domingo, mayo 20, 2018

Israel navega hacia un iceberg, advierte el veterano pacifista Uri Avnery

Israel navega hacia un iceberg, advierte el veterano pacifista Uri Avnery





Israel navega hacia un iceberg, advierte el veterano pacifista Uri Avnery

A sus recién cumplidos 90 años, el pacifista Uri Avnery advierte de que "Israel se dirige hacia un iceberg" del que sólo le puede salvar una "paz sincera" con los palestinos, postura que contrasta radicalmente con sus inicios como activista de la organización armada nacionalista "Irgún".

"Mientras en Israel la ciudadanía se oponga, la paz no llegará. Nadie va a resolver este conflicto por ellos, ni siquiera la comunidad internacional podrá", afirma este idealista de marcado pelo canoso y barba blanca.
Reconocible por casi cualquier activista internacional que haya tomado parte en protestas contra el Ejército israelí en Cisjordania y otros territorios ocupados, Avnery sigue siendo un rara avis en la política de Israel donde trata de recordar en todo momento que sólo la solución de dos estados impedirá la gran colisión.
"Vamos hacia un desastre, y no me refiero precisamente a una nueva guerra. Israel teme convertirse en un Estado de mayoría árabe, yo también lo temo", afirma el presidente del llamado "Bloque de la Paz" (Gush Shalom) al advertir que sin esta fórmula la gran catástrofe será un "régimen del apartheid al cuadrado".
Para este pacifista incansable la opción de un estado binacional es "inconcebible" porque significaría "compartir el poder y la autoridad en todo" y "no para ese fin surgió la empresa sionista", "respuesta natural" de los judíos -explica- a los movimientos nacionalistas del siglo XIX y al antisemitismo del que estaban siendo víctimas en Europa.
Se trata de uno de los contrastes más fuertes en la personalidad e ideología de quien en Israel es identificado con la izquierda más radical, pero que nunca estableció lazos con ningún movimiento socialista ni comunista y que, bajo su manto de pacifismo a ultranza, esconde aún destellos nacionalistas.
"Yo soy una persona nacional (sic). En nuestros días, la (identidad) nacional es el marco natural de la especie humana, la pertenencia a una nacionalidad determinada es una necesidad e incluso un derecho básico de cualquier ser humano", sostiene quien de la mano de su familia emigró de Alemania al Mandato Británico de Palestina tras la llegada de los nazis en 1933.
Para Avnery, "lo único bueno que Hitler hizo en su vida: expulsarme (para que viniera) a la Tierra de Israel".
"No me veo viviendo en Alemania, no en la de antes (y) no en la de ahora... y no sólo eso, no me plantearía vivir en ningún otro sitio", apostilla.
En el salón de su casa en Tel Aviv, un séptimo piso con vistas al Mediterráneo, y con una foto a sus espaldas en la que aparece con el líder palestino Yaser Arafat, Avnery asegura a Efe que no hay ninguna contradicción en su ideario político.
"Entré al Irgún a los 14 años. Me sentía hebreo (en el sentido canaanita de la palabra), no judío, y creía que merecíamos tener un Estado propio y expulsar al régimen colonial (británico). El mismo principio aplico al movimiento nacional árabe-palestino", dice.
La corriente caananita, muy popular durante los años 40, abogaba por una nueva identidad para el "obsoleto" judaísmo diaspórico, un modelo supranacional semítico que casi exhortaba, al menos sobre el papel, a la colaboración entre los movimientos nacional sionista y árabe contra el ocupante británico.
"Antes de la creación del Estado (en 1948) buscamos una base común, entonces era fácil, hoy es problemático porque se han creado dos narrativas opuestas", agrega mientras sostiene en la mano un pequeño libreto que, bajo el título de "Verdad frente a verdad", compara las perspectivas históricas de israelíes y palestinos.
Periodista, escritor, político, activista... y hasta lingüista aficionado, Avnery prefiere sin embargo dejar atrás el pasado y mirar al futuro que, pese a su avanzada edad, afronta con optimismo y la esperanza de que este "conflicto entre dos movimientos nacionales por la misma tierra", una "tragedia" sin precedentes en el resto del mundo, se resuelva lo antes posible.
Su mayor logro en casi ocho décadas de lucha fue ver cómo los israelíes aceptaban finalmente la visión de dos estados, que él promulga a los cuatro vientos desde 1949.
El mayor fracaso es que su pose provocadora -siempre fuera del consenso- le ha impedido consolidar una fuerza política capaz de alcanzar una paz verdadera, reconoce.
Tras décadas de crítica implacable contra el "establishment" sionista e israelí, de atrevidos encuentros con Arafat en momentos de gran violencia (su madre lo desheredó por el primero en Beirut en 1982), de aunar esfuerzos con algunos de los enemigos más acérrimos de Israel (Hamás), de peticiones de embargo internacional contra su propio país y de enfrentarse al Ejército en incontables protestas, el común de israelíes lo percibe más como "traidor" que como un "patriota".
Y es que Avnery no deja de ser para muchos israelíes un auténtico misterio, un pacifista inquietante en cuya personalidad se mezclan idealismo y un pragmatismo para algunos casi maquiavélico, un laicismo a ultranza y la suprema devoción por la paz.
Se considera a si mismo "un patriota israelí postsionista, en el sentido original de la palabra", antes de aclarar que, en ningún caso, "postsionista" quiere decir "anti-israelí" o que no considere legítimo el movimiento sionista hasta 1948, cuando cree que la creación de Israel lo hizo quedar obsoleto como movimiento de liberación nacional.
Elías L. Benarroch, Agencia EFE

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