miércoles, marzo 20, 2013

NOTICIAS DE ANTONIO REGALADO, Una temporada en el infierno

Una temporada en el infierno




Leyendo a Baroja (Renacimiento) de Antonio Regalado…
De entrada, quizá sea indispensable recordar algunas cosas esenciales.
Antonio Regalado es un sabio. Uno de los más grandes críticos, filólogos y analistas de la cosa literaria de nuestro tiempo, en lengua castellana. Tomadas por pequeñas mafias de personajes insignificantes, las academias (lengua, historia) lo han ignorado. La universidad se ha privado de sus servicios. Plumíferos, periódicos y publicaciones lo han ignorado durante décadas.
Dicho eso, Regalado hizo toda su brillante carrera universitaria en la costa Este americana (Yale, NY), viajó por no sé cuantos continentes, para terminar refugiándose en Estepona y huir de lo políticamente correcto estadounidense, con una libertad de palabra muy barojiana.
Sus grandes ensayos sobre Unamuno, Ortega, Galdós y Calderón son monumentos indispensables, por muchas razones.
Benito Pérez Galdós y la novela histórica española quizá sea el libro más importante que se ha escrito sobre el tema: es decir, algo indispensable para comprender un siglo XIX donde florecen no pocas de nuestras catástrofes e historia moderna.
La dialéctica agónica de Unamuno restaura en sus grandísimas proporciones la figura de un poeta y pensador sencillamente sepultado en la tumba de la ignorancia colectiva.
El laberinto de la razón: Ortega y Heidegger establece una relación esencial entre los dos grandes maestros. Siendo Heidegger el más grande de los filósofos del siglo XX, esa relación confiere a Ortega una dimensión muy fuera de lo común… La lengua en el lupanar1 y 2.
Calderón y los orígenes de la modernidad en el Siglo de oro es una obra monumental… algo único en su género, ya que instala y confirma a Calderón a la altura de los más grandes dramaturgos universales de todos los tiempos… ¿Quién es Calderón? 1 y 2.
Calderón está por descubrir…” decía Antonio Regalado al terminar una de sus conferencias, no sin cierta malicia. Otro tanto ocurre con su obra.
Leyendo a Baroja es el menos académico, el más divertido y más íntimo de sus libros. El fruto de más de medio siglo de lecturas ininterrupidas, iniciadas en la muy primera juventud, siguiendo los consejos de un padre desterrado, profesor, autoridad moral y académica, condenado al exilio, caribeño y estadounidense.
“Prólogo” a otro libro sobre Baroja -sospecho que mucho más académico- esta Lectura… también es un libro iniciático. El maestro, en su madurez definitiva, cuenta la historia de sus amoríos librescos, desde la adolescencia, con extrema vivacidad, cala tras cala, aventura tras aventura, a lo largo de una vida de pasión, amor y “redención” barojiana.
Cada libro, cada descubrimiento, cada obra de Baroja, remite a otros libros, otras obras, otros personajes, unidos por el hilo de la ilusión más profunda: otros libros, obras y personajes de la literatura universal, cuyo descubrimiento coincidió, de palabra y de obra, con el descubrimiento de don Pío.
Así, en la memoria de Antonio Regalado se cruzan obras y personajes como don Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Faulker, Flaubert, Proust, Gregory Corso, Cela, Thomas Mann, Joyce, Dos Passos, Borges y un largo etcétera. La memoria de Regalado establece relaciones, paralelismos, ecos, de prodigiosa riqueza, con matices y anécdotas sabrosas e indispensables.
Recordado por Regalado, Jorge Guillén queda muy empequeñecido en una Sevilla peor que franquista. Cela nos recuerda su rostro más torvo. Dámaso Alonso y Borges poseen una diamantina humanidad. Don Pío… Don Pío crece vertiginosamente, a la luz de sus primeros lectores estadounidenses, viajando por las aguas de varios océanos en la maleta del joven Regalado, joven díscolo con amigos beatniks en un portaviones de la marina de guerra de los EE.UU. donde él cumple un accidentado servicio militar.
Al final de ese periplo cosmopolita, Regalado desemboca en una novela mítica e ignorada, que yo contribuí a “descubrir”, El Hotel del Cisne. Consagré a ella una de mis primeras locuras, Baroja, surrealismo, terror y transgresión.
Tantos años después, escribe Regalado: “Baroja no tuvo mucha estima por el surrealismo, aunque algunos de los sueños de Pagani hubieran podido pasar en aquel momento por textos surrealistas…” A partir de ahí, Regalado evoca el paralelismo del Hotel del Cisne barojiano con el hotel y las cofradías de El Bosco, en El carro de heno… comparación sobre la que también me extendí mucho en mi locura personal. Detalles que, tantos años después, me emocionan un poco.

Mis respetos, Maestro.

12a05 AValenzuela Antonio Regalado








12a05 Antonio Regalado

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