La fábrica de lápices.
La Fábrica de Lápices.
Podría ser el título para una buena historia.
Todo comenzó en 1934. Alberto Fernández Martín, que hasta aquel año había trabajado como representante de material de escritorio, observó como entre sus clientes estaba creciendo de modo llamativo la demanda de lápices y plumillas. No había sin embargo suministradores en el mercado que ofreciesen un material de calidad y con precios ajustados a tanta demanda. Fue así como, junto con otros socios, fundó la sociedad limitada Hispania Fábrica de Lápices. Se especializarían en la fabricación de lápices de mina de grafito y de colores, plumillas de acero y peines de caucho.
No sabe muy bien si fue el azar el que hizo que, en los primeros años de actividad de la fábrica, pasase a formar parte del equipo de producción el técnico alemán Johann Sindel, que se cree había llegado a Ferrol huyendo de la situación política de su país. Sindel dio su nombre al producto más exitoso de la empresa, el lápiz “Johann Sindel”, muy apreciado por la calidad de su madera de cedro americano y su mina de grafito. Los diseños de Sindel, y sus decisiones en la cadena de producción, hicieron que pronto los productos de Hispania gozasen de gran prestigio no sólo en España, sino en otros países a donde se exportaban.
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