jueves, febrero 02, 2017

MANOLO JULAR y John Berger: Los muertos habitan un momento sin tiempo

LOS CUADERNOS DE MANUEL JULAR Y DOS POEMAS


Arco voltaico enamorado de la ausencia

MANUEL JULAR, AUTORETRATO




Al amigo que habita la Aldea del Olvido
que en mi corazón se alza.

Esa sonrisa desplegada y encendida
cosiendo la penuria del mundo
al dorso insomne de tu mirada
Mal-dito silencio que habla afable
suspendiendo la necedad del día
esa ración diaria de delirio y tormento
que el Mercachifle de la Miseria
Fausto infausto como carne cruda
en las marmóreas repisas del miedo
A ti trae sin cuidado y sonriente 
avanzas precediendonos en esta marcha 
luminosa e ingobernable que es la vida
esa alegría que doblamos a veces
bajo la usada almohada del cansancio.
Vivir no se aplaza, y así la muerte
se doblega y distingue sin tapujos 
a los que les acompaña enamorada
hasta la mismísima muerte, la terca vida



Un poema de John Berger sobre la muerte (para leer y releer aunque él ya no esté entre los vivos)



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1. Los muertos circundan a los vivos. Los vivos son el núcleo de los muertos. En este núcleo se encuentran las dimensiones del tiempo y el espacio. Lo que rodea al núcleo es infinitud.





2. Entre el núcleo y lo que lo circunda hay intercambios que, por lo general, no son claros. Todas las religiones se han preocupado por aumentar su claridad.



La credibilidad de la religión depende de la claridad de ciertos intercambios inusuales. Las mistificaciones de la religión se derivan de su intento de sistematizar tales intercambios.



3.Lo excepcional de los intercambios claros se debe a que es también muy raro que algo pueda cruzar intacto la frontera entre la infinitud y el tiempo.



4. Ver a los muertos como las personas que alguna vez fueron tiende a oscurecer su naturaleza. Intentemos considerar a los vivos como podríamos asumir que lo hacen los muertos: colectivamente.





No sólo a través del espacio se acumularía lo colectivo sino también a lo largo del tiempo. Incluiría a todos los que alguna vez vivieron. Y entonces también estaríamos pensando en los muertos. Para los vivos, los muertos son únicamente aquellos que vivieron; mas en su propia gran colectividad los muertos ya incluyen a los vivos.



5. Los muertos habitan un momento sin tiempo, de construcción continuamente recomenzada. La construcción es el estado del universo en cualquier instante.



6. Según su memoria de vida, los muertos saben que el momento de construcción es, también, un momento de colapso. Habiendo vivido, los muertos nunca pueden ser inertes.



7. Si los muertos viven un momento sin tiempo, ¿cómo pueden tener memoria? No recuerdan sino ser lanzados al tiempo, igual que todo lo que existió o existe.



8. La diferencia entre los muertos y los que aún no han nacido es que los muertos tienen esta memoria. Conforme aumenta el número de muertos, la memoria se agranda.



9. La memoria de los muertos, existente en la infinitud, puede pensarse como una forma de la imaginación relativa a lo posible. Esta imaginación es cercana a (reside en) Dios; pero no sé cómo.



10. En el mundo de los vivos existe un fenómeno equivalente pero contrario. Los vivos a veces experimentan la infinitud, como les es revelada en el sueño, en el éxtasis, en instantes de extremo peligro, en el orgasmo, o tal vez en la experiencia misma de morir. Durante estos instantes la imaginación viva cubre el campo completo de la experiencia y rebasa los contornos de la vida o la muerte de cada quien. Roza la imaginación expectante de los muertos.



11. ¿Cuál es la relación de los muertos con lo que no ha ocurrido, con el futuro? Todo el futuro es la construcción en que su imaginación se empeña.



12. ¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta antes de que la sociedad fuera deshumanizada por el capitalismo, todos los vivos esperaban alcanzar la experiencia de los muertos. Era ésta su futuro último. Por sí mismos, los vivos estaban incompletos. Los vivos y los muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo esa forma moderna tan particular del egoísmo rompió tal interdependencia. Y los resultados son desastrosos para los vivos, que ahora piensan en los muertos como los eliminados.



(De Páginas de la herida, Ed. Visor)

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