volver al país que me vio nacer,
Yo preferiría volver al país que me vio nacer,
¡Regresa, regresa!
Yo lucho, lucho por regresar junto a ti,
Quiero ver mi país, su polvo, su humo,
No quedará ninguna imagen del cielo,
Todos los rayos de luz y su fulgor desaparecerán,
Mi desasosiego también desaparecerá,
Volveré a ser yo, el de antes, el de siempre,
No volveré a ver más el cielo azul verdoso,
Ni a bajar la cabeza para ver las aguas blancas[XIII];
Solo iré con cuidado,
Quiero pisar la tierra y el polvo
Y dejar mis huellas bien marcadas en ellos,
A pesar de que mis huellas serán diminutas
Y desaparecerán rápidamente con el paso del tiempo;
Mis pasos serán más lentos,
Y no volveré a coger ese camino remoto,
No soy gran cosa, soy una persona como hay tantas;
Solo puedo ver la huella de mis pasos,
Pero ello me hace ahora tan feliz…
Ese otro lugar que está tan lejos, tan lejos,
Ese otro lugar yo no volveré a frecuentarlo, no pensaré más en él.
¡No me quedaré! ¡No!
¡Me voy, me voy!...
…. ….
1923


Zhu Ziqing 朱自清 cuyo nombre de nacimiento es Zhu Zihua 朱自華, nació en 1898 en el distrito de Donghai 東海縣, en la provincia de Jiangsu, aunque a él siempre le gustó afirmar que era nativo de Yangzhou 揚州, y murió en agosto de 1948 en Pekín. La obra de Zhu Ziqing se compone de poesía 詩 (shi), prosas diversas -sobre todo ensayo (sanwen 散文)-, y una extensa obra crítica como historiador de la literatura china y hermeneuta de la nueva poesía 新詩 (xinshi). Zhu Ziqing fue el encargado de establecer la selección de poemas que formarían parte de poesía de la Gran antología de la nueva literatura china 中國新文學大系 (Zhongguo xin wenxue da xi) editada por Zhao Jiabi 趙家璧 (1908-1997) entre 1935 y 1936, obra que supuso el primer intento de establecer un canon en la nueva literatura china. Zhu Ziqing se educó en la Universidad de Pekín y a partir de 1925 ejerció como profesor de literatura china en la Universidad de Qinghua y en otras universidades tras la ocupación japonesa en 1937. Entre 1931 y 1935, estudió literatura inglesa y lingüística en Londres. Su contacto con la literatura inglesa dejó una profunda huella en Zhu Ziqing. Su obra más conocida como poeta es el largo poema La destrucción (Huimie 毀滅) publicado en 1924. Entre sus ensayos destacan las tres recopilaciones Rastros (Zongji 蹤跡, 1924), De espaldas (Beiying 背影, 1928) y Tú y yo (Ni wo 你我, 1936). Publicó también varias prosas en las que relata sus experiencias en Inglaterra. La obra de Zhu Ziqing pasa hoy por ser una de las más importantes en la formación y establecimiento de la nueva literatura en lengua vernácula y una de las figuras pioneras del movimiento reformador del 4 de mayo de 1919.

Blas Piñero Martínez (Barcelona). Ha realizado estudios de Filosofía en la Universidad de Barcelona,  lengua y literatura chinas en la Universida de París , y de postgrado en  la Universidad Pekín y en  la Universidad de New South Wales, en Sidney (Australia) ciudad en la que reside y donde es profesor acreditado de lengua china.
Publicaciones:
Traducción, notas y comentario: Antología de poemas clásicos de Lu Xun (1903-1935), en Revista de Estudios Asiáticos, Buenos Aires (Argentina), n° 16, abril, mayo y junio de 2008.
Edición y traducción: Lao She (1899-1966), El camello Xiangzi (Luotuo Xiangzi). A Coruña (España): Ediciones del Viento, noviembre 2011. 424 pág.
Traducción y notas: Lu Xun (1881-1936), La mala hierba (Yecao, 1927), seguido de Soliloquios (Zi yan zi yu, 1919). Madrid (España): Bartleby Editores, edición bilingüe, marzo 2013. 203 páginas.
Traducción, introducción y notas: El cielo a mis pies. Antología de la poesía china moderna 1918-1949. Madrid (España): Madrid (España): Editorial Hiperión, edición bilingüe. 401 páginas. Publicación prevista para otoño de 2013.

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